
La de hoy es una de esas novelas que terminaron sepultadas por la fama de una película y la histeria que ésta creó.
La historia del autor es la misma que se repite con tantos y tantos escritores: una búsqueda incesante de ese éxito que convenza a editores. A él le llegó la oportunidad a través de una prueba que le pidieron, un pequeño manuscrito de 100 páginas, donde se esbozaba la figura de ese escualo que terminaría llenando de pesadillas los veranos de muchos bañistas. Tal fue el éxito de esas páginas que los productores de la película le compraron los derechos de autor antes de que se publicara, y ésta fama mantuvo al libro largo tiempo en la lista de los más vendidos.
Un libro mas complejo que la película, donde el tiburón asesino es la acción en segundo plano y los verdaderos protagonistas son el matrimonio del Sherriff y algunos de los habitantes del pueblo costero.
En sus capítulos veremos las diversas reacciones a la tragedia que se vive en sus playas, verdadero motor económico del pueblo y cómo cada habitante gestionará, o lo intentará, la crisis económica y moral que se les avecina. Ese es el verdadero problema, la lucha entre hacer lo correcto o cerrar los ojos a la realidad e intentar seguir como si no hubiera pasado nada.
No falta en la novela los tintes de emoción, incluso de terror ante el tiburón, desarrollando mucha acción en las aguas que bañan la costa. Incluso el autor llegó a proclamar que se había basado en algunos pasajes de Moby Dick para componer ciertas escenas del tiburón.
Lo que sí es cierto es que la fama de su adaptación cinematográfica creó un ambiente de histeria colectiva contra los tiburones. No creo que haya mucha gente que desconozca los compases de esa banda sonora que pone la piel de gallina.
Aunque el escritor quedó maravillado ante la película, siempre advirtió que todo lo narrado en su obra era ficción, nada era real ni acreditado. Eso le generó la necesidad de luchar contra la mala fama de los tiburones, apoyando iniciativas que defendían su supervivencia o luchando contra su caza indiscriminada.
Una pequeña novela que esconde mucho más que su adaptación, y que buscaba, únicamente, entretenimiento y distracción, aunque el mundo lo viera como un ensayo que advertía del terror hacia los tiburones.