
Ayer fue el día de las escritoras y decidí comenzar el libro de Paloma Serrano que me acababa de llegar. Un rato de lectura tranquila como premio a un lunes de reuniones y trabajo que se había dilatado más allá del horario habitual. Lo que no esperaba es que las palabras de Paloma me engulleran del modo en el que lo hicieron, ni que, robándole horas al sueño, terminara el libro del tirón.
Las palabras que te guardan es una novela autobiográfica escrita en forma de carta al padre que acaba de fallecer. Está escrita de tal modo que uno acaba creyendo que todo lo que cuenta es exactamente lo que pasó, sin una sola intromisión de la ficción. Y es que si algo emana el libro de Paloma Serrano es verdad. Una verdad desnuda, ingenua a veces, descarnada otras, creible siempre. Leyendo esta novela, te conviertes sin notarlo en parte de la familia que describe. Eres una de las primas que le agarran la mano, o una de sus tías, preparando el colacao de la chiquillería. Te conviertes en uno de los personajes, porque la crees, porque en su prosa no hay ni pizca de afectación. Los diálogos fueron tal y como dice. Los puedes escuchar directamente de los personajes. Las bromas, las miradas, los olores. No puede haber ficción en sus palabras, porque solo ves realidad. La vida misma. Qué difícil es encontrar eso en un libro.
La autora consigue más cosas difíciles. Consigue crear un canto a la vida y a la felicidad hablando de la muerte de la persona más querida; consigue que te rías cuando aún conservas las lágrimas del párrafo anterior; consigue que vuelvas a desear viajar: que se te llene la boca de ceviche, que te inunden los olores de las afueras de Lima, la música cansina de sus radios siempre encendidas; que sientas la necesidad de viajar a Puerto Rico a recorrer los caminos en bicicleta; que encuentres algo de belleza en el hormigón duro y sombrío de Sao Paulo; y al mismo tiempo que pasa todo eso, consigue también que reconozcas, sobre todas las cosas, que adoras tu vida en España. El libro de Paloma es un canto a encontrar la felicidad allá donde estés.
Y a pesar de conseguir tantas cosas difíciles, a pesar de removerte por dentro y sacudirte para dejarte luego mejor de lo que eras, la sensación es que todo lo hace de forma fácil; que cualquiera podría sentarse a escribir una novela como esta; que lo ha hecho sin sufrir, sin pensar. Y eso es, verdaderamente, lo más difícil de todo. Retransmitir la vida, emocionar y que no se vea ni una sola costura.
Las palabras que te guardan es una primera novela que nos descubre a una excelente narradora que seguro que nos da muchas más alegrías. La seguiremos de cerca.