Publicado en Libros, Novela

Querida señora Bird (A. J. Pierce)

Hace unas semanas tuvimos que acudir en medio del fin de semana a un centro comercial. Ya. Mal hecho. Son daños colaterales de convivir con adolescentes. Como una ya tiene sus tablas, cuando la cosa se empezó a alargar me refugié en una librería y me autorregalé un pequeño libro de bolsillo de sus estanterías. Creo que en los centros comerciales colocan siempre una gran librería precisamente para eso, para que sobrevivamos los que no soportamos las compras.

El problema fundamental de esta novela es que la elegí pensando que iba a ser similar a La sociedad literaria del pastel de piel de patata de Guernsey, que es una de mis novelas favoritas. Muchos son los rasgos que las relacionan. Las dos están protagonizadas por mujeres jóvenes y resueltas; en las dos está de fondo la segunda guerra mundial y las consecuencias que tuvo en la vida de la gente corriente; ambas están escritas de un modo fresco y desenfadado e incluso en las dos tenemos la redacción de cartas como un elemento nuclear del argumento. Además, una de las autoras de aquella novela aparecía en la portada de esta, recomendándola.

El problema de comenzar a leer una novela pensando en otra tan fabulosa como la de La sociedad literaria... es que es muy difícil que no salga mal parada. Y eso es precisamente lo que me ocurrió, al menos al principio. En la primera mitad de la novela me parecía estar ante una historia medio insulsa, absolutamente predecible y no excesivamente bien escrita.

No obstante, algo cambia radicalmente hacia la mitad de la novela. El argumento da un giro de timón y parece como si la protagonista y la autora maduraran al mismo tiempo. De pronto estaba ante una historia mucho más sólida, cuyos personajes, tan planos al principio, ahora tenían matices. Incluso la forma de escribir había mejorado, reduciendo enormemente los clichés que tanto abundan al inicio.

Una vez terminada, puedo decir que, a pesar de que se trata de una novela que podría mejorarse formalmente, merece la pena leerla. Ver crecer a su protagonista y comprobar cómo, tras su apariencia de niña ingenua y simple, se escondía una mujer valiente y generosa es una experiencia fabulosa. Además, nos permite conocer la vida de un Londres que, asediado por las bombas alemanas, no está dispuesto a rendirse en ningún sentido.

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Almas grises (Philippe Claudel)

Los que os habéis leído el balance lector que hicimos para la primera mitad de 2021 sabréis que este año Javier y yo hemos descubierto a un autor increíble: Philippe Claudel. La nieta del señor Linh nos conmovió profundamente y teníamos muchas ganas de leer algo más de él. Estas vacaciones, cuando visitamos la librería Gil en Santander, vimos este pequeño libro en edición de bolsillo y no nos lo pensamos. Esta semana por fin me la he podido leer.

Lo que más llama la atención de esta pequeña novela a medida que la vas leyendo es, sin duda alguna, su belleza. Claudel esculpe la realidad palabra a palabra y en ocasiones me descubría releyendo una frase por el mero hecho de disfrutar de ella. Dado que la he leído traducida al español, tengo que agradecer a José Antonio Soriano su buen trabajo.

Una novela corta (poco más de 200 paginas) y bella, muy bella. Y, sin embargo, no es fácil de leer. Las razones creo que son tres. La primera es que se trata de una historia triste y si unes la belleza con la tristeza a veces la historia se te atraganta y tienes que parar a respirar. El protagonista, un policía que cuenta el caso sin resolver de una preciosa niña de 10 años, relata su propio drama vital y el de todos sus conciudadanos al mismo tiempo. La acción discurre durante la primera guerra mundial en un pueblito (llamado V), cercano al campo de batalla. Lo suficientemente cercano como para recibir todos los soldados heridos o muertos pero lo suficientemente alejado como para sentirse un poco avergonzado de no recibir en las propias carnes la metralla.

La segunda razón por la que no es fácil de leer es por la técnica que utiliza. La historia está contada al ritmo del pensamiento de su narrador, por lo que de un asunto pasa a otro, a veces en el mismo párrafo, incluso en la misma frase. El lector no puede perder un momento la atención, por lo que las relecturas son frecuentes y obligadas.

Pero la verdadera razón por la que no es un libro fácil de leer es por la visión del mundo que nos transmite. En Almas grises hay verdaderos canallas, pero no encontraréis muchos ángeles (salvo, quizá, los que se presentan como tales por haber muerto innecesariamente pronto). Todos los personajes principales, incluidos los más extraordinarios, tienen un lado oscuro, un momento de debilidad en el que desearon convertirse en monstruos o simplemente lo hicieron. El gris del titulo inunda cada una de las almas de un relato difícil y hermoso.

Pero ¿de qué otro color pueden ser las almas de los humanos que viven puerta con puerta con la Gran Guerra? Mis amigos de V tal vez no sean inocentes pero no seré yo quien los culpe.

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La impaciencia del corazón (Stefan Zweig)

Los que seguís este pequeño blog ya sabéis de mi debilidad hacia Zweig. A pesar de que durante años afirmé que era imposible, como lectora voraz que siempre he sido, elegir un único autor como mi preferido, desde que empecé a leerle a él no tuve ninguna duda. Tengo la suerte de que, además, fue un autor muy prolífico y variado, por lo que encontraréis por aquí reseñas suyas de ensayos, biografías, relatos o novelas.

La novela que os traigo hoy es, hasta el momento, una de las que más me han impresionado. Es verdad que no se lee tan fácilmente como otras, que la narración es menos dinámica (pasan menos cosas), las descripciones ocupan más espacio que en otras ocasiones y el ambiente es algo asfixiante, pero las teclas que toca son especialmente importantes. Es una novela a la que vuelvo con cierta regularidad, como un diálogo terapéutico con un viejo conocido.

El tema más importante de esta novela es la confusión de emociones y sentimientos y lo difícil que resulta en ocasiones reconocer qué es exactamente lo que se siente por alguien. El protagonista siente una enorme compasión por una mujer de la alta sociedad que no puede caminar. Le produce mucha lástima su encierro, su falta de esperanza por recobrar la movilidad y por tener una vida en libertad.

Pero, como siempre ocurre, la dama le provoca muchas otras emociones. Por un lado, se siente halagado por el amor que ella le profesa, un amor que raya en la adoración, en la necesidad. Se siente especialmente halagado porque se trata de una mujer de alta alcurnia y se ha fijado en el, un simple oficial. Por otro lado, la discapacidad de ella le provoca cierto rechazo e inmediatamente una culpa infinita. Ojalá pudiera sentir hacia aquella mujer la atracción irracional que siente hacia otras, puesto que ella lo merece más que nadie.

Por si todo eso fuera poco, nuestro protagonista también siente vergüenza. Aquella familia representa todo lo contrario a lo que él es. ¿Qué pensarían sus compañeros de la cantina si supieran que visita con tanta frecuencia la mansion? Sin duda alguna, malinterpretarían sus intenciones y lo considerarían un vendido. Nadie entendería los verdaderos sentimientos que le mueven.

Pero ¿cuáles son, en realidad, sus verdaderos sentimientos? Zweig, con esta novela, nos advierte de los peligros de dejarse llevar por las emociones equivocadas. Cuánto daño puede hacer confundir la compasión, el afecto, la simple empatía con el amor. Qué necesario es ser sincero con uno mismo, parar, reflexionar sobre lo que sentimos, antes de comprometernos con los demás.

La impaciencia del corazón está ambientada en el terrible siglo XX y tiene como trasfondo la primera guerra mundial. En ella se refugiará el protagonista para huir de todos sus demonios interiores. Porque, aunque parezca increíble, cuando al enemigo lo tienes dentro, enfrentarte cuerpo a cuerpo a adversarios reales puede resultar un cierto alivio para el alma.

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Mendel el de los libros (Stefan Zweig)

En este cuento confluyen unos ingredientes que lo convierten en lectura imprescindible. En primer lugar, el autor es el gran Stefan Zweig, del que ya hemos hablado por aquí en entradas anteriores. Como sabéis, se trata de un mago del lenguaje que mira a su alrededor con el alma sensible y la inquietud de la inteligencia.

En segundo lugar, el protagonista es un personaje delicioso. Un librero con una memoria increíble que vive literalmente por y para los libros. Capaz de encontrar y conseguir cualquier ejemplar, por raro que sea, su mundo se termina donde acaba el libro físico. De ahí que, abstraido en su mundo, ni siquiera se entere de que a su alrededor ha comenzado la primera guerra mundial.

En tercer lugar, el narrador, que cuenta la historia en retrospectiva, desde la sabiduría que da el tiempo. Una voz en off que nos permite entender los matices, que nos habla de la inocencia y de la culpa; del amor por los libros y del horror de la guerra que acabó con todo.

Y de decorado, la maravillosa Viena de principios del XX, con su amor por el arte y su respeto por la cultura. Una Viena que se verá irremediablemente transformada cuando sienta los colmillos de la guerra y la desolación que esta trajo.

No es más que un breve cuento, que podéis encontrar suelto en esta bella edición o recogido en colecciones, pero, como siempre ocurre con Zweig, es una historia muy bien contada que pasa a formar parte de ti.

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Las tres vidas de Hannah Arendt (Ken Krimstein)

Hanna Arendt es, probablemente, una de las personas más adecuadas para hacer una biografía. Desde el punto de vista profesional, fue una de las mentes más interesantes del siglo XX. Sus libros no solo tuvieron una gran acogida entre los filósofos de su época, sino que constituyen obras imprescindibles para la historia de la filosofía.

Desde el punto de vista vital, podemos decir que fue una mujer libre y valiente, capaz de llevar a las últimas consecuencias sus convicciones. Incapaz de ser insincera ni consigo misma, en sus relaciones con los hombres y en sus amistades más íntimas tuvo siempre la necesidad de vivir como sentía, sin atender a nada más. Es un regalo conocer la vida de una mujer así, tanto por ella misma como por la gente que la rodea, pues Hannah Arendt se rodeó siempre de las mejores cabezas de su época.

Y, por si esos ingredientes fueran pocos, Hannah era una judía alemana que vivió a mediados del siglo XX. No hay mucho más que decir. Tuvo que emigrar primero a París, allí conoció el campo de internamiento y acabó viajando a Nueva York, como tantos otros compatriotas. A su vida, por tanto, no le falta de nada.

Y aunando esos tres elementos, su relación con Heidegger. Una relación intensa, basada en la admiración mutua de dos mentes privilegiadas; un amor complicado, extramatrimonial, inconveniente y, en definitiva, tóxico. Una pasión entre un maestro que coquetea (en el mejor de los casos) con el nazismo y una joven filósofa judía.

En definitiva, el libro que hoy os traigo cuenta una historia que se devora en unas horas. Era esperable. Y es que, con todos estos mimbres, el éxito de esta novela gráfica estaba asegurado. Viñeta a viñeta, disfrutamos y sufrimos a partes iguales de los éxitos y las desgracias de esta mujer increíble.

Desde el punto de vista estético, sin embargo, tengo que decir que los dibujos (en blanco y negro con detalles en verde) no son ni bellos ni realistas. Tal vez la ausencia de belleza esté buscada. No es vano estamos ante una novela más conceptual que estética. En cualquier caso termino la lectura contenta de haberla elegido, pero deseando poder leer la biografía de Arendt en un ensayo más tradicional. No solo es culpa de los dibujos. En el fondo, es una forma de ser. Y es que yo soy más de ensayos que de novelas gráficas.

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El mundo de ayer (Stefan Zweig)

Cuando el 16 de abril dediqué una entrada de este blog a escribir sobre Stefan Zweig, algunos de vosotros me aconsejasteis, en Twitter, que leyera este ensayo sobre el siglo XX. Me picó la curiosidad, la verdad. Era la oportunidad de leer a mi autor favorito sin el velo intermediario de la ficción. Un Zweig a corazón abierto, hablándome directamente de su vida.

El mundo de ayer es una obra realmente impresionante, que hay que leer. Ahora bien, a pesar de lo que dice el subtítulo (Memorias de un europeo) y a pesar de que realmente cuenta lo que ha vivido, no se trata, en absoluto, de una autobiografía. Y es que Zweig, en realidad, no nos habla de él mismo (a duras penas entrevemos detalles de su biografía, como si estuvo casado o si amó alguna vez a alguien). Probablemente porque, como él mismo afirma en distintos momentos, su intimidad es suya y solo suya y no se sentiría cómodo dándola a conocer al mundo.

No. No es una autobiografía, aunque nos cuente algunos detalles superficiales de su existencia, como dónde vivió o qué se compró. Se trata, más bien, de la crónica de una época. Como los anales de los antiguos romanos, esta obra es testimonio de los sucesos históricos de un pueblo (Europa), a lo largo, ya no de un año, sino de más de medio siglo. ¡Y qué medio siglo! Zweig, judío austriaco, intelectual, humanista y cosmopolita, cuenta en primera persona el fin de un imperio, la terrible gran guerra, el periodo entreguerras y el advenimiento de Hitler, hasta la segunda guerra mundial. Se trata de un testigo incomparable, pues conoció el éxito y la desgracia; viajó y vivió en muy diversos entornos (Austria, Alemania, Francia, Inglaterra principalmente, pero también Rusia, Estados Unidos, India, Argentina o incluso un tímido encuentro con la España en guerra) y se codeó con altos mandatarios y grandes artistas e intelectuales de la época.

Y, más allá de una crónica de la primera mitad del siglo XX, este libro nos regala una reflexión profunda sobre el ser humano y su naturaleza. La necesidad de libertad y de sentido de pertenencia; la existencia del mal y la necesidad de preverlo y pararlo a tiempo; los límites del dolor, la fuerza del espíritu en la derrota. Leer a Zweig en este ensayo es recorrer de su mano el alma del ser humano. Qué necesario eres hoy, querido Stefan. Gracias por pervivir en tus libros.

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Sin novedad en el frente (Enrich María Remarque).


La Primera Guerra Mundial supuso el fin del ideal «romántico» de la guerra, fue el choque de una generación, destrozada por una nueva forma de lucha, que después del conflicto no tuvo reacomodo en la sociedad.

Se acabaron las cargas de las caballerías, los duelos a espada, la honra de la derrota y ser magnánimo en la victoria. Todo quedó borrado para siempre.

Los países en conflicto tuvieron que reorganizarse, al igual que su población. Nada fue lo mismo después de 1918.

En 1929, Erich María Remarque publicó este alegato contra la guerra y sus consecuencias. Fue testigo directo, participó en el bando alemán, y sus experiencias le sirvieron para detallar de manera sublime los sentimientos que acompañaron a los participantes en la contienda.

Nos encontraremos con la pérdida de la inocencia de unos niños de apenas 18 años que a golpe de bombas, hambre, sueño, frío y muerte se preguntaban continuamente qué hacían allí.

Cada página es un catálogo de desazón y amargura, de tristeza y desesperanza. Vislumbramos cómo el protagonista se va convirtiendo en una bestia, tal y como se describe en uno de los pasajes más tristes del libro.

Pero el libro tiene un estilo maravilloso, ágil, con un desarrollo psicológico impresionante de los personajes. Nos adentramos en primera persona en cada historia, y la esperanza no nos abandona en ningún momento de la novela.

Esa es la virtud de esta obra. Hacer que el lector la devore de principio a fin, obviando lo malo de la guerra pero disfrutando lo increible del ser humano.

Espero que esta reseña no asuste al posible lector. Al contrario, creo firmemente que debe leerse con esperanza y pasión. Ingredientes necesarios para no repetir la historia.

Porque tal y como Remarque nos dijo en una ocasión :
«Cuanto más primitivo se vuelve el ser humano, más cree en sí mismo.

Y en estos tiempos que nos ha tocado vivir necesitamos más que nunca creer en nosotros mismos.

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Cuentos completos (Roald Dahl)

Imagino que somos muchos los que conocimos a Dahl a través de su literatura infantil y juvenil. Con mis hijos descubrí las aventuras del melocotón gigante, aprendí a distinguir a las brujas aunque lleven zapatos y guantes y me enamoré de la pequeña Matilda. No obstante, si tengo que elegir, me quedo con esta recopilación de los cuentos completos para adultos.

El libro comienza con un conjunto de cuentos en los que se inspira en sus años de piloto. Son relatos más bien tristes, claro, pero ya se observan los giros inesperados y el matiz muchas veces fantástico que Dahl le aporta.

De todos modos, si puedo elegir, me quedo con el resto del libro, cuando supera el tema bélico. Adoro el modo que tiene de describir a los personajes y sobre todo me fascinan los finales, siempre sorprendentes.

Un pequeño lujo para iniciar a la lectura a los que se han enfriado con ella, para saborear cuando tenemos poco tiempo o simplemente para disfrutar de un mago de las palabras en la distancia corta.

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La sociedad literaria del pastel de piel de patata de Guernsey (Mary Ann Shaffer y Annie Borrows)

En contadas y maravillosas ocasiones un libro que tiene todo en contra consigue entrar tan dentro de uno que pasar la última página es doloroso.


Con esta obra me sucedió. Todo lo que conocía a priori me echaba para atrás: está escrito de forma epistolar, sucede en la Segunda Guerra Mundial, el título no es precisamente fácil ni bonito,…
Pero fue comenzar el primer capítulo y sumergirme en una historia que es la vida misma.

Cada capítulo/carta te lleva de la mano con una prosa sencilla pero poderosa hacia una época de guerra y miseria pero también y sobre todo, de esperanza, de lucha y supervivencia.
Las autoras, tia y sobrina, nos cuenta la vida de su protagonista a través de ella y de cada uno de los demás personajes que escriben las demás cartas. Al hacerlo de esta manera van construyendo en nuestra mente un mundo completo, no hay detalle por nimio o breve que no tenga su razón de ser.

Las historias se entrelazan formando un tejido donde se va dibujando la sociedad de la guerra y posguerra. Dentro del hilo principal se acomodan otras pequeñas historias , unas vitalistas otras muy duras. Pequeñas o no, importantes o pasajeras dentro del argumento, todas ellas nos hacen que sus páginas se conviertan en nuestra realidad.

Cada personaje nos engancha en su humanidad, nos hace sonreír con esperanza.Una novela donde no hay buenos o malos. Únicamente supervivientes, sin importar el bando.
Por cierto, hay una adaptación al cine pero no pienso verla. Estoy convencido que no le hará justicia.

Este libro formará parte para siempre de mi memoria y de mi biblioteca.