
Son sexagenarios y siguen tan divertidos como siempre. Y es complicado hacer reír a milones de lectores que pertenecen a generaciones diferentes. Pero es que nuestros protagonistas de hoy son muy especiales. Creados de la mano de Francisco ibañez, autor de otros clásicos del cómic como Rompetechos, El botones Sacarino o esa alocada comunidad llamada 13, Rue del Percebe, su trascendencia en la cultura popular ha traspasado cualquier límite imaginable para creaciones similares.
Nacieron como una parodia de Sherlock Holmes y el Dr. Watson e incluso el vestuario copiaba fielmente el que aparecía en las novelas de Conan Doyle. Pero estaba claro que ellos dos eran únicos y debían asentar un estilo propio en el cómic de los años 60 y 70. Costó un tiempo que fueran evolucionando hasta llegar a los albumenes actuales, sin embargo, era imparable el ascenso a la fama de los agentes de la TIA.

Hoy encontramos a Mortadelo y Filemón envueltos en tramas que tocan la realidad social. Son míticos los números que se dedican a los mundiales de fútbol, pero también a las Olimpiadas, a conflictos, a cualquier gran evento que podamos recordar. Nada queda fuera de la mirada humorística de Ibañez, y creo que los dedicados a la política merecerían ser objeto de estudio. Sin perder el humor, son capaces de realizar una radiografía precisa sobre la corrupción, el ansia de poder, etc…
Como toda trayectoria que se alarga en el tiempo, también ellos han sufrido sus altibajos. El más importante ocurrió a mediados de los ochenta, cuando su creador perdió los derechos sobre sus criaturas y vieron la luz historias realizadas por encargo a otros dibujantes y que bajaron mucho el nivel que sus fans demandaban. Pero todo pasa e Ibañez recuperó el control y siguió regalando momentos de evidente genialidad humorística.
Quiénes crecimos arropados en sus aventuras vemos la vida de una forma distinta. Los golpes duelen, pero dos viñetas más adelante la vida sigue y hay que poner tu mejor cara. No está mal para ser solo un cómic, ¿no creen?