La historia la escriben los vencedores, por lo tanto, cómo disfruto cuando encuentro alguna joya escrita por quienes la perdieron. Al igual que en Sin novedad en el frente, donde Remarke no era muy afin a la postura alemana, en este caso, su autor nos relata una situación de desapego y sumisión a una causa tan ajena a ellos como cruel. La mayoría de los soldados italianos involucrados en la Segunda Guerra Mundial no creían en los sueños imperialistas de Mussollini. La historia de esas vidas arrastradas al desierto y abandonadas por su propio país es relatada con tintes realistas, tan propios del país transalpino.
Por sus páginas no aparecen, no al menos con protagonismo, los grandes nombres de la campaña africana. Son los soldados anónimos para la historia quienes llenan los capítulos que repasan los dos años largos que duró la aventura.
Sus vidas, luchas y por desgracia, muertes, son escritas sin adornos ni épica. La guerra es cruel y aunque sea tan antigua como la humanidad no deja de ser lo más alejado a nosotros.
Cómo curiosidad cuando quise saber más de su autor, no encontré nada de nada. Solo hay referencia a otro libro ambientado en el desembarco de Normandia. Si algún amable lector o lectora sabe algo más de él, me encantará conocerlo.
Una lectura casi obligatoria para quien le guste la historia, contada de una manera real y con un estilo fluido.
Una pequeña joya desconocida escondida en las arenas del desierto.