Publicado en Libros, Novela

300 guerreros (Andrea Frediani)

Algo tienen las aguas calientes de las Termopilas que consiguen que vuelva a ellas cada pocos meses. Unas veces a través de ensayos, otras con forma de Podcast sobre las ciudades estado griegas y, la mayoría, con novelas que narran la derrota de los aliados griegos  y que, sin embargo, construyó un mito sobre el que se asentó las posteriores victorias.

La novedad de esta novela es el cambio de paradigma sobre los hechos fundamentales en los que se ha forjado la leyenda. Leónidas nos es presentado como un sanguinario fraticida con ínfulas de inmortalidad, el traidor Efialtes no es quién delata el paso por las montañas y contribuye a la derrota final. Y, sobre todo, acompañamos en toda la novela a un espartano que no comparte ninguno de los ideales que su ciudad predica con orgullo.

Este espartano es Aristodemo, uno de los dos supervivientes de los 300. La vergüenza que sufre por haber regresado con vida compone uno de los principales argumentos. El otro, su narración de esos días de enfrentamientos y muerte. Cómo es común a todos los que se acercan a esta batalla, los espartanos eran conocedores de la empresa suicida en la que se estaban metiendo. Y, hasta ahora, nos habían mostrado la total entrega de todos ellos. Hasta ahora. Aristodemo no huye de sus responsabilidades en la batalla. Se entrega a la lucha con la misma energía que sus compañeros, pero no deja de cuestionarse si ese sacrificio es útil.

El autor, experto en historia clásica, recoge esas teorías que han quedado sepultadas por la épica al servicio de la propaganda. Y nos trae a personas que tienen miedo, a aliados que se odiaban, pero que debían luchar juntos para detener a los persas. Nos trae ese aspecto menos glorioso de un mito que perdura y ha «perdonado» la crueldad de Esparta.

Quizá le falta un empujón para situarnos dentro de la batalla. Hay autores que nos han transmitido mucho mejor esos momentos de enfrentamientos. Pero, su trabajo de documentación es fantástico y sí que llegamos a pasear por ese campamento griego, participando de todo lo que rodeaba a esos hombres antes de una batalla.

Con una narrativa sencilla, que no se pierde en florituras líricas, la novela discurre muy rápidamente, nos atrapa con sus «nuevas» teorías y nos recuerda una idea que nunca deberíamos olvidar: la historia la escriben los vencedores, nunca quienes han perecido en ellas. Sería bueno que tomáramos distancia con tanta propaganda belicista.