Hace poco leía que las despedidas de los grupos musicales solían traer grandes trabajos. Es de sobra conocido el caso de Rumors, de Fleetwood mac. y de los protagonistas de nuestro disco de hoy. Paul Simon y Art Garfunkel eran amigos desde la escuela. Sin embargo, los dulces momentos del éxito suelen ser difíciles de administrar correctamente. Simon, el compositor del dúo, que era el alma de las grandes canciones que los habían encumbrado, quería explorar nuevas fusiones y probar nuevos sonidos. Por el contrario, Garfunkel, la voz que envolvía el regalo en un papel maravilloso, quería ser fiel al estilo folk que los había llevado al estrellato. Uno era talento, el otro carisma. Lo que había funcionado en el pasado fue la causa de su ruptura.
Y lanzaron un último disco que hizo historia. Un álbum lleno de historias que eran la crónica de una muerte anunciada. Simon tuvo la razón, pues su carrera en solitario fue todo un éxito. Garfunkel nunca consiguió volver a sentir a esas masas que los habían adorado.
Pero volvamos al disco, a ese epitafio bellísimo que rompió las listas de ventas y fue adorado por la crítica. Su primer tema, el inolvidable Puente sobre aguas turbulentas, fue la canción perfecta para cerrar una trayectoria inolvidable, aunque también trajo muchas discusiones entre los dos. Simon quería una canción más intimista, Garfunkel y los productores pensaron que agrandarla con coros y rodearla de una orquesta le daría ese punto épico que necesitaba el momento. Por una vez, Garfunkel tuvo razón.
Después de ese primer tema era complicado mantener el nivel. Pero temas como El Cóndor pasa, Cecilia o The bóxer también son clásicos de los setenta. Es cierto que hay temas que pasan desapercibidos, pero es algo normal entre tanta maravilla.
Para los amantes de las curiosidades les invito a escuchar una versión que hizo en su momento Camilo Sesto. Me reservo la opinión, aunque con sinceridad, hay temas que nunca podrán ser mejorados y Puente sobre aguas turbulentas es una de ellos.
El sitio de mi recreo 