
Podríamos considerar el libro de hoy como el complemento perfecto de Plomos en los bolsillos, el volumen dedicado al Tour de Francia. Y al igual que en aquel ahora también utiliza una frase de un ciclista para ilustrar la dureza del ciclismo.
Izagirre, que conoce perfectamente el ambiente de las carreras nos vuelve a regalar una crónica humana impresionante que recorre los más de cien años de historia del Giro de Italia. Un libro lleno de historias, anecdotas y reflexiones de una de las carreras más míticas del mundo. Y funciona muy bien el estilo desenfadado y ágil del autor. A pesar de su extensión se hace muy corto y nos deja con ganas de conocer aún más.
Desde 1909, año en el que se inició la locura de recorrer Italia en bicicleta, el ciclismo ha cambiado una barbaridad. Hoy nos parece una locura, pero en sus comienzos era normal que los pobres atletas estuvieran más de quince horas encima de unas máquinas aracaicas, que pesaban una barabaridad. Y las trampas, que hoy en día serian impensables ni tan siquiera imaginarlas, eran moneda común día tras día.
Y esto, y mucho más, encontramos en las páginas de Izagirre. Como por ejemplo, el retrato sin filtros del tema que ha acompañado a este deporte desde sus inicios: el dopaje. No se esconde el autor y nos muestra su cara ingrata, con especial atención en los últimos años, los que han hecho tanto daño a la credibilidad de loa campeones.
En definitiva, un libro para disfrutar, para ponerse nostálgico recordando la juventud y, sobre todo, para valorar en toda su grandeza uno de los deportes más épicos.