Aula o jaula (Toni Solano)

El fin de semana pasado participé en una mesa redonda en las III Jornadas de actualización de conocimientos para profesores de secundaria, dirigidas por Salvador Pons. Es un tema que me ocupa tiempo, lecturas y reflexión desde hace casi 10 años, por lo que acepté encantada la invitación y disfruté muchísimo del encuentro.

Y es en ese contexto en el que os traigo este libro, porque unos días antes de viajar a Valencia lo vi en una librería y me lo llevé a casa. Conocía a su autor de las redes sociales y, aunque no coincido siempre en las soluciones que aporta, sí que comparto habitualmente con él los diagnósticos, lo que no es poco, precisamente.

Lo primero que tengo que decir de este pequeño ensayo es que se lee muy bien. Está bien escrito, es interesante y presenta un sentido del humor que siempre es de agradecer. Especialmente entretenido resulta el glosario de términos, lleno de ironía y retranca y el regalo final, que no os desvelaré por no hacer espoiler, reconozco que me ha gustado mucho.

En general, se trata de un recorrido sobre la realidad de los centros de secundaria actuales. Como os decía antes, comparto en gran medida su punto de vista porque huye tanto de una visión idílica (ni los estudiantes ni el profesorado son seres de luz, sino seres humanos en muchas ocasiones con circunstancias complejas que superan como pueden), como de una visión apocalíptica en la que todo está mal y vamos irremediablemente al caos. Me ha gustado mucho que no evitara los temas polémicos, como la necesidad de bajar la ratio y subir el presupuesto en general, sin pensar tampoco que no hay nada más que hacer, o como prevenir al lector de las magufadas innovadoras o de las empresas tecnológicas, sin sospechar por ello de todo uso de las TIC ni de los necesarios avances en innovación.

Curiosamente, lo que menos me ha gustado de este ensayo son los temas que ha decidido no abordar. Desde mi punto de vista, nuestro objetivo debe ser que una persona con escolarización básica hasta los 16 tenga más formación que la que tenían las que solo estudiaban hasta los 14. Dicho de otro modo, los saberes básicos deben aumentar. En caso contrario, la medida pasará de ser revolucionaria a ser una engañifa. Y, sin embargo, este objetivo es sumamente complicado, por lo que un ensayo sobre educación no debería obviar el melón más importante: qué contenidos damos, cómo los secuenciamos y cómo los hacemos accesibles, en especial a los estudiantes más vulnerables. Sé que depende del contexto, pero creo que se puede (y se debe) hablar de este asunto en términos generales, más allá de la inconcreción de la propia ley.

En cualquier caso, leyendo el ensayo de Toni Solano me llevo la misma moraleja que me llevé de las jornadas que organizó Salvador Pons: que, por muy distinto enfoque que tengamos, cuando nos escuchamos o nos leemos con calma encontramos espacios de encuentro y lugares en los que crecer. Me quedo con eso y seguiré defendiendo los puentes. El único modo de afrontar el reto titánico que tenemos delante es hacerlo juntos.