Publicado en Ensayo, Libros

Almeria (José Luis López de Lizaga)

Nada cambia tu vida, tu mirada, tu persona entera de un modo tan abrupto y tan definitivo como la muerte de una persona de referencia. Una de esas (pocas) personas que la vida te concede y que están siempre para ti. Con independencia de que la relación sea fácil o difícil o, como suele ocurrir, tenga sus vaivenes, sabes que está ahí, que descuelgas el teléfono y la tienes. Y de pronto ya no.

La primera vez que te ocurre es un mazazo tan fuerte que ni siquiera puedes comprender que haya pasado. Vas por la calle y lo ves a lo lejos; levantas el teléfono mil veces y cuelgas otras mil con el corazón desbocado porque el más allá no da línea.

El resto de tus muertos no te noquean menos. La única diferencia es que esta situación ya la conoces. Sabes cómo será a partir de ahora. Entiendes que el paso del tiempo suavizará el efecto. Y a medida que vas cumpliendo años te vas llenando de muertos a los que llamas sin necesidad de móvil, que te acompañan en cada decisión, en cada nubarrón y en cada éxito. La muerte,para algunos, no es más ajena que la vida.

El libro que hoy os traigo está escrito en ese preciso instante de la revelación de que la muerte existe, de que va en serio. Un momento tremendo en el que el autor, de forma absolutamente generosa, nos regala sus pensamientos y sus emociones. Y lo hace de un modo extraordinario, por tres razones.

La primera es que José Luis escribe francamente bien. Eso ya lo sabíamos los que habíamos leído su anterior libro, Ártico. En ambos libros combina a la perfección el tono intimista del que te está contando algo que ha vivido y le ha marcado, con la prosa más reflexiva de un ensayo filosófico. A escribir se aprende leyendo y está claro que este autor ha leído mucho.

La segunda, precisamente, es que en este breve ensayo, entre anécdota y anécdota, hay muchas lecturas filosóficas sobre el sentido de la muerte (y, por tanto, de la vida). Lees el ensayo en una tarde y deseas comenzar a leer todos los clásicos que menciona.

Pero el motivo más importante para leer Almería es que, por una vez, alguien encara la muerte de un ser querido sin esconderse detrás de las frases hechas, los automatismos, la cultura más estereotipada. Lo primero que pensé al terminar de leer es que había sido brutalmente sincero y que esto, precisamente, es lo que se merece un lector que está pasando o ha pasado por el mazazo del adios definitivo.
Solo me queda, pues, recomendaros este libro. Hacedme caso: si la muerte ya os ha arrebatado a un ser amado, leed este ensayo. Estareis menos solos.

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