
Hoy, principio de unos días de descanso, quería recomendaros una lectura ligera. Una novela muy bien escrita, con misterio, emoción, personajes oscuros y un final a la altura de la trama.
Siempre que os hablo de Pérez Reverte os digo que dejéis de lado al personaje, siempre en el candelero y rodeado de la polémica, y os fijéis en sus libros. Su calidad está fuera de toda duda y en esta novela en particular, pone al servicio del lector toda su arte para crear una notable novela de entretenimiento. Y esa es la cuestión, entretenimiento, nada más.. y nada menos. Porque ser capaz de crear un argumento sólido, con una ambientación que nos lleva a una Sevilla real y reconocible y, además, de la mano de unos personajes con tantos claroscuros, es muy difícil, complicado sin caer en clichés del género y es muy sencillo poner un final abrupto que nos deje frustrados.
Es cierto que Pérez Reverte tiene unas señas de identidad únicas, aquellas que nos permite saber que sus libros son suyos, con unos recursos que maneja de forma magistral, sabiendo siempre que lo leemos que podemos esperar. Y casi nunca defrauda. La fuerza de sus novelas radica en esos protagonistas duros, llenos de luces y sombras, y muy humanos. Siempre es capaz de dibujar en pocos trazos la biografía de un personaje y eso nos permite observar con placer la congruencia entre su carácter y su acción. No es amigo, el autor, de giros inesperados o soluciones mágicas, siempre busca las soluciones más humanas, a riesgo de no gustar las decisiones que toman los personajes.
En este caso, la extraña pareja formada por un sacerdote/detective y una aristócrata muy singular, se unen para desvelar un secreto que se está cobrando la vida de muchas personas y pone en peligro grandes secretos que la Iglesia prefiere queden a salvo de las miradas curiosas.
La única pega que se le puede buscar es su inicio un tanto perezoso, pasan algunos capítulos donde no terminamos de situar el centro del interés. Pero cuando la narración coge ritmo, sus páginas se suceden a un ritmo vertiginoso, siempre de la mano de unos diálogos precisos y que sirven para «despistar» a quienes quieran jugar a detectives.
Una obra notable, entretenida y muy bien construida. Para quienes quieren divertirse sin más pretensión.