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Un hombre llamado Ove (Fredrik Backman)

Está claro que me muevo a un ritmo diferente al resto del mundo. Cuando una serie triunfa en la televisión, yo, por norma general, no la aguanto más allá de dos capítulos. Y lo mismo con muchos de los bombazos que llegan a las librerías cada año. La novela de hoy se editó en 2015, así que poca novedad, pero está viviendo una segunda edad de oro gracias a una adaptación cinematográfica que se ha estrenado recientemente. Y de nuevo he leído algo que no me ha llegado.

No me ha llegado por varias razones. La principal era que su historia, viejo gruñón pero que se revela como un ser bondadoso , ya la hemos visto en muchísimas otras novelas. Poco que decir a una nueva vuelta de tuerca a un estereotipo que no hace ninguna gracia, más allá de alguna frase con chispa. Quizá porque yo me acerco a esa edad o porque comprendo muchas de las manías que son supuestamente tan hilarantes, no comprendo el humor que busca la risa a través de la comparación injusta. No querer comprarse todas las novedades del mercado no hace que esa persona sea un tacaño, por ejemplo.

De todas maneras, si el libro hubiese tenido algo como buen estilo, originalidad, un final sorprendente, etc..se podría haber salvado del escollo del argumento. Pero no. En ocasiones llegué a pensar que había un fallo en la traducción. Sin embargo, con la cantidad de novedades que nos llegan cada mes provenientes de los países nórdicos, estoy convencido que no es la falta de buenos traductores el problema. Hay frases que chirrían cuando las leemos. Supongo que busca un estilo muy cercano a la narración cinematográfica, supongo, porque el resultado no es muy bueno. No exagero si digo que me sentía leyendo a Teo y sus libros infantiles.

En definitiva, es complicado encontrar ese humor hilarante que se presuponía. Los momentos de ternura parecen robados de otros libros. Y los personajes no se quedaran conmigo más allá de lo que dure esta reseña.

Os pido disculpas a todos aquellos que habéis disfrutado de sus paginas. Pero no puedo dejar de pensar que, por una vez, será mucho mejor la película que el libro. Y eso nunca me había pasado.

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Los hombres que no ataban a las mujeres (Ste Arsson)

Stieg Larsson causó un grandisimo revuelo cuando se publicó su trilogía Millennium. Por desgracia su repentina muerte truncó una trayectoria que tenía visos de marcar época. Sus tres novelas conocieron adaptaciónes cinematográficas, europeas y americanas. Amén de suponer un resurgimiento de la afición del lector europeo por la novela negra.
Y, por supuesto, también conoció parodias humorísticas que, con más o menos fortuna, intentaban jugar con señas y personajes de la trilogía.
Este es el caso del libro de hoy. Con una clara intención de reírse de una sociedad tan alejada de la nuestra, el autor (camuflado bajo pseudonimo), narra la historia real que hay detrás del éxito de la trilogía.
El protagonista, sueco y muerto, se encuentra con que sus herederos han desvirtuado su novela de 150 páginas para convertirla en tres voluminosos libros. Con el propósito de revelar la verdad, comienza la narración donde empezamos a reconocer personajes de las novelas originales. Su trama es lo de menos. Con lo que juega su autor es el disparate de hacer caricaturas de personas y maximizar sus locuras y extravagancias. Incluso plantea finales alternativos con el fin de acentuar la comicidad de la novela.
Es una lectura ligera, quizá no tan divertida como presagia su comienzo, pues hay un abuso de las situaciones tan disparatadas que consigue un escenario irreal. Esta atmósfera nos distancia del humor. Pero hay momentos de sonrisas, sin duda. Hay críticas afiladas, con reflexiones que se podrian aplicar a momentos actuales de nuestra sociedad.
Un buen entretenimiento, una buena curiosidad para los fans de la trilogía original. Muy recomendable.

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La tia Mame (Patrick Dennis)

Ha llegado el momento de replantearme ciertas cosas que daba por sentadas desde hace años. Una de ellas, y se empieza a convertir en urgente, es mi afición por las lecturas de comedia. Soy (espero que siga siendo) un gran fan de Tom Sharpe y su saga de Wilt. Pero los leí hace ya muchos años y empiezo a temer  que no soportarían una segunda lectura. Todo esto viene a cuento de mis últimos acercamientos a la literatura de humor. Hace un tiempo lo intenté con el gran Roald Dahl y El tio Oswald. Y aunque la calidad de Dahl es impresionante, no terminé de disfrutar de su propuesta. Ayer acabé La tia Mame, de Patrick Dennis. Su final es ligero y ameno pero no hizo surgir las sonrisas que me habian vaticinado desde las numerosisimas reseñas que encontré y que hicieron me decidieran por empezarla.
La tia Mame son una sucesión de pequeños relatos, donde el protagonista, curiosamente llamado igual que el autor, narra su historia a partir de quedar huérfano y comenzar a convivir con su excéntrica tia Mame. Ella es la verdadera protagonista del libro. Su excelsa personalidad y su curiosa forma de afrontar la realidad se convierte en el eje de todas las historias, dejando al narrador, su sobrino, como sufridor de las ocurrencias de tan peculiar personaje.
Hay relatos que son más redondos que otros. Quizá el principio, con unas propuestas argumentales más forzadas, se atragantan algo, pero remonta y consigue que, sin caer en la hilaridad, su lectura sea muy agradable.
Hay cierto acercamiento al libreto teatral, pues en mi cabeza conseguía componer escenas que funcionarían muy bien. Sus gags y ocurrencias vieron varias adaptaciónes de televisión y cine, con un gran éxito.
Y hablando de éxito, fue toda una sorpresa descubrir a Patrick Dennis. Un autor que gozó en los años 50 de una grandisima popularidad. La tia Mame se mantuvo ¡112 semanas! en la lista de los más vendidos del New York Times. Y consiguió colocar tres libros suyos al mismo tiempo entre los más vendidos. Todo un récord. Por desgracia, su estrella se apagó en los años 70 y cayó en un olvido que, esperemos, consigamos enmendar.
A pesar de mi pequeña decepción, volveré a este autor y alguna de esas novelas que lo catapultaron a la fama. Os seguiré contando.

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La conjura de los necios (John Kennedy Toole)

Tenía este libro en la recamara desde hace ya un tiempo. Pero quizá me avergonzaba exponer públicamente mi opinión sobre el. Sería más correcto quitar el quizá.
Recuerdo comprar una edición de bolsillo con la máxima ilusión. En una época sin acceso fácil a Internet, la fama de la novela corria de forma desbocada por conocidos, profesores y algún programa de televisión. La mística que rodeaba a su autor, muerto prematuramente , que lo elevaba a la altura de otros genios atormentados, no hacia más que aumentar la necesidad de leerlo.
Pero cuando llegó el momento no encontré esa obra que me dejara con la boca abierta. No le quito su crítica social, pero ese humor a base de forzar situaciones y personajes no conseguía que me sintiera cómodo. Es cierto que denuncia un sistema que canibaliza a quienes viven en él, pero no dejaba de pensar que era normal que, ante esa galería de protagonistas trasnochados, con reacciones exageradas e incomprensibles, los equivocos fueran artificiales.
Es cierto que se lee muy bien, fácil. El uso de unos diálogos ágiles, dejando de lado largas narraciones, le otorgan un dinamismo fantástico. Incluso hay frases muy acertadas en su crítica social. Sin embargo, dentro de un tono irreal que rodea a todo el libro, peca de llevar hasta extremos imposibles esas situaciones. Las hay forzadas, demasiado, y eso hizo que la sonrisa del principio de tornara en una pequeña mueca de hastío.
Me gusta la literatura de denuncia, aquella que nos golpea con crudeza, directamente. No me entiendan mal, no soy del drama por el drama. Pero entiendo que la realidad ya tiene muchas posibilidades de plasmarse y denunciarse sin necesidad de envolverla en comedia.
También entiendo la fama de la esta novela. Quién no tenga mis prejuicios supongo que la disfrutará y agradecerá el clima surrealista que rodea al protagonista. Pero ese lector, está claro, no soy yo.
No dejen de leerla, estoy seguro que a la mayoría les gustará. Quizá soy un poco Ignatius Reilly. O un perfecto necio.

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Sin noticias de Gurb (Eduardo Mendoza)

Hoy es el cumpleaños de Eduardo Mendoza y acabo de comprobar, no sin cierto malestar, que todavía no hemos hablado de él en el blog. Son muchos los libros suyos de los que quiero hablaros, pero comenzaré por este, uno de los más breves, pero también de los más conocidos de su obra.

Sin noticias de Gurb es una disparatada novela que cuenta las peripecias de un extraterrestre que aterriza en la ciudad de Barcelona poco antes de las Olimpiadas de 1992. Comienza en el momento del aterrizaje (el día 9) y cada capítulo es un día por las calles de la Ciudad Condal. En cada párrafo se especifica la hora exacta en la que se encuentra, por lo que toma la forma de un informe minucioso de sus andanzas.

Sin lugar a dudas, este libro es uno de los fundamentales de mi juventud. Mis amigos y yo lo teníamos siempre en la punta de los labios. Cuando no sabíamos de alguien durante días la frase era <<sin noticias de Gurb>>, si alguien cantaba, no podíamos dejar de decir <<otra copita>> y la palabra <<semana>> llevaba a alguno a recordar <<en el sistema decimal>>. Bromas aparte, esta pequeña novela era parte fundamental de nuestra cultura.

Hace unos meses hablé con Javier de este libro y para mi sorpresa me dijo que no le había gustado. Me pareció increíble y me entraron unas ganas tremendas de leerlo de nuevo. No lo había retomado desde los años 90 y esperaba encontrar entre sus páginas unas cuantas horas de carcajada permanente.

La verdad es que la relectura no fue como esperaba. Tal vez la figura de Marta Sánchez ya no es lo que era; tal vez la imagen mitificada en la memoria no podía ser real; tal vez, simplemente, ya no tengo 18 años.

De cualquier manera, la lectura me revolvió por dentro. No hubo carcajadas, pero sí sonrisas, y una renovada sensación de ternura y de pertenencia. No tengo ni idea de lo que sentiréis vosotros si os acercáis a ella por primera vez. No sé qué pensaría yo misma si nunca la hubiera leído. Pero creo que merece la pena darle una oportunidad. Si lo hacéis, nos contáis qué tal ha ido.

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Una noche de perros (Hugh Laurie)

Siempre quedará la duda sobre si este libro se hubiera publicado en nuestro país sin contar con el éxito de la serie House. Aunque la trayectoria como actor de Hugh Laurie en Inglaterra era intachable, por estos lares no había pasado de ser un cómico que aparecía en series y películas de no mucha difusión. Pero ya que el destino tuvo a bien regalarnos a un médico cáustico e incisivo, aprovechemos la oportunidad de acercarnos a su novela.
Un argumento que no nos dejará con la boca abierta, puesto que Laurie enlaza todos los tópicos de la novela negra y de espías, construyendo una historia que atrapa hasta un final abrupto, lo más flojo de sus páginas. ¿Cómo puede ser una buena novela si explota los más manidos recursos de este tipo de novelas? La respuesta es sencilla: la fuerza de Una noche de perros (¿había necesidad de una traducción tan nefasta del título?) son sus diálogos. Una sucesión de conversaciones, un intercambio de pareceres con el más jugoso humor británico. Cada escena es un juego donde los protagonistas intercambian ironía y humor negro. 
La historia juega con giros inesperados, situaciones absurdas y escenas que homenajea las mejores novelas de Jonh Le Carré o Frédérick Forsyth. Quién sea lector habitual de estos autores podrá reconocerlos en muchos de sus pasajes.
Aunque es verdad que la historia no es lineal, jugando habitualmente con saltos inexplicables, la trama se sigue con facilidad. El autor nos lleva de la mano en un laberinto de giros inesperados y acción trepidante.
Un pero ya adelantado más arriba: el final es demasiado rápido, fácil incluso. La historia, este homenaje humorístico, quizá hubiera dado para más.
Pero quién soy yo para discutir con el Dr. House.

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Un hipster en la España vacía (Daniel Gascón)

El sentido del humor es, sin ninguna duda, el arma más poderosa con la que contamos. Por medio de él somos capaces de distorsionar la realidad para hacerla soportable, como ocurrió en los campos de exterminio de la Segunda Guerra Mundial, donde los prisioneros organizaban funciones intentando sobrellevar las horribles condiciones que tuvieron que soportar. 
Sin llegar al cariz dramático del Holocausto, en nuestro país somos magos e ilusionistas de un humor que convertimos en afiladas críticas sociales y políticas. Me imagino que esquivar la censura, da igual la época y el color, ha agudizado los recursos utilizados por los escritores en su camino para hacer reír en medio del caos, sin perder de vista la realidad que los rodeaba.
En esas estamos cuando leemos Un hipster en la España vacía, donde a través del protagonista, Kike, el autor nos presenta la realidad de un pueblo típico de nuestra geografía, aquejado por la despoblación y falta de futuro.
Las desventuras de nuestro hipster y su compañía son un cúmulo de despropósitos a mayor honra de una idea clara: la solución a la despoblación rural no pasará por ideas perpetradas por sujetos que no comprenden o no saben la historia y tradiciones de esa España vacía.
Con un estilo ágil y directo, la sucesión de situaciones hilarantes, con unos diálogos tan graciosos como mordaces, hace que las páginas pasen en un suspiro y siempre con la sonrisa en los labios. La ironía se palpa en cada frase de sus personajes. Hay fragmentos que parecen sacados de la vida real, pero de esos rincones más extravagantes y exagerados, esos que tienes que contar dos veces para que crean que son ciertos. Aquí se utilizan de una forma fantástica, acentuando el esperpento que se vive en ese pueblo de Aragón.
No hay tregua en sus capítulos y tramas, como si Gascón tuviera una chistera de donde salen, una tras otra, una infinita lista de personajes y situaciones que ponen el dedo en la llaga. Un ejercicio brillante del humor, en ocasiones me recordaba a Tom Sharpe, que consigue una novela divertida y mordaz.
Una gran recomendación que cuenta con una segunda parte que nos promete más sonrisas.

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El lamento del perezoso (Sam Savage)

Ayer terminé de leer El lamento del perezoso. Se trata de una novela en la que todo gira en torno a su protagonista. El objetivo del autor es mostrarnos cómo es y cómo se siente Andy, un hombre de mediana edad, especialista en literatura, que trata de sobrevivir mientras todo a su alrededor se derrumba: su mujer le abandonó hace un par de años, regenta un negocio de alquiler de inmuebles ruinoso, dirige una revista que no da beneficios, no se relaciona prácticamente con su familia y se ha quedado sin amigos ni vida social.

La ausencia de trama (en la novela prácticamente no pasa nada), el protagonista único (el resto de personajes no están más que dibujados, al fondo), las frecuentes incursiones al pasado, su obsesión por algunos temas… todo en esta novela nos lleva a pensar en el género de autoficción (aunque ignoro si el autor habla de sí mismo o ha inventado al personaje). Los que seáis lectores del blog ya sabréis que no soy fan de este género. Es más: huyo de él como del demonio y no suelo ser capaz de terminar ese tipo de libros.

Sin embargo, esta novela la he terminado en poco tiempo y tengo que decir que (salvo los pasajes de novela que supuestamente escribe el protagonista) no me ha aburrido en ningún momento. Dos son los ingredientes que añade Savage a su libro que no suelen estar en otros del estilo: la técnica y el humor.

El lamento del perezoso no se hace aburrido porque se presenta a través de distintos escritos que te van conformando la trama. Fundamentalmente son cartas que escribe el protagonista a distintos personajes y de las que no leemos las respuestas directamente, sino a través de nuevas cartas de Andy. Además, encontramos fragmentos de su diario, partes de la novela que está escribiendo e incluso listas de la compra. Un conjunto de escritos que reflejan el caos de la vida del protagonista.

Además, se trata de una novela bastante divertida. El protagonista recuerda en ciertos momentos a un protagonista de TBO, al que todo le va saliendo mal; en otros momentos, la ironía y la ruptura de algunas convenciones sociales te hacen sonreír constantemente.

El pobre Andy es un pequeño antiheroe que trata de sobrevivir a un mundo que no entiende. Le sobran los defectos y a veces dan ganas de pedirle que espabile, pero no puedes evitar cogerle cariño. La pericia de Savage ha conseguido, en definitiva, salvar todos los peligros de la novela de autoficción y construir un relato entretenido. No es un mérito menor.

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El abuelo que saltó por la ventana y se largó (Jonas Jonasson)

Acabo de terminar el libro de Jonasson y no puedo evitar sentir cierta sensación de alivio. No es que no me haya gustado nada (si los libros no me gustan no los acabo y no hablo de ellos por aquí), pero es cierto que me ha resultado bastante pesado y que en determinadas ocasiones necesitaba dejar de leer. De hecho, he necesitado un total de 13 días para leer sus poco más de 400 páginas y, en contra de mi costumbre (no me gusta leer varios libros a la vez), en medio me he leído una novela y he comenzado un libro de cuentos.

El abuelo que saltó por la ventana y se largó es una novela de humor surrealista que abarca los principales acontecimientos del siglo XX (e inicio del XXI). Para poder disfrutar de ella creo que se necesitan dos ingredientes de los que yo carezco: en primer lugar, un sentido del humor capaz de aceptar más de 400 página de bromas, exageraciones y despropósitos varios. Como si se tratara de un especial de Mortadelo y Filemon, los personajes que rodean al protagonista principal van muriendo uno tras otro, mientras que él sale siempre ileso de un modo absolutamente inverosímil. Obviamente, me he reído en algunas de las ocurrentes escenas y en muchas otras leía con media sonrisa, pero tengo que reconocer que llegó un punto (alrededor de las 180 páginas) en que me agoté y ya no conseguí disfrutar de las constantes peripecias de Allan.

El segundo ingrediente necesario para saborear esta novela es un conocimiento y un gran interés por los detalles de la política del pasado siglo. Aquellos de vosotros que conozcáis a fondo los entresijos de los distintos líderes mundiales, probablemente sabréis aprovechar mucho mejor que yo las innumerables anécdotas que Jonasson relata. Mi conocimiento de los acontecimientos del siglo XX no llega al detalle necesario y no puedo saber, por ejemplo, si las reuniones que relata ocurrieron en realidad pero sospecho que todo lo que vive Allan ocurrió realmente (aunque, obviamente, sin él). Esto es, creo que detrás de este loco fluir de anécdotas hay una importante labor de documentación y que los historiadores disfrutarán de esta novela reconociendo detalles reales en medio de todas las bromas.

En cualquier caso, el valor de este libro, más allá de si consigue hacerte reír de principio a fin, es que se trata de una caricatura de las novelas de carácter histórico ambientadas en el siglo XX, tan numerosas en todos los idiomas. El pasado siglo fue tan novelesco que son muchos los autores que se lanzaron a contarlo a través de la vida de unos cuantos (siempre pocos) personajes que pasaban de país en país siendo testigos de todos los acontecimientos importantes. Allan es uno de esos protagonistas que estuvieron en todas partes pero, a través de ese humor surrealista que elige el autor, no solo es testigo de todo, sino también protagonista. Si el bueno de Don Quijote dio por finalizada la era de las novelas de caballerías, Allan quiere dar el punto final a la novela histórica centrada en el pasado siglo. Y de algún modo lo consigue, pues estoy segura de que la próxima vez que lea una de esas novelas no podré evitar sonreir pensando en el pícaro protagonista de Jonasson.

En definitiva, reconozco que me ha costado la vida misma acabarlo, pero probablemente muchos de vosotros lo disfrutéis de principio a fin. Dadle una oportunidad y me contáis.

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Novedad editorial. Octubre de 2021

Ayer me pasé por el Patio de la Infanta de Ibercaja, en Zaragoza, donde Daniel Gascón presentaba su último libro (la muerte del Hipster) y, en cierta forma, también el penúltimo (Un hipster en la España vacía). Y es que esta novela es la continuación de la publicada el año pasado, que por las restricciones sanitarias Daniel no había venido a presentar aún a la capital maña. Un dos por uno muy deseado.

Al entrar me encontré, cómo no, a Julia, nuestra librera favorita, con un pequeño stand de #LibreriaAntigona en el que poder comprar ambas novelas. La sala estaba llena de amigos y lectores, en un ambiente de felicidad contenida por ver de nuevo a Dani en su ciudad. Los niños correteaban por los pasillos y, en el escenario, un Miguel Mena entregado conversaba con Daniel sobre el poder del humor.

Porque las dos novelas de las que estamos hablando suponen una sátira del mundo en el que nos ha tocado vivir. En el primer libro Daniel sitúa a un hipster en un pueblo inventado de la provincia de Teruel. Este arranque implica enfrentar el mundo moderno, con su narcisismo y su superficialidad, con la España tradicional y rural. Ambos mundos aparecen, claro está, caricaturizados. Pero a través de la exageración se exhibe siempre de forma nítida la verdad. Y además, ¿hasta qué punto la propia realidad no es exagerada? ¿Cuántas veces no hemos considerado dignas de una publicación satírica declaraciones de personas reales y públicas? Pues eso.

En la segunda parte, el hipster ya forma parte del pueblo. Con sus rarezas y excentricidades, es uno de ellos. En ese momento la pandemia arrasa con todo y habrá nuevos personajes que llegan de la ciudad. De algún modo, esta segunda parte representa, por tanto, una evolución en el personaje del hipster y eso es lo que le hace interesante.

Hasta aquí lo que pude saber ayer sobre el argumento de estas novelas. Cuando Javier y yo nos las leamos dejaremos por aquí nuestras reseñas. En cualquier caso, creo que me esperan unas cuantas horas de sonrisas donde las bromas probablemente ataquen a más de una línea de flotación. Y es que, como dijo Daniel ayer, no hay mejor arma contra los sectarismos y la solemnidad que el humor. Mientras hay risa, hay esperanza.