
Dicen que un amigo de verdad nunca se va del todo. Aún cuando su presencia física ha desaparecido hace tiempo, siempre nos podemos sentir abrazados por él. Y eso es lo que me ocurre con la figura de Salvo Montalbano, el personaje creado por Andrea Camilleri. El gruñón comisario se convirtió en un refugio cuando lo necesitaba. Nunca he analizado por qué leer sus aventuras y desventuras me ha reconfortado. Tampoco entiendo que su mal genio o sus manías supongan tranquilidad, como si me enviase un mensaje de que el mundo seguía en su sitio.
Lo que sí atisbo a comprender es por qué Camilleri se convirtió en el autor más vendido de Europa o por qué su personaje ha terminado por traspasar la frontera de los libros para convertirse en todo un fenómeno social y cultural. Hablar de Montalbano es hablar de la realidad de una sociedad que nunca suele estar en el foco. Estamos hablando de esos seres que nunca son protagonistas de noticiarios, películas o, como es el caso, novelas de intriga y misterio. Para mí, Camilleri tuvo dos grandes aciertos: el primero fue, como decíamos, darnos a unos personajes normales. Y esa normalidad fue su condena al olvido. Hasta ahora. Su segundo acierto fue escribir tal y como lo haríamos el común de los mortales. En su prosa no hay figuras retóricas que recarguen las frases. Ni tan siquiera una búsqueda de la belleza. Lo que nos ofrece es la realidad, con una redacción precisa y acertada. Pero no crean que eso es fácil, al contrario. Escoger y acertar con esa expresión y palabra justa es un arte que muy pocos dominan. Leerlo es un acto natural, que no requiere esfuerzo. Y cuando uno acaba, siente la necesidad de abalanzarse sobre el siguiente volumen.
Además, y esto es el aspecto sobresaliente de Camilleri, tenemos misterios e intrigas muy bien elaboradas, sin recurrir a hechos fantásticos o personajes con habilidades especiales. Montalbano podríamos ser ustedes o yo. Y sus tramas vivirlas en el mismo edificio que vivimos. En definitiva, unas novelas sobre el día a día. Y por eso son tan especiales.
Si nunca se acercaron al universo Montalbano no duden que esta pequeña recopilación de relatos les dejará maravillados. Si ya son sus amigos, su lectura les llenará el corazón.