Publicado en Libros, Novela

De parte de la princesa muerta (Kenizé Mourad)

Me vais a perdonar la cursilería, pero el libro del que os quiero hablar hoy es sencillamente delicioso. Se trata de la biografía novelada de Selma (la madre de la autora), si es que se puede novelar lo que ya en sí misma es una historia épica. A través de su vida, recorremos parte de la primera mitad del siglo XX, pero desde un punto de vista poco usual: un miembro de la familia otomana, una adolescente exiliada en Beirut, una mujer casada con un rajá indio y una extranjera en el París ocupado. Todo eso y mucho más es la protagonista, a la que conoceremos a los siete años y no abandonaremos hasta el final de su vida.

A Selma, nieta del sultán otomano Murad V, la educaron como a la princesa que era. Hasta la edad de 12 años se acostumbró a conseguir todo lo que deseaba. Y a desear mucho. A desearlo todo. Incluido poder perderse entre el pueblo llano como una persona anónima. Porque esta pequeña es, ante todo, una criatura pasional que desea vivir una vida plena y llena de verdad. Os revelaré algo: lo consiguió.

Eso no significa, sin embargo, que su vida fuera fácil, ni que fuera siempre feliz. Criada como semidiosa, a la que conceder todos los deseos en cuanto los tuviera, el destino le tenía reservados muchos contratiempos.

Conoció el destierro a la edad más difícil de todas, los 12 años. Vivir a su lado esos momentos permite entender de primera mano el desarraigo, la nostalgia, la soledad y el miedo del que ha perdido el suelo, las paredes y el techo de todo mundo conocido.

Casada a los veinticinco años con un rajá indio, tampoco allí consiguió encontrar un verdadero hogar. La sociedad india, a pesar de los cambios que estaba sufriendo, era mucho más tradicional que esta joven princesa. Una mujer de su clase social era, a todos los efectos, una mujer encarcelada. Selma se ahoga. Necesita salir del machismo imperante y relacionarse con personas de mentalidad más abierta. Pero tampoco entre ellos encuentra su lugar. Por increíble que parezca, ella, la nieta del sultán, la semidiosa, la mujer del rajá, es víctima del racismo más básico.

Selma no se rinde. Nunca se rinde. Busca, pelea, se enfrenta a todas las limitaciones que los demás ponen en su camino. Y esa búsqueda de un lugar compatible con el modo en el que ella entiende la vida le lleva a Francia, probablemente el lugar más adecuado para ella, pero en el momento más inoportuno. Porque Selma acabará sus días en un rincón del París ocupado por los nazis.

Una vida apasionante, que nos permite entender la primera mitad del siglo XX desde los ojos de una observadora excepcional: la princesa muerta.

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