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Colección «Elige tu propia aventura» ( E. Packard y R. Montgomery)

Incluso entre aquellos que de adulto no leen habitualmente, reconocen haber sido lectores de algún libro de la colección «Elige tu propia aventura».
Es generalizado el recuerdo de nuestra infancia y juventud pegados a un libro en el que, cada dos páginas, debíamos tomar una decisión que nos conduciría hacia un final feliz o, por el contrario, hasta un final espantoso.
¿Cómo comenzó todo? Pues es simple, o muy complicado, según se mire. La suerte juega un papel crucial en la vida. Un abogado, aficionado a contar cuentos a sus hijas cada noche, se quedó sin más opciones después de un tiempo. Por lo tanto comenzó a crear sus propias historias. Pero incluso éstas, se agotaron pronto. Y un día, cuando la imaginación no daba para más, preguntó a sus dos hijas que harían con la historia que estaba comenzado a desarrollar. Cada una de ellas llevó el cuento hacia su final perfecto. Y esto le dió la idea al padre para desarrollar libros donde las decisiones que se tomaran en determinados puntos llevara al lector hacia un final u otro.
Un desarrollo que le costó varios años poder llevar a cabo en editoriales. Por fin, una de ellas creyó en el proyecto, y con un formato muy asequible económicamente, se convirtió en un boom de ventas. El creador de tan feliz idea fue Edward Packard, y junto a su editor original, Ray Montgomery, son los autores de una gran mayoría de los títulos originales de la colección.

Se estima que llegaron a vender más de 250 milones de ejemplares e, incluso, Disney o Marvel intentaron copiar la fórmula original a la vista al éxito del formato. En cada libro (de los 185 publicados), escrito en segunda persona, se desarrollaba entre doce y cuarenta posibles finales. No todos esos finales eran muy positivos, llegando incluso a surgir libros donde era imposible llegar a un final feliz sin haber hecho un poco de trampa.
Yo recuerdo, con algo de frustración, que casi nunca era capaz de alcanzar el final deseado y releer cada página, desde el final, para construir la historia perfecta.
No creo que fuera la intención de los autores, pero al final me convertí en lector, así que me consuelo pensando que el final correcto era ese: convertirse en lector asiduo.
En una época donde los juegos de rol estaban de moda y los primeros videojuegos comenzaban a asomar por las casas, la sencillez y las muchas alternativas que nos ofrecía la colección fueron los argumentos para convertirse en una compra obligatoria para cada niño.
¡Qué grandes recuerdos!

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El capitán Tormenta (Emilio Salgari)

La nostalgia suele ser una sensación muy ambigua.  Hay ocasiones que nos entristecemos al recordar el pasado, sin embargo, en otras muchas ocasiones, sentimos alegría por los recuerdos de nuestra juventud. Algo parecido a lo que me está sucediendo ahora mismo, cuando mi mente no para de rememorar las horas de felicidad que me trajo Emilio Salgari. Además, no fue con el personaje que le dió fama mundial con quien pasaba las tardes enteras enfrascado en sus aventuras. Nunca fui admirador de Sandokan ni sus novelas me desataron la pasión de otras muchas del autor. De Salgari me quedo con sus piratas caribeños y sus novelas ambientadas en el oeste, pero por encima de todas ellas, la princesa de Eboli y el león de Damasco, los protagonistas de la novela de hoy.
Cuando tuve la suerte de leer esta novela, mi imaginación voló al cálido mediterráneo, a una isla asediada en plena guerra entre cristianos y turcos, que  luchaban ferozmente por cada palmo de terreno. Podía oler la pólvora, casi sentía el cansancio después de cada batalla y me sentía exultante cuando alguno de mis personajes favoritos salía de una pieza de alguna escaramuza. Era feliz. 
Porque Salgari, un escritor con un estilo sencillo y directo, conseguía a través de sus libros que olvidaremos quienes éramos en ese momento. Sus novelas no daban tregua entre página y página y sus protagonistas, guapos,  listos y fuertes, nos hacían pensar que la vida era una sucesión de aventuras y acción.
Hoy día, la memoria de este prolífico escritor está muy cuestionada por su calidad, o más bien por su falta de calidad.  También se le achaca que nunca viajó y por ello sus ambientaciones son pobres y ramplonas. Para mí, en mi memoria de juventud, ocupa un lugar privilegiado. Porque me hizo sentir grande, fuerte. Y con él, sus personajes y las gestas que vivían, siempre me sentí acompañado y alegre.
Bendita nostalgia .

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La isla del tesoro (Robert Louis Stevenson)

Pocas novelas han tenido más influencia en la cultura como la que hoy nos ocupa. Hay películas, cómics, videojuegos, exposiciones, etc… que la tienen como referencia. El genero de los piratas, relanzado con las películas de Piratas del Caribe, se nutre de las líneas de este libro.

Stevenson «creó» al prototipo de pirata que ha perdurado en el imaginario popular. Su pirata, John Silver el largo, con su pata de palo, su voz áspera por el ron y el loro que siempre lleva en su hombro ha sido copiado múltiples veces. Pero no solo es la imagen de uno de sus protagonistas lo que se ha plagiado hasta la saciedad. Las canciones, el gusto por enterrar tesoros increíbles, el código de los piratas, etc… todo tiene su origen en La isla del tesoro.
Publicada como novela juvenil por entregas entre 1881 y 1882, no tuvo excesivas ventas. Pero cuando al año siguiente se editó en un solo volumen su éxito fue inmediato. Supuso el primer éxito del autor y sus ediciones se fueron agotando de manera vertiginosa.

La historia es de sobra conocida: un muchacho que pasa sus días en una posada costera ve interrumpido su aburrimiento cuando aparece un hombre con un terrible secreto. Los acontecimientos llevan a Jim Hawkins, nuestro muchacho, a embarcarse en la búsqueda de un tesoro enterrado por el pirata más sanguinario de la época. Este es el comienzo de unas aventuras que vivirá en la isla junto con unos compañeros, en un peligroso juego de mentiras y traiciones donde el peligro puede asomar por donde menos se le espera.

Stevenson, que no había tenido contacto con piratas, se basó en cuentos y mitos que ya circulaban por entonces.  Dibujó e ideó una auténtica isla del tesoro, aunque por desgracia solo nos ha llegado una segunda versión, al perder el editor la primera copia.

El lector se dará cuenta al leerlo que hay innumerables pasajes que le son conocidos. Uno no deja de sorprenderse por que fuera en sus páginas donde comenzó todo.

Una novela universal, fundamental para entender las raíces de muchos iconos culturales que han llegado hasta nuestros días.

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La historia interminable (Michael Ende)

¿Podríamos imaginar un mundo sin fantasía de donde extraer los cuentos y las historias? Si no supiéramos soñar al cerrar los ojos cada noche, sería imposible componer el puzzle de nuestra existencia. Este fue el propósito de Michael Ende al escribir su libro: descubrir la realidad a partir de abandonarla y adentrarnos en nuestra fantasía.

La historia interminable nos acerca un reino que existe en la imaginación de nuestro protagonista, Bastian. Un reino que existe, de hecho, en cada uno de nosotros. Vamos dándole forma, lo construimos e influimos con el paso de los años. Porque si no lo hacemos, al igual que en el reino imaginario, la nada lo termina conquistando.

El héroe del reino mágico, Atreyu, es nuestra prolongación, nuestra voluntad de ser alguien que rompa los límites de nuestro yo real. Y presentamos batalla para que la nada jamás devore nuestros sueños.

Aunque, por otra parte, para vivir con libertad y de forma plena debemos ser conscientes de aquello que forma parte de nuestro entorno más inmediato. Quizá Ende nos estaba anticipando uno de los grandes males que aqueja a nuestros adolescentes en la actualidad: la falta de límites entre lo que ven a través de las pantallas y lo que de verdad les rodea y afecta de forma directa.

En definitiva, una historia apasionante, única y eterna. De lectura obligatoria, es una magnífica oportunidad de adentrar a nuestros pequeños en la maravillosa locura de la lectura.

Libros e imaginación, alimento de nuestra alma.

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Harry Potter y la piedra filosofal (J. K. Rowling)

Hoy quería rendir un homenaje a la literatura de nuestra juventud. He de reconocer que ahora mismo tengo muy escondido en mi memoria los argumentos o las cualidades de esos libros. Pero soy maño. Y cuando algo ronda….

Y surgió la idea, clara y nítida. Los libros de Rowling están más frescos en mi retina, no en vano creo que tengo hasta tres ediciones diferentes a mi alcance. Las dos peques son fans de la serie de libros, han visto las películas multitud de veces y poseen una variada y larga colección de accesorios y demás objetos de merchandising.

Creo que todo ese fenómeno fan ha sido la excusa para acusar a su autora de primar las ventas por encima de la calidad de los libros. Cuanto más éxito tenía, más voces han surgido en su contra al negar su valor literario y dejarlo como simple entretenimiento de masas.

Sin embargo, y me ceñiré a la primera entrega, su lectura es muy entretenida y amena. El mundo mágico que rodea a Harry Potter es rico en detalles y fruto de muchas horas de trabajo por parte de la autora. Nos relata una aventura donde hay giros inesperados, acción, emoción, momentos de humor, sorpresas y todo ello sin un respiro entre capitulo y capitulo.

No olvidemos que son libros para niños y adolescentes. Aunque su moraleja o mensaje nos pueda parecer a los adultos muy simple ( el valor de la amistad, el triunfo de las buenas personas, etc..), considero que el  impacto positivo para ellos es mucho más  fuerte al estar acompañado por unos protagonistas que se hacen querer y pueden llegar a convertirse en modelos de comportamiento. El valor, la inteligencia, el compañerismo, todo son rasgos que adornan a Harry, Ron y Hermione y son cualidades que sus jóvenes lectores absorben en sus lecturas.

En nuestra época tuvimos a Los Hollister o a Los cinco. Y nuestras sensaciones eran igual de placenteras cuando los devorabamos y compartíamos entre nuestros amigos.

Y no le ha ido tan mal a nuestra generación.