Publicado en Libros, Novela

La hoguera de las vanidades (Tom Wolfe)

Traje blanco y elegancia innata. Esa es la imagen de Tom Wolfe. Un contraste con los trajes negros o azul marinos y el lujo comprado de los protagonistas de su primera novela. Porque de eso trata este libro, de una sociedad artificial y deshumanizada. Donde al más mínimo error nadie hará nada por evitar tu desgracia. Vaya futuro negro nos espera. Porque aunque La hoguera de las vanidades se escribió hace más de 30 años, su vigencia es total. Me atrevería a decir que los comportamientos egoístas e interesados han ido a más.
Su visión de una Nueva York cruel y artificial deja un poso de pesimismo que día a día los informativos no dejan de alimentar.
El nuevo periodismo que Wolfe, Capote, etc.. impulsaron, pretendia sacar las vergüenzas de una sociedad americana que cruzaba la línea de la moralidad con tanta alegría como se ponían a invadir países extranjeros.
La historia de un yuppie, de aparente vida perfecta, es la excusa para que Wolf nos presente una galería de personajes tan interesandos como faltos de escrúpulos como el protagonista. En sus páginas no encontraremos buenos ni malos. Ni siquiera podemos ser piadosos y decir que cada uno de ellos intenta sobrevivir en un mundo cada vez más cruel. Lo que hacen cada uno de ellos es prosperar gracias a la desgracia de los otros. Una visión tan negativa como inquietantemente cierta.
Un gran libro, lleno de ironía, denuncia y mucha reflexión. Si nos parasemos un instante para vernos…

Publicado en Club de lectura #elsitiodemirecreo

Parte IV #Sapiens La revolución científica

La última parte del ensayo de Harari que estamos leyendo se centra en la revolución científica que se ha producido en los últimos siglos y que ha desencadenado el cambio más profundo de nuestra especie.

Dos son las bases teóricas de este ensayo: la primera de ellas es el RELATIVISMO. Para el autor, no parece haber nada objetivamente mejor o peor. Cualquier explicación simbólica del mundo (incluidos los Derechos Humanos) es inventada y desarrollada culturalmente. Y llega a decir que considerar unas explicaciones mejores que otras no deja de ser un tipo de «culturalismo» (racismo cultural). Sé que este tipo de planteamientos es habitual en nuestros días, pero yo no puedo con ellos.

Considerar que todo es relativo tiene consecuencias. Por ejemplo, supone que decisiones como qué investigar científicamente deban basarse siempre en criterios como la utilidad inmediata y probada para el que financia la investigación (adiós, ciencia básica). Otro ejemplo es la indefinición de asuntos tan relevantes para los sapiens como la felicidad. Si no existe nada objetivamente bueno o malo, la felicidad se reduce a sensaciones placenteras (química), la falsa impresión de que la vida tiene sentido (cuando según él no lo tiene en absoluto) o la simple ataraxia. Menudo panorama.

La segunda es un cierto DETERMINISMO. Una vez producida la revolución agrícola, que, como vimos, representó una pérdida en la calidad de vida de los individuos, ya no se pudo volver atrás. Lo mismo ocurre en nuestros días, según Harari, con nuestra forma de vida. El individualismo y el capitalismo han llegado, según él, para quedarse, con independencia de que nos hayan sumido en la soledad, las prisas, la ansiedad y la incertidumbre. Puede que nos estemos convirtiendo en semidioses amortales, con capacidades físicas y mentales nunca imaginadas, pero somos incapaces de dar un golpe en la mesa y decidir que vamos a dejar de dar vueltas en la rueda del hamster, que no queremos dedicarnos a comprar cosas que no necesitamos a costa de perder libertad y tranquilidad.

Una triste imagen de nuestra especie que dará, seguro, mucho juego el domingo en nuestra primera reunión del club de lectura #elsitiodemirecreo