Ayer por la tarde Javier y yo nos acercamos al edificio Joaquín Roncal, en pleno centro zaragozano, para celebrar con la Asociación Aragonesa de Traductores e Interpretes el día del traductor. Desde aquí agradezco a su presidenta, Maria Pilar Cardós, y al resto de organizadores su invitación. Fue estupendo.
Como contaba Guillermo Pinilla en su tweet, vimos la película Los Traductores y después tuvimos un agradable encuentro con Mario Pérez en el que no solo comentamos la película, sino que también hablamos sobre los entresijos de la traducción audiovisual.
Si no habéis visto la película, os la recomiendo. Es un thriller bien llevado, desde mi humilde opinión, que te tiene pegado a la silla y que no te decepciona al final. Como película para un cineforum da mucho juego, porque retrata muy bien lo que es el proceso creativo de un Best seller, desde la escritura hasta que llega al público objetivo: arte, pasión, negocio, interpretación… Un largo y complejo proceso en el que los traductores juegan un papel mucho más importante del que se les reconoce. Como en muchos otros trabajos silenciados, solo nos acordamos de ellos precisamente cuando fallan y el producto no está perfecto.
La charla con Mario Pérez fue también muy interesante. Nos habló de su día a día como traductor audiovisual. Los plazos, las presiones, el reto, la emoción. Sinceramente, creo que la industria audiovisual, igual que la del libro, debe un reconocimiento a esta profesión que nos acerca la ficción de cualquier lugar del mundo.
Feliz día del traductor a todos. Que no nos falten nunca.

