Publicado en Novela

La tempestad (Juan Manuel de Prada)

Hubo una época en la cual seguía muchos debates políticos, de los que todos opinan de todo e intentan sentar cátedra. Si, ya sabéis que la juventud nos hace ser irreflexivos. Estaba en eso felices años 90 cuando a la pleyade de nuevos tertulianos se incorporó un escritor algo diferente a la tendencia que imperaba en los creadores jóvenes de la época.
Con un estilo barroco en su lenguaje, de tendencia provocadora bajo el aspecto de intelectual, tuvo un boom que refrendó con premios de diversa índole y un impacto mediático sobresaliente.
Pero nunca comulgué con su ideario político ni su pose de maestro para todo. Por ello, solo me anime a leer uno de sus libros. Y elegí una novela donde dejaba, a priori, ciertos aspectos de sus anteriores obras, para centrarse en crear un libro de entretenimiento. Y es cierto que el resultado final es bastante bueno. La tempestad es una obra bien hilvanada, que engancha casi desde el principio y consigue un final adecuado con la trama que ha ido desarrollando.
No puede evitar caer en los tópicos que se escuchan en toda novela ambientada en Venecia; tampoco molesta en exceso y la recreación de la cuidad es muy detallista y precisa. También a los personajes los hemos visto en otros muchos libros, pero el sello del escritor salva ese inconveniente y llegamos a olvidar el escaso desarrollo de cada uno de ellos.
Sin embargo, si hace un excesivo uso de ese lenguaje recargado, que puede funcionar en los pasajes descriptivos, pero que lastra un tanto el ritmo en los diálogos. Pero no deja de ser un pequeño pero, que no desmerece el entretenimiento que nos ofrece el conjunto de la obra.
Por supuesto, también encontramos otra de las señas de identidad del autor como es el desarrollo detallista de escenas de sexo y situaciones de ambigüedad sexual latente. Pero, y esto es de oidas, su carrera ha tenido esta característica.
Aunque no hay que olvidar el objetivo de esta obra: entretener con una trama bien estudiada. Y el estilo que imprime a sus capítulos permite que se logre el propósito.
No entra en mis planes leer más cosas de este autor, sus ideas me alejan la curiosidad, pero he de reconocer que con este libro supo dar en el clavo. Una lectura ligera para la época estival que comienza.

Autor:

Lector compulsivo, aprendiz de todo, curioso de la vida y niño grande.

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