
Hace unas semanas tuvimos que acudir en medio del fin de semana a un centro comercial. Ya. Mal hecho. Son daños colaterales de convivir con adolescentes. Como una ya tiene sus tablas, cuando la cosa se empezó a alargar me refugié en una librería y me autorregalé un pequeño libro de bolsillo de sus estanterías. Creo que en los centros comerciales colocan siempre una gran librería precisamente para eso, para que sobrevivamos los que no soportamos las compras.
El problema fundamental de esta novela es que la elegí pensando que iba a ser similar a La sociedad literaria del pastel de piel de patata de Guernsey, que es una de mis novelas favoritas. Muchos son los rasgos que las relacionan. Las dos están protagonizadas por mujeres jóvenes y resueltas; en las dos está de fondo la segunda guerra mundial y las consecuencias que tuvo en la vida de la gente corriente; ambas están escritas de un modo fresco y desenfadado e incluso en las dos tenemos la redacción de cartas como un elemento nuclear del argumento. Además, una de las autoras de aquella novela aparecía en la portada de esta, recomendándola.
El problema de comenzar a leer una novela pensando en otra tan fabulosa como la de La sociedad literaria... es que es muy difícil que no salga mal parada. Y eso es precisamente lo que me ocurrió, al menos al principio. En la primera mitad de la novela me parecía estar ante una historia medio insulsa, absolutamente predecible y no excesivamente bien escrita.
No obstante, algo cambia radicalmente hacia la mitad de la novela. El argumento da un giro de timón y parece como si la protagonista y la autora maduraran al mismo tiempo. De pronto estaba ante una historia mucho más sólida, cuyos personajes, tan planos al principio, ahora tenían matices. Incluso la forma de escribir había mejorado, reduciendo enormemente los clichés que tanto abundan al inicio.
Una vez terminada, puedo decir que, a pesar de que se trata de una novela que podría mejorarse formalmente, merece la pena leerla. Ver crecer a su protagonista y comprobar cómo, tras su apariencia de niña ingenua y simple, se escondía una mujer valiente y generosa es una experiencia fabulosa. Además, nos permite conocer la vida de un Londres que, asediado por las bombas alemanas, no está dispuesto a rendirse en ningún sentido.
Un comentario sobre “Querida señora Bird (A. J. Pierce)”