Publicado en Libros, Novela

Los Hollister (Jerry West)

Vamos hoy con un poquito de polémica. ¿Eras de papá o de mamá?, ¿ de los Rolling o de Los Beatles?, ¿de Los cinco o de Los Hollister?
Yo no es que fuera fan entregado de éstos últimos, simplemente Los cinco no me dejaron tanta huella. Y ya lo siento, pero por alguna razón, no calaron. Dejaré a Mamen la reseña de Los cinco. Pero hoy toca hablar de esta familia que, durante 33 entregas, fueron protagonistas de aventuras sin fin. Los hermanos Hollister, con edades que comprendían desde los 4 a los 12 años, se enfrentaban a bandidos, asaltantes, fenómenos paranormales, etc… Bajo el punto de vista del siglo XXI es una locura concebir que con esas edades tan tempranas pudieran sobrevivir a todos los peligros que su creador ideaba. Un escritor, Jerry West, que casi siempre escribía bajo pseudonimo. Su verdadero nombre era Andrew E. Svenson y fue un prolífico autor infantil, aunque la mayoría de sus trabajos fueron en colaboración con otros escritores.
Con Los Hollister consiguió la fama y el reconocimiento, pero no fue instantáneo. La cantidad se correcciones que tuvo que realizar fue muy grande. Al final, la familia era el fiel retrato de una visión segregada de la sociedad americana. Sus rasgos, sus costumbres, son las que eligieron unos editores que «velaban» por las buenas costumbres.
Polémicas aparte, a los ojos de los jóvenes lectores, lo que atraia de estos cinco hermanos era su capacidad de estar en medio de todos los líos. Aunque también, y esto es un recuerdo personal, su independencia. No tenían hora de queda, podían faltar sin que los padres los echaran de menos, es más, sus padres los alentaban constantemente en sus investigaciones y podían viajar sin que la realidad económica de un niño importara lo más mínimo.
Eran aventuras, eran misterio, emoción y, sobre todo, muchas horas de diversión y entretenimiento.
Ahora que el verano está aquí, siempre se me despierta mi imagen leyendo por las mañanas todos los volúmenes que caian en mis manos (las tardes las aprovechaba para emularlos, sin ningún éxito).

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El libro de la selva (Rudyard Kipling)

Motivada por cumplir uno de los puntos del reto que estoy siguiendo (el retopatas), estos días he vuelto a leer un clásico que nos acompañó a muchos en nuestra infancia y primera juventud, sea directamente o a través de las muchas adaptaciones. Volver a compartir las aventuras de Mowly (la ranita) y sus amigos Baloo y Bagheera te trae cientos de sensaciones que creías olvidadas. Qué grandes, los amigos de la selva.

El libro consta de siete relatos cortos acompañados de una serie de canciones que los complementan. Los tres primeros cuentan la historia de un niño que se cría en la selva, con una mamá loba adoptiva y una serie de amigos y perceptores que le enseñan todo lo que necesita saber para sobrevivir. Kilpling retoma de este modo la historia del niño salvaje que aparece ya en la pubertad sin haber tenido relación previa con los humanos.

Estos tres primeros relatos son los más conocidos y, desde luego, mis favoritos. A la historia de Mowly no le falta de nada: tiene amigos increíbles, un enemigo malvado, una aliada que en principio parecía peligrosa, unos cuantos estúpidos que parecían inofensivos pero que puede llegar a meterte en problemas serios… Eso sí, en esta selva, los humanos no acabamos de quedar demasiado bien parados, con nuestras supersticiones y nuestra ignorancia.

Los tres siguientes relatos, a pesar de no haber tenido tanta difusión ni adaptaciones, merecen mucho la pena. Sus protagonistas (una foca blanca, una mangosta que aprende a ser valiente y un niño enamorado de los elefantes salvajes) nos recuerdan que somos los dueños de nuestro destino. Quizá el cuento menos interesante, al menos para mí, sea el último. Se trata de un cuento ambientado en un entorno bélico, en el que los animales discuten entre sí quién colabora más en la guerra y quién tiene más miedo. Presenta más disquisiciones que aventuras y sus reflexiones seguramente resultarán menos interesantes y más ajenas a los jóvenes. Creo que este último podéis dejarlo para lectura más adulta.

En definitiva, si tenéis niño/as cerca, daos el gustazo de leerles a todo un premio nobel. Disfrutaréis mucho y estaréis ayudando a forjar un nuevo espíritu lector. Nadie se resiste ante la pluma de Kipling.

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El mago de Oz (L. Frank Baum)

Mi primera reseña de 2022 tenía que ser de un libro muy especial y he elegido una de las novelas más importantes de mi vida. Fue uno de los primeros libros que leí sola y me entere de lo que leía; no sé cuántas veces la he releído completa, incluyendo una lectura en voz alta cuando mi hijo mayor era pequeño; y a ella vuelvo una y otra vez para recordar un pasaje, comprobar un dato o revivir una escena.

Lo mejor de todo es que cada vez que vuelvo a ella hago una lectura diferente. Ahora, que convivo con adolescentes, no puedo evitar pensar que se trata de una metáfora de este momento tan complicado de la vida. El huracán que se lleva a Dorothy volando (literalmente) de su casa creo que es una imagen nítida de lo que les pasa por dentro (y a veces por fuera) cuando cumplen 13 años; ese camino amarillo, lleno de pruebas, me parece que habla de esos años de instituto. La búsqueda de magos que les digan quiénes son y lo que valen, que les concedan valor, corazón, inteligencia o que les enseñen el modo de volver a casa es una búsqueda real de referentes, para lo que no les valgo yo, o no solo. Por mucho que me esfuerzo no veo más que formas de explicarme lo que están pasando mis hijos.

Y el final, ese final tan maravilloso, lo veo ahora como el deseado fin de esta etapa, cuando entiendan las cosas y se conviertan en adultos jóvenes, cuando sean capaces de volver a casa. Qué ganas tengo de que lleguen todos a Oz. Qué largo se nos hace el camino amarillo a los padres.

En definitiva, que los grandes libros se acomodan a la etapa que estamos viviendo y nos hablan, siempre, de nuestra vida y nuestros miedos. Casi no me acuerdo de qué me decía Oz hace un par de décadas y no me puedo imaginar qué me dirá dentro de 15 años. Lo que sé es que esta preciosa fábula seguirá conmigo.

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Pippi Calzaslargas (Astrid Lingred)

Este fin de semana he leído este pequeño libro de relatos sobre la niña más fuerte del mundo. Me decidí a leerlo porque me permitía cumplir uno de los puntos del #Retopata de este año (que estoy a punto de terminar) y porque me permitía revisar una opinión de largo recorrido. Y es que yo odiaba a este personaje desde mi más tierna infancia. Una niña salvaje, desordenada, que incumplía todas las normas y me ponía muy nerviosa. Mi impresión ha sido tan distinta que me quedo ahora con la necesidad de volver a ver la serie (que es dónde comenzó mi animadversión). La niña que me he encontrado en este libro es adorable. ¿No supe entenderla o es que la serie no transmitía lo mismo que los relatos? Investigaré.

Los relatos de Pippi Calzaslargas son una mezcla deliciosa de ficción y realidad. Es ficción, claro está, la historia de una niña que vive sola con un mono y un caballo, con más dinero del que es capaz de gastar (tipo Batman) y con una fuerza sobrehumana (tipo Superman). Pero esos toques fantásticos le permiten hablar de un modo directo y descarnado de la realidad.

Los relatos de Lindgred hablan de la realidad de los niños huérfanos y la inoperancia de los servicios sociales, que no son capaces de darles una infancia normalizada; habla de los abusones que hacen bulling a los niños; del clasismo de las mujeres de clase medio-alta; de la soledad de los ancianos; de la brutalidad de la gente hacia sus animales; de los padres que no son responsables y siguen viviendo como si no tuvieran hijos… mil temas difíciles de abordar que, gracias a mezclarlos con la ficción de una niña increíble, pueden ser reflejados en toda su crudeza.

Pippi Calzaslargas es una superheroina que impone justicia y reclama felicidad allá donde va. Pero, pese a todo, no deja de ser una niña de 9 años sola y semianalfabeta. Bajo su capa de invulnerabilidad, descubrimos un personaje que sufre ante las injusticias, que echa de menos a sus padres, que tiene tan asumida su soledad que se escribe cartas a sí misma, que no se atreve nunca a pedir nada para ella y que reconoce que hace muchas cosas mal. Una niña tan herida que ni siquiera se plantea pedir que le curen las heridas. Se las cura ella, a base de imaginación y juegos. Huye de la tristeza y las quejas, porque en el fondo sabe que su decisión de ser optimista es lo único que la salva del abismo.

Superpoderes, una inalterable necesidad de justicia, empatía y vulnerabilidad. La Pippi que he encontrado en estos cuentos no puede gustarme más. ¿Encontraré lo mismo en la serie?

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Club de lectura septiembre 2021. Opción clásico

Comienza la semana de votaciones para la lectura de septiembre. Tenéis hasta el viernes para darle a «me gusta» a esta entrada. El fin de semana será la votación en Twitter. Más info aquí

Titulo: Moby Dick.

Autor: Herman Melville.

Fecha de publicación original : 1851.

Traducido por: José María Valverde.

Número de páginas : 669.

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Viaje al centro de la tierra (Julio Verne)

Viaje al centro de la tierra es uno de los grandes libros que leí en mi pubertad, en la pequeña biblioteca del colegio en la que pasaba todas las horas que podía. De aquella lectura no guardo muchos recuerdos, salvo una ligera sensación de claustrofobia y la necesidad de seguir leyendo. Se me quedó, eso sí, la certeza de que era una novela de aventuras formidable, uno de los grandes tesoros de mi infancia tardía.

Pero el motivo por el que a día de hoy adoro esta novela no es ese. Lo que la hace realmente especial es que hubo una relectura y que fue una de las últimas lecturas conjuntas que hice con mi hija, antes de que la adolescencia irrumpiera en nuestras vidas y lo modificara todo.

La idea fue suya, aunque no dudo de que sabía que me iba a hacer ilusión. La buscamos entre los títulos de novelas juveniles de las estanterías del salón y ahí estaba, esperándonos.

En esta relectura, tengo que reconocer que el principio se me hizo un poco pesado. Parecía que no iba a llegar nunca el momento en el que entrarían, por fin, al interior de la tierra. Miraba a mi hija buscando impaciencia o cansancio, pero no encontraba nada de eso. El problema era mío y las ganas de que comenzara la verdadera aventura. Desde mi perspectiva de adulta, el libro se vuelve realmente interesante a la mitad y el final es sencillamente impresionante. No me extraña el recuerdo maravilloso que había guardado de ella.

Si tenéis preadolescentes en casa, aprovechad el tiempo y leed con ellos a Verne. El tiempo vuela y en nada estaréis echando de menos estas lecturas.