
¡Vaya país! Tan pronto somos los dueños del mundo como pasamos, en pocos años, al mayor desastre mundial. Está claro que aburrirse no es el verbo que más utilizamos. Nuestra historia da para tener héroes y villanos en una cantidad que abruma. Lo que nos ocurre, creo que a diferencia de otros paises, es que nuestros héroes suelen tener más oscuros que claros. Y si hablamos de villanos, puede el lector inferir que ocurre otro tanto. Y esto, tan radicado en nuestra sociedad que ha quedado como seña de identidad, es producto de la manipulación por parte de políticos e historiadores.
Somos víctimas de propagandas nacionalistas, de bulos malintencionados y de consecuencias funestas, pues las personas que habitamos estas tierras tan variadas nos hemos acuchillado sin cesar en defensa de unos ideales imperfectos. La historia debería ayudarnos a tener espíritu crítico, pero la realidad es que la historia es el comienzo de un proceso manipulativo que, hay que reconocerlo, siempre consigue su propósito.
Con la reconquista nos encontramos en el mismo proceso, una vez más. Un periodo extenso que se antoja imposible sincretizar en algo tan simple como la idea constante de echar a un invasor para restablecer una monarquía y un sentimiento de identidad nacional. Eslava Galán nos lleva de la mano en ese recorrido de siglos para que nos hagamos la pregunta de si todo el proceso puede englobarse bajo la misma idea.
Está claro, para cualquiera que se pare un segundo, que esos ocho siglos fueron una lucha constante entre varias fuerzas y no solo entre musulmanes y cristianos. Entre los mismos bandos se acuchillaban y traicionaban y no dudaban, si para eso conseguían sus propósitos particulares, en pactar con el enemigo. Olvidemos la idea de una batalla de Covadonga que dio inicio a una fuerza arrolladora de recuperación. Olvidemos la «santidad» de reyes y caballeros que luchaban por la Cruz. Y recordemos que somos descendientes de esas personas que bastante tenían con sobrevivir a las campañas militares, las sequías y las luchas espirituales.
Eslava Galán muestra una pequeña parte de ese mosaico y se deja fuentes que nombrar, pero deja, al menos, abierta la opción de que ese periodo es mucho mas complejo de lo que nos han vendido. Y con ese estilo tan particular que tiene de acercarse al lector consigue que su lectura sea muy amena.
Tenemos en las manos un buen libro, pero recuerden los lectores que un solo libro es imposible que abarque todo un periodo tan extenso como fue el de la Reconquista.