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I’m your man (Leonard Cohen)

Ayer, siete de noviembre, se cumplió seis años de la muerte del gran trovador moderno, con permiso de Bob Dylan. Leonard Cohen puso su voz a algunas de las estrofas más conmovedoras de las últimas décadas. Pero más allá de la belleza de sus palabras, sus canciones sirvieron para expresar su inconformismo, el desagrado que le generaba la deriva política y social en la que nos encontramos.
Cohen fue escritor antes que cantante. Su acercamiento a la música vino al descubrir que los mensajes de su poesía cobraban fuerza al tener un fondo instrumental. Y una voz, su voz. Inconfundible, grave y llena de matices, con la que nos envolvía y acunaba. Una canción del gran maestro era una invitación a soñar con un mundo mejor.
Por ello quería hablaros hoy de su disco más conocido. Un trabajo que le supuso su mayor exito comercial y le permitió dar el salto de músico anclado en décadas anteriores a poeta de referencia de la juvetud.
Una delicia que rompía su manera de entender la composición, pues incluye arreglos que no había utilizado hasta entonces. Sus ritmos fluyen entre sintetizadores y coros, la mezcla entre ese clasicismo que tanto le había dado, y la modernidad a la que quería hacer llegar su mensaje.
En el álbum aparecen algunos de sus mejores canciones. Unos temas que le hicieron ser referente de los grupos que intentaban hacer de la música algo más que cortes en la radio para ser escuchados mientras hacemos nuestras tareas.
Y nunca renunció a su amor por la poesía. Por los grandes que le inspiraron. Buena prueba de ello es un tema del álbum, dedicado a Federico García Lorca.
Un trabajo imprescindible para todos los que quieran acercarse a la figura de Cohen. Después de oirlo seguro que os quedáis con ganas de descubrir más y más de él. Os recomiendo el viaje de descubrimiento.

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Rumours (Fleetwood Mac)

Rumours es el disco del milagro. Que viera la luz, con toda las dificultades por las que pasó, ya es un hecho único. Que, además, fuera un éxito de ventas pone el hito a la altura de asombroso. Pero que los críticos lo hayan situado entre los mejores de la historia… pues eso… un milagro. Estamos ante once canciones que forman parte de la banda sonora de cualquier persona. Un trabajo que, cuarenta años después de su publicación, protagonizó un capítulo de televisión de una serie de moda y entró directamente entre los diez mas vendidos, ¡40 años después!
Como os decía, su gestación fue traumática, pues sus cinco miembros estaban en un momento vital muy delicado. Dos de ellos, matrimonio, en plena separación. Otros dos, pareja, con continuas disputas que desembocaron en escándalos para la prensa rosa. Y más de lo mismo para el quinto miembro. Vaya reto juntarlos en un estudio de grabación. Además, las diferencias personales se llevaron al terreno profesional y las canciones no terminaban de cuajar.
Pero un nuevo productor puso la paciencia y los medios (presupuesto récord para la época) y con mucho esfuerzo fue extrayendo de cada uno lo mejor como músicos. Se dice que Rumours es mucho más que la suma de las partes. Es un álbum que superó todo lo que se esperaba de ellos. Creo que no hay muchos trabajos tan redondos. Desde el primer tema hasta la nota final no hay nada que sobre. Las voces, los arreglos, la mezcla de estilos conforman un álbum pleno de calidad.
Por eso, suene la canción que suene de este disco lo hace bajo el prisma de clásico, pues todos ellos han llegado a formar parte de la historia de la música.
Con los años los malos rollos se diluyeron y nos siguieron regalando más música y, sobre todo, directos que mostraban la calidad que atesoraban.

Imprescindible en cualquier colección de vinilos que se precie.

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Un encuentro (Triana)

La de hoy no es una reseña normal. No son unas lineas sobre un álbum, ni tan siquiera sobre un grupo. Hoy os hablo de los recuerdos, de cintas de cassette, originales y grabadas en casa, de coches sin aire acondicionado y viajes interminables.
La banda sonora de mi niñez estuvo marcada por el sonido de este grupo del sur, con aires rokeros y música flamenca.
Triana fueron pioneros en nuestro país, precursores del rock progresivo que triunfaba en el extranjero con grupos como Pink Floyd.
No puedo imaginar cómo pudieron superar las críticas de los puristas del flamenco al oír sus canciones. Si hoy en día Rosalía debe luchar por defender su sonido, hace 40 años debió ser un pequeño infierno. La suerte, y el arte, que tuvieron fue que consiguieron rendir al público ante sus canciones. Sus actuaciones eran seguidas masivamente y sus ventas los llevaron a las listas de los grupos más impórtates del cada año.
El de hoy es su primer álbum de los años 80, cuando quisieron virar sus canciones hacia ritmos menos flamencos, con influencias pop. Sin embargo  tras vivir las críticas de los defensores del flamenco, en ese momento llegó el turno de sus seguidores, que no entendieron ese cambio. Un giro que muchos grupos de larga trayectoria suelen hacer.
Pero bueno, polémicas aparte, el álbum Un encuentro contiene la canción más especial para mí . Un tema que se sigue versionando decadas después. Tu frialdad es una joya de la historia de nuestra música. Una balada muy triste pero que crece a cada instante con la voz del mítico Jesús de la Rosa.
El resto del álbum es notable, muy cerca de la altura alcanzada en sus anteriores trabajos, sin embargo, el escarnio sufrido por su giro hizo que no tuvieran la repercusión que se merecian.
Pero quién quiera conocer un poquito de un grupo que llenaba estadios, copaba listas de éxitos y, hoy en día, siguen siendo versionados, este trabajo los dejará con la boca abierta de asombro.

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Audioslave (Audioslave)

Hemos estado por la mañana en un pequeño concierto de una banda que hacía versiones de éxitos de los años 80 y 90 del rock español. Canciones que nos han devuelto a una parte irrepetible de nuestra vida. Y lo que tiene la melancolía es la virtud de hilar recuerdos bonitos sin descanso. Parecería lógico que hoy os hablara de cualquiera de los grupos y cantantes que han sonado esta mañana, pero al acabar el último aplauso me han venido a la mente los acordes de una canción de un grupo norteamericano. Como os decía, la melancolía hace giros insospechados en nuestra mente.
Audioslave nace a principios de siglo con la fuerza que da unir a uno de los mejores cantantes de rock y tres de los componentes de Rage Against The Machine. En muchos de los artículos que se pueden encontrar en la red nos habla de una superbanda, término que no termino de entender, pues supone hablar de fama más que de calidad.
Pero sin entrar en consideraciones sobre su estatus, es cierto que la banda aportó al panorama musical un buen puñado de canciones que perdurarán durante muchos años. Con solo tres discos en su haber, Audioslave desplegó un rock poderoso, con mensajes políticos y sociales comprometidos y con un sonido único, fruto de cuatro de los mejores músicos de su generación.
En este blog ya os hemos hablado de Chris Cornell, así que poco que añadir sobre una voz poderosa que, por desgracia, se apagó hace unos años.
Pero el sonido de la banda no hubiera sido el mismo sin los acordes y rifts de Tom Morello, el cual está considerado uno de los guitarristas mas influyentes del siglo XXI. Sus solos de guitarra son inconfundibles, mezcla de estilos musicales y técnicas de punteo. Completaban la banda la batería de Brad Wilk y el bajo de Tom Commemford, dos musicos que siempre han estado colaborando con los mejores músicos de su país.
En su primer disco, que llevaba su propio nombre, empezaron a dejar muestras de todo el talento que atesoraban. I’m the Highway, Like a Stone o Cochise forman parte de cualquier discoteca rockera que se precie. Aunque, al principio, el recibimiento de la crítica fue muy frío, el público se volcó con ellos, convirtiedo el trabajo en uno de los mas vendidos del año.
Tuvieron que editar dos discos más para que la crítica musical les concediera el mérito que tenían, pero esa ya es otra historia.
Con solo las tres canciones que he nombrado ya merecerían haber entrado en la lista de grupos imperecederos. El virtuosismo de sus composiciones y sus directos son un espejo donde cualquier grupo de rock debería reflejarse.
Un trabajo que alcanza la hora de música y donde hay sitio para el rock más fuerte, pasando por baladas a flor de piel y rarezas que enriquecen un álbum imprescindible.
Lo dicho, la melancolía me ha traído cosas muy buenas. Espero que las disfruten.

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Days of Future Passed (The Moody Blues)

El verano de 1.967 fue muy especial.  Fue el verano del amor.  Así se llamaba el festival que se celebró en San Francisco y supuso un hito social, generacional y musical. Figuras como Janis Joplin, Jimi Hendrix o The Who pusieron banda sonora a un movimiento que quiso cambiar el mundo.
Además, ese año fue testigo de nuevos discos de The Beatles, The Doors o Pink Floyd. Vamos, un año excelso en cantidad y calidad.
Nuestros protagonistas de hoy buscaban el éxito desesperadamente, después de un primer álbum muy bueno, pero que no le encumbró a la cima.  Sus ventas fueron notables, sin embargo la fuga de algunos de sus componentes pusieron en peligro el proyecto del grupo. La multitud de lanzamientos musicales de esos años, su variedad y el carisma de muchos de sus protagonistas ponían las cosas muy difíciles para unos debutantes que no destacaban especialmente. No eran excéntricos o polémicos, su música,  aunque buena, recordaba a muchas canciones que sonaban ya en las radios y se les consideraba más secundarios que protagonistas de la escena musical de la época.
Decca, su sello discográfico, estaba experimentando un nuevo sonido que aunaba música orquestal y clásica con acordes de rock. Y casi como una imposición, sus cinco componentes se pusieron a escribir temas que pudieran encajar en un nuevo concepto musical: rock progresivo. Habian pasado de ser un grupo de rock con toques de R&B a grupo experimental. 
Sin duda, la introducción de un instrumento como el Mellotron fue fundamental para conseguir la unión perfecta entre la orquesta clásica y los acordes de la banda; el uso de la tecnología al servicio de la melodia.
Con esos mimbres consiguieron uno de los mejores álbumes de la historia. Y, sin duda firmaron un tema que, pasen los años que pasen, seguirá sonando incansablemente. Days of future passed es un disco para escuchar del tirón.  Aunque sus canciones, individualmente, son fantásticas, la mezcla de la música orquestal, la poesía y esas canciones, consiguen crear una atmósfera única,  con momentos para la calma y otros instantes que parecen hechos para saltar del sofá y bailar.
Como ya he dicho antes, el tema que pone final a esta joya, por si sola , ya merece un sitio en la historia de la música. Y sí, no he dicho su nombre, pero a estas alturas …¿Alguien no sabe como se llama esa maravilla?

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Who’s Next (The Who)

Quiero aclarar, antes de que lluevan críticas a diestro y siniestro, que nunca he sido un fan entregado de este cuarteto inglés. Los descubrí tarde, a raiz de una serie de televisión de forenses. Ese tema de la cabecera, potente, me dejó con la boca abierta, aunque al principio pensé que lo habian realizado de propio para la serie. Llegó mi época de la Vespa, esa moto única y llena de nostalgia, y me empapé de todo lo que oliera al mito italiano de las dos ruedas. Pues bien, resulta que The Who son santo y seña de una generación marcada por su música y… ¡ la Vespa!
Con esa ilusión, me puse a descubrir todo sobre ellos y así me enteré que la música de la serie no estaba compuesta para la ocasión, sino que era uno de sus mejores temas, compuesto varias décadas atrás . Oía a todas horas su música, su evolución, y me aprendí muchas de las canciones con las que han pasado a la historia. Y son muchas, os lo aseguro.
Pero siempre tenía que hacer un esfuerzo por oirlos. Con el tiempo comprendí que mi pasión por esa moto suplía con creces mi indiferencia hacia la casi totalidad de su repertorio. Y con el paso de los años me he quedado con poco más de una decena de temas.
Dos de ellos, los mejores para mí, son de este álbum. Quizá también la historia que antecede a la grabación del disco ayudó en mi preferencia por este trabajo de 1.971.
Se cuenta que Pete Townshend, lider de la banda, se encontraba en una época mística. Y quería realizar una ópera rock inspirada en los conciertos que realizaban. El argumento era tan complicado que nadie, ni tan siquiera sus propios compañeros apoyaron la idea. Era enrevesado y demasiado etéreo. Aunque realizó guiones simplificados, nadie entendía el significado de la idea.
Pero las canciones estaban ahí, simplemente tenía que despojarlas de esa atmósfera irreal y darle el formato rock con el que salió.
Y fue un éxito sin precedentes para el grupo, situándose en la cima del panorama musical de la epoca. Contando con rivales como Los Beatles o Led Zeppelin, no es cualquier cosa.
Como decía, yo me quedo con dos temas impresionantes. El primero es el que abre el álbum, Baba O’Riley. Este nombre tan raro hace honor a dos personas que significaban muchísimo para Townshend. Su arpegio inicial, con el uso por primera vez del sintetizador como instrumento pleno, es parte de la historia. Sus cinco minutos son hipnóticos y uno puede oir el tema una y otra vez, en un bucle perpetuo.
La segunda pieza, es una balada. Behind blue eyes es una canción tan intensa, gracias a la voz de Roger Daltrey, que es imposible no emocionarse desde su primer acorde. Un tema que en directo supone un golpe al corazón. Brutal.
El resto del disco gustará a los amantes del rock académico. Un estilo muy limpio, donde el virtuosismo toma el mando, relegando la pasión y la fuerza a un plano secundario. El último corte de la cara B es un tema muy largo para la época, que los expertos consideran la mejor canción del grupo, pero, de ahí mis disculpas del principio, a mi no me llega a mover ni una ceja. Lo nombro por si tienen curiosidad: Won’t Get Fooled Again.
Pero con solo los dos temas que he nombrado, merece la pena acercarse al álbum, en particular, y a la discografía del grupo en general.
Disfruten de una música que marcó época. Con dos joyas que son parte imprescindible de la historia del rock.

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AC/DC (Back in Black)

Venían de hacer algo muy grande. Habían creado un himno con Highway to hell. Y, de repente, la noticia del fallecimiento de Bon Scott anunciaba el final de un grupo que estaba revolucionando el Hard rock.
Sin embargo, la esencia de AC/DC no estaba en su cantante, a pesar de ser considerado uno de los mejores. No, donde residía la magia era en los hermanos Young, Angus y Stevie.
En 1980, menos de dos meses después del fallecimiento de Scott, los hermanos Young se propusieron continuar con el grupo. Había canciones escritas, había ganas de seguir haciendo aquello que les hacía grandes. Y contaban con la bendición del padre de Scott, que el día del funeral les confesó que a su hijo le encantaría que ellos continuaran componiendo y tocando. No fue fácil encontrar a un sustituto, nunca lo es cuando la sombra de la genialidad sobrevuela a los candidatos. Tuvieron que llegar hasta un obrero de la automoción, arruinado, sin esperanzas de vivir de la música, para encontrar esa voz que encajara a la perfección con la música del grupo. Y hubo quien dijo que la presencia de Brian Johnson, menos radical o más comercial, según se entienda, fue lo que hizo de un gran disco, el disco más vendido de la historia realizado por un grupo.
Pero su antiguo compañero está presente en todo el trabajo. Back in Black es un homenaje a él, a su manera de comprender la música y transmitirla. Desde la portada, negra y anticomercial para los cánones de marketing de la época, pasando por el título, y ciertos arreglos en varias canciones, el conjunto de los diez temas supone el mejor homenaje que nadie pudiera idear.
Pero homenajes al margen, el impacto de las composiciones de este álbum es máximo. Cambió radicalmente la concepción del Hard rock hacia el gran público. En nuestro país, que no éramos muy del gusto de AC/DC, consiguieron unas cifras de ventas nunca vistas.
Hitos de la música como el tema que da nombre al álbum, o You shook me all night long, o shoot to thrill, componen un trabajo increíble donde cada uno de los miembros pone el máximo de su parte, conscientes de la suerte que han tenido de poder grabar un album que haría historia.
Por cierto, antes de acabar, y esto es opinión romántica mía; la voz de Brian Johnson es genial, los gift de guitarra de Angus Young son eléctricos, pero la magia que los hizo grandes vino de la mano de Stevie Young, el verdadero genio a la sombra. La gran mayoría de las composiciones son suyas, quién dió cohesión a tanto ego fue él, quién se quedó atrás para que otros se llevarán los aplausos fue, una vez más, Stevie. Nada hubiera existido sin ese secundario, voluntario, que nunca dudó en anteponer la música a la fama.
Gracias por todo, por tanto.

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Ten (Pearl Jam)

Hacia unas semanas que no os hablábamos de música. Y para remediarlo hoy os traemos a uno de esos grupos que ya son difíciles de encontrar en el panorama internacional. Difíciles porqué en más de treinta años han mantenido su estilo. Difíciles porque han sabido mantenerse en la cima sin acudir a polémicas o protagonismos trasnochados. Difíciles porque surgieron de un tsunami musical como fue el grunge y no fueron barridos por su declive.
Este fue el primer álbum de la formación. Con historia curiosa detrás del título del disco y del grupo: había en los años 90 un jugador de la NBA al que admiraban, Mookie Blaylock. De hecho el grupo adoptó el apellido de este jugador pero después, por un acuerdo comercial al que llegaron Nike y Blaylock, el cuarteto de Seatle pensó que era mejor adoptar el apodo del mismo: Pearl Jam. Y «Ten», el título del trabajo, debe su nombre al dorsal que portaba durante los partidos.
Un trabajo que fue compuesto de una manera muy original, pues la música de las canciones ya estaban hechas y grabadas en maquetas. Una grabación que habían realizado tres de sus componentes, sin Eddie Veder que todavía no estaba con ellos. Fue a raíz de esa maqueta como Veder conoció la formación y puso letra y voz a unas canciones que se convertirían en éxitos.
Ese fue el comienzo, esas letras marcaron la diferencia de Pearl Jam sobre otros grupos. La sombra  alargada de la voz y el tono de Veder ha hecho palidecer a los demás miembros del grupo y los críticos consideran que sin él, nada hubiera sido igual.
Volviendo al trabajo de debut, siempre me ha llamado la atención una cosa: todo el mundo lo ha calificado como grunge, cuando la mayoría de sus temas se encuadran dentro de los acordes propios del rock. Es cierto que sus letras y el tono general del disco es triste, oscuro. Pero el uso de las guitarras, los ritmos que van subiendo y la fuerza de la voz son puro rock. Incluso a  los propios Pearl Jam nunca les ha gustado que los consideren dentro del movimiento grunge.
Quién escuche este trabajo descubrirá el porqué de su fama. Temas como Jeremy, Black o Release suenan incluso a los que no son fan del grupo. El mérito de este trabajo es mayor si pensamos que el año de su lanzamiento tuvo que competir con Nirvana y su Nevermind.
Es un trabajo que no tiene canciones de relleno. Todos los temas que lo componen tienen una calidad altisima, aunque es cierto que estar al lado de temas míticos como los anteriores hizo que pasarán más desapercibidas.
Lo recomiendo para quienes se quieran acercar a las raíces de un grupo imprescindible, sin embargo, en Ten no encontramos su mejor sonido. Álbumes posteriores tienen mejor producción, más limpieza en la guitarras, etc… pero el mito comenzó aquí y la imperfección jamás ha sonado tan bien.
Una delicia para saborear una y otra vez.

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Nevermind (Nirvana)

Los 90 necesitaban una voz que representara de verdad a una generación de jóvenes que no encontraban el altavoz para denunciar sus problemas. Después de unos 80 muy coloridos, con ritmos alegres de pop, tecno o el rock más clásico, la juvetud suspiraba por esa voz que les hiciera encontrar su lugar en el mundo, el cual veían gris y triste.
Y esa voz surgió de alguien que odiaba la fama y el protagonismo. Nunca se imaginó que sus canciones, himnos inmortales, fueran a remover conciencias.
Kurt Cobain protagonizó, a su pesar, esa revolución que la música y la sociedad necesitaban. Sus letras, donde la rabia y el desencanto marcaban los versos, se convirtieron en la bandera que unió al mundo frente a la complacencia de una élite política y social.
Un álbum grabado sólo en dieciséis días, con un estilo musical minoritario por aquel entonces y donde se trataban los temas más espinosos, tenía todas las papeletas para haberse convertido en un fracaso o, como mínimo, en un disco para unos pocos.
Sin embargo, la expresividad de la voz de Cobain, el virtuosismo al bajo de Krist Novoselic y la fuerza de la naturaleza que es Dave Grolh, dió como resultado uno de los mejores álbumes de la historia. Fue capaz de eclipsar al mismísimo Rey del Pop, Michael Jackson, y su despegue en las ventas fue meteórico. Todo el mundo está de acuerdo en dividir la música en un antes y un después de ese trabajo. Grandes formaciones como Soundgarden o Pearl Jam les deben mucha de su fama. Sin este disco, posiblemente, el ritmo del Grunge no hubiera traspasado las fronteras de EEUU.
Nos ofrecieron himnos como Smell Like Teen Spirit o In Blood, y pusieron en la cúspide una música que emanaba del alma, y muchas veces ese alma está herida . Desde entonces, ese estilo musical, las camisas de franela y los vaqueros rotos fueron las señas de identidad de millones de personas.
Por desgracia, esa fama trajo infelicidad y desdicha al líder de la banda y tal día como el de ayer pero de 1994 dejó huérfanos a todos los que se atrevieron a soñar con un futuro mejor.
El  legado que dejaron sus canciones permanece para todos los que tuvimos la fortuna de escucharlos.

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A bigger bang-Live on Copacabana beach (The Rolling Stones)

Están los regalos, que siempre son una maravillosa sorpresa. Y luego están los regalazos, aquellos hechos con el corazón y un poquito de ¡The Rolling Stones!
No escondo mi preferencia por el cuarteto londinense sobre ese otro cuarteto de Liverpool. Su trayectoria que se remonta a los lejanos años sesenta, su influencia en la música rock y  la genialidad de sus composiciones los hacen incomparables. No resto méritos a The Beatles, pero sin Mick Jagger, Keith Richard, Ronnie Wood y Charlie Watts, la música sería mucho más triste.
Muchos son los que han criticado la excesiva longevidad del grupo, diciendo que en los últimos años no habían aportado más que sonidos comerciales a sus canciones, pero el peor disco de los Rolling es muchisimo mejor que la mayoría de otros artistas. Juegan en otra liga, no me cabe ninguna duda.
Y luego llega este álbum, editado el año pasado, pero de un concierto del 2006, y uno comprende que deberían ser eternos. Este concierto, ante más de un millón y medio de personas, nos vuelve a demostrar que, en directo, pocos pueden rivalizar con ellos. En ese año ya eran sexagenarios, con un pasado lleno de sustancias y polémicas, y siguen sonando tan acoplados como en sus mejores tiempos. La vitalidad que trasmiten en cada tema hizo que el público se rindiera ante ellos. Y no necesitaron sus grandes temas, porque salvo dos o tres piezas, como Satisfaction, sympathy for the devil o wild horses, el resto son canciones más conocidas por los incondicionales y que ellos solían utilizar para los pequeños conciertos. Tenemos delante un sonido rock más puro, con las guitarras llevando el peso, y un complemento perfecto del piano para una versión del tema de Ray Charles, Night time is the right time.
La voz y energía de Jagger es impropia de una persona de su edad, y se nota que encima del escenario sale ese animal artístico que siempre ha sido. El resto de la banda se acopla y amplifica a su líder y consiguen que cada tema sea más y más aplaudido y jaleado que el anterior. Y cuando llega el gran final, la sonrisa no se puede disimular y me descubro moviendo la cabeza sin disimulo y soñando que soy esa estrella del rock, capaz de parar el mundo ante mi voz, tal y como siempre han hecho ellos.
Larga vida al rock y a quienes lo hacen tan grande.