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Ocho escenas de Tokio (Osamu Dazai)

Osamu Dazai es uno de esos escritores que se suelen etiquetar como malditos. Su vida y , sobre todo, su final, son argumentos suficientes para engrosar la larga lista de autores atormentados.
Su fama ha ido creciendo década tras década fuera de su Japón natal. En nuestro país, las cuidadas ediciones que se han hecho sobre sus libros han servido para afianzarle como uno de los grandes de la literatura oriental.
Narrador extraordinario, su producción destaca por su amor hacia los cuentos. Fue en ese género donde podremos encontrar lo mejor de su obra.
Y este es el caso de hoy. Una pequeña recopilación de narraciones muy cortas, donde el protagonista es él mismo. Ocho historias que nos trazan el camino hacia los infiernos que recorrió Dazai. Una espiral de destrucción y desidia, con épocas de absoluto abandono, que forjaron la leyenda de escritor de culto e  imposible de controlar para sus editores.
Quiénes abran cualquiera de las páginas de este recopilatorio, se va a encontrar con un ser humano atormentado, sin ganas de luchar ni fuerzas para enderezar su destino. Fue la literatura lo que lo mantuvo más tiempo vivo. Se nota su desesperación, su prosa simple, desbordante de tristeza. Lo de menos es la historia que nos cuenta. Con Ocho escenas de Tokio lo que tenemos es un retrato psicólogico del autor. Un bellísimo diario de su devenir terrenal. Bello, si, pero terrible. Advierto al lector que no hay escenas terribles. Lo realmente espantoso es el ambiente que sus palabras forman a nuestro alrededor. Hay una niebla que nos va envolviendo en la locura que vivió.
Después de terminar la última escena, mi mente se debatía entre seguir ahondando en Dazai o desterrarlo oara siempre, pues el desasosiego que me produjo fue muy grande.
Me imagino que, pasado un tiempo, retorne con fuerza la primera idea. Y seguro que os la contaremos aquí.

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Cuentos (Hans Christian Andersen)

¿Podrían imaginar un mundo sin los cuentos de Hans Christian Andersen? Es complicado ni siquiera intentarlo. La trascendencia del escritor danés superó, con mucho, su capacidad de crear pequeñas obras maestras.
Representante del romanticismo, su amistad con otro grande, como Charles Dickens, fue esencial para encontrar el equilibrio entre el realismo y el misticismo. Sus cuentos son una mezcla entre animales fantásticos y situaciones reales extremas, con fuerte carga moral y psicológica.
La vida nunca fue fácil para Andersen y encontró en la escritura esa ventana por donde asomarse cuando el mundo real le negaba la felicidad. Su aspecto físico, causa de su eterna infelicidad, fue fuente de inspiración para El patito feo. Su pensamiento racional encontró su sitio en El traje nuevo del emperador. Su infancia de hambre y pobreza es el impulso que necesitó para crear a La pequeña cerillera.
¿Cuál fue el secreto para conquistar a los más pequeños? Sin duda su lenguaje directo. Escribió tal y como contaría esos cuentos a un auditorio lleno de niños. Se apartó de artificios que únicamente los alejaban de la lectura y cuando escribía lo hacía pensando en el niño que una vez fue. Su mezcla entre la realidad más dura y criaturas mágicas consiguió hacer llegar lo más duro de la condición humana a su joven público, sin perder un ápice de esperanza de un mundo mejor.
Escribió 168 cuentos durante poco más de 35 años, y aunque estaban destinados a un público infantil, en poco tiempo se convirtió en uno de los escritores más famosos de su época. De repente, reyes y artistas buscaban su amistad, lo que le permitió una vida desahogada, al contrario de muchos de los escritores de la época.
La ironía de todo esto es que Andersen nunca llegó a sentirse cómodo entre los más pequeños, aunque supo mejor que nadie entenderles. Quizá fue un niño toda su vida, encerrado en un cuerpo que no sentía suyo.
Lo que nos queda es un universo extenso de sueños y esperanzas. Unos cuentos que han inspirado felicidad generación tras generación y seguirán acompañándo a los niños, y no tan niños, muchos siglos más.

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Tercera semana de lectura de #Poe

Última semana de nuestro viaje emocional con Poe. Unos relatos finales que me han dejado saturado y con la cabeza puesta en esa reunión del club de lectura que promete ser muy interesente.
Llega el turno de repasar unos últimos cuentos que han cerrado un mes lleno de miedo y locura.

Comenzamos con un relato lleno de simbolismo, Sombra (Una parábola). Un cuento donde Poe da rienda suelta a su estilo más gótico. En él une mitos clásicos y referencias religiosas para hablarnos de la muerte. Unas páginas difíciles, posiblemente uno de los relatos más complicados.

El corazón delator es uno de los relatos más famosos del escritor. Su narración nos sumerge dentro de la mente de un asesino y sus motivos.

Después, uno de los relatos que más he disfrutado, La máscara de la muerte roja. Muy propio para los tiempos que corren.

Llegamos a los dos relatos que más duros han sido de leer. Tanto Berenice como Ligeia narran la locura más profunda, son la caída al abismo de los protagonistas. Sus líneas provocan el horror más profundo y es imposible en ningún momento sentir el placer de leer.

Y con William Wilson cerramos este viaje gótico a la locura. Una especie de autobiografía, contrapunto de los horrores anteriores y que nos narra la vida de un Alter ego acusador.

Nos os engaño si afirmo que ha sido un final de libro áspero y que ha requerido mucha determinación. El buen recuerdo juvenil de mis lecturas de Poe ha dado paso a unas sensaciones más ambiguas. Será interesante conocer si les ha ocurrido lo mismo a los demás.

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La historia de tu vida (Ted Chiang)

Esta semana he leído, por fin, este libro de cuentos de ciencia ficción que tenía en pendientes desde hace meses, pues me lo regaló un amigo para mi último cumpleaños. Ocho relatos muy dispares entre sí, tanto por su calidad o su número de páginas, como por lo que han despertado en mí.

Tengo que comenzar advirtiendo que, salvo alguna excepción, se trata de historias que se podrían catalogar de pseudociencia ficción, si es que el prefijo se puede interpretar solo en la primera parte del compuesto. En vez de imaginar un mundo donde la ciencia y la tecnología han avanzado hasta lo impensable (que es lo que esperaba yo de un libro de ciencia ficción), lo que hace el autor es imaginar un mundo en el que son ciertas algunas propuestas de la pseudociencia o incluso de la religión. En estos relatos encontramos un mundo terraplanista, vemos cómo Dios, los ángeles y sus milagros son parte del día a día, aceptamos como bueno el determinismo linguístico, llevaremos hasta el extremo el nominalismo filosófico… El autor fantasea con cómo podría ser nuestra vida si cualquiera de esas propuestas teóricas que sabemos falsas fueran verdad. El resultado, como decía al principio, es dispar.

El problema que tienen algunos de estos relatos es que el autor se limita a desarrollar la idea desde el principio, sin que le interese en realidad nada más. No hay grandes temas en los que reflexionar después, los personajes son planos, la narración prácticamente no interesa. Por eso, aunque la idea de inicio es muy buena, al final me acabaron aburriendo o simplemente me dejaron fría.

Por el contrario, hay otros relatos en este libro que son francamente magníficos. La diferencia está en que en estos, la idea inicial, tan genial como en el resto de casos, viene acompañada de algo más: unos personajes un poco más trabajados, temas filosóficos de alcance, narraciones interesantes… os recomiendo especialmente tres relatos:

La historia de tu vida (cuento que da título al libro) es posiblemente el mejor de todos. Dio lugar después a una famosa película titulada La llegada. Como en la mayoría de los relatos de este volumen, desarrolla la posibilidad de que una teoría que se ha demostrado falsa (el determinismo linguístico) fuera verdad. Y la desarrolla en el seno de una historia bien elaborada, con saltos narrativos entre la trama principal (con seres extraterrestres) y la vida personal de la protagonista. El resultado es magnífico y solo por este relato ya merece la pena el volumen completo.

Los otros dos relatos que os recomiendo vivamente son los dos últimos: El infierno es la ausencia de Dios y ¿Te gusta lo que ves? Son cuentos que presentan mundos de ficción, pero con preocupaciones muy mundanas. Ambos consiguen que cierres el libro y continúes pensando en el dilema que plantean. Tengo la intuición de que se quedarán conmigo mucho tiempo.

Un libro bien escrito, con resultado dispar entre unos cuentos y otros, pero con grandes ideas en todos y cada uno de ellos. Os lo recomiendo.

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Aquí yacen dragones (Fernando León de Aranoa)

Lo mejor del verano, además de disponer de más tiempo, son los reencuentros con la gente a la que quieres. Y si además se trata de amigas lectoras, a veces a la felicidad del encuentro se suma un libro nuevo. Eso me pasó a mí esta semana con este libro de Fernando León.

Podría decir que se trata de una colección de relatos y microrrelatos, pero creo que es algo más. Hay un sentido de unidad dentro del libro que me impide verlo como una colección de textos. Prueba de ello es que hay que leerlo en orden, pues solo así se puede disfrutar del ritmo que el autor ha creado y de los guiños que se suceden de un relato a otro.

Leyendo este libro yo no dejaba de pensar en los cuentacuentos de adultos, como Cristina Verbena. Pasamos de la sorpresa a la risa, de la sonrisa cómplice al choque de realidad. Sales de esta lectura como de las sesiones de cuentacuentos de adultos: con una sonrisa en la boca y un regustillo amargo en la garganta. Porque estos relatos te hacen feliz pero te obligan, al mismo tiempo, a mirarte al espejo y pensar en cómo somos.

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Mendel el de los libros (Stefan Zweig)

En este cuento confluyen unos ingredientes que lo convierten en lectura imprescindible. En primer lugar, el autor es el gran Stefan Zweig, del que ya hemos hablado por aquí en entradas anteriores. Como sabéis, se trata de un mago del lenguaje que mira a su alrededor con el alma sensible y la inquietud de la inteligencia.

En segundo lugar, el protagonista es un personaje delicioso. Un librero con una memoria increíble que vive literalmente por y para los libros. Capaz de encontrar y conseguir cualquier ejemplar, por raro que sea, su mundo se termina donde acaba el libro físico. De ahí que, abstraido en su mundo, ni siquiera se entere de que a su alrededor ha comenzado la primera guerra mundial.

En tercer lugar, el narrador, que cuenta la historia en retrospectiva, desde la sabiduría que da el tiempo. Una voz en off que nos permite entender los matices, que nos habla de la inocencia y de la culpa; del amor por los libros y del horror de la guerra que acabó con todo.

Y de decorado, la maravillosa Viena de principios del XX, con su amor por el arte y su respeto por la cultura. Una Viena que se verá irremediablemente transformada cuando sienta los colmillos de la guerra y la desolación que esta trajo.

No es más que un breve cuento, que podéis encontrar suelto en esta bella edición o recogido en colecciones, pero, como siempre ocurre con Zweig, es una historia muy bien contada que pasa a formar parte de ti.

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Cuéntame lo que no te contaron (Teatro indigesto)

Erase una vez, en una tarde calurosa a la orilla del río Ebro, tres maravillosos actores que improvisaron un cuento tras otro para un público que ocupaba todo el aforo del teatro.

Pero no eran los cuentos de hadas que todos conocemos. Quisieron ofrecernos las historias del antes de los cuentos, o del después, y también del antes del después, aunque también contaron el después del antes….. Un mágico lío del que ellos salieron airosos y aplaudidos.

Nos contaron la historia de la cenicienta, que sin quererlo se convirtió en la bella durmiente. También salió el cuento de los tres cerditos, vegetarianos y uno de ellos alcalde. Conocimos la historia de la abuelita de caperucita, donde como en todas las familias también cocian habas. Algunos fueron cuentos de terror, otros de misterio, pero todos hechos con humor y talento.

Un libro sirvió de excusa para desplegar un trabajo de improvisación genial, que contó con la ayuda de un público que participó, río y disfrutó olvidando durante ese rato el calor y los mosquitos que los sofocaba.

Una tarde de cuentos y teatro. Todo unido por un libro, una librería y un librero loco que nuestros gustos conocía.

Y colorin colorado, esta es la historia de los cuentos como nunca antes nos los habían contado.

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Lo inevitable (Cristina Verbena)

Ayer, al aire libre y con todas las medidas de seguridad, pudimos disfrutar de una sesión de cuentos de Cristina Verbena. Y así, tímida y feliz, la añorada normalidad se hizo un hueco en la agenda de nuestro fin de semana.

Hora y cuarto de cuentos, canciones, minicuentos y poesía. Setenta y cinco minutos de felicidad, de sonrisas, de aplausos, de complicidad y, a veces, de carcajadas liberadoras.

Ella nos regaló historias que había sacado de libros. Algunas divertidas, muy divertidas, surrealistas muchas; otras más realistas, con un deje de reflexión que nos llevamos a casa, para pensar despacio durante días. Algunas eran tan breves que solo su sonrisa silenciosa conseguía que nos enteráramos de que habían terminado; otras eran tan largas que nos daba tiempo a encariñarnos de los personajes.

Ahí estuvimos, hora y cuarto, con la sonrisa boba en la cara todo el tiempo, como si todo fuera normal, como si la pandemia que nos arrebató nuestra vida no fuera más que una historia lejana. Cristina Verbena nos contaba cuentos y lo demás, por un ratito, se olvidaba.

Y cuando terminó, nos hizo el regalo definitivo. Nos listó los libros de los que había sacado sus historias. Y nos fuimos felices a casa, a leer esos libros. En ellos no encontraremos los cuentos de Cristina, pero sí los que ella leyó antes de transformarlos en sus historias.

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Arséne Lupin, caballero ladrón (Maurice Leblanc).

Reconozco que me acerqué a Lupin después de ver algún fragmento de una serie estrenada en una plataforma de televisión . Parecía entretenida y su premisa, aunque no original, me atrae: ladrón con un alto sentido de la moralidad.

Y esa atracción se vio apoyada al investigar un poco sobre las novelas y descubrir que eran coetaneas de las de Sherclok Holmes.

Primer error. Crecí leyendo las maravillosas aventuras del genial detective de la calle Baker. Para mí fue el primero, el original, por lo tanto, me cuesta mucho hacer un nuevo hueco en mi imaginario lector.

Mi segundo error llegó al leer este volumen con exceso sentido crítico sobre su verosimilitud de sus acciones , sobre las capacidades sobrehumanas del protagonista, sobre la admiracion que despierta entre el pueblo, en definitiva, olvidé el carácter lúdico de los relatos. Lo comparaba con las novelas negras de la actualidad y veía unos personajes muy lineales y simples en su forma de pensar.

Y estos relatos han de ser disfrutados con una mentalidad abierta al contexto histórico en el que se escribió, principios del siglo XX. Sus personajes tienen rasgos que podemos encontrar en novelas de Agatha Christie o en las relatos de misterio de Poe.

Al escribir estas líneas, repaso los 9 relatos que conforman este libro y me fastidia reconocer que mis prejuicios han estropeado una lectura, que sabiendo no entraría en mi top, a buen seguro me hubiera proporcionado momentos muy agradables.

Pero no le perdonaré que a mi gran detective Sherclok Holmes lo bautizara en sus obras como Herlock Sholmes. Duele hasta decirlo.

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Crónicas marcianas (Ray Bradbury)


Cuando uno escoge al azar un libro titulado «Crónicas marcianas», espera encontrar en su interior una historia de ciencia ficción, donde los extraterrestres nos invaden y nosotros, los humanos, somos héroes que luchan hasta el último aliento.

Nada de esto encontraremos en los pequeños cuentos, que no novela, escritos por Ray Bradbury en 1950.

Dicho lo cual, ¿qué podemos encontrar?
Encontraremos una crónica descarnada del comportamiento del hombre cuando ha descubierto y conquistado nuevas tierras. Cada relato es un pequeño golpe a nuestra memoria colectiva que nos recuerda los mayores pecados de la humanidad, tales como la soberbia, el racismo, la locura, la guerra, etc..

Escrito con cierto sentido del humor, que en ocasiones nos hace sonreír, no podemos dejar de sentir un escalofrío al ser conscientes en ese momento de una verdad irrefutable : ni en Marte el hombre escapará de sus ambiciones.

Hay una cita dentro del libro que dice:
» Estoy buscando lógica terrestre, sentido común, gobierno honesto, paz y responsabilidad. Pero nada de eso he encontrado aquí».

Espero que conocer de nuestra naturaleza nos ayude a cambiarla. Ojalá.