
Qué difícil fue elegir un libro para leer nada más terminar Grandes esperanzas, de Dickens. Andaba yo por la casa indecisa, tomando libros de los que tengo por leer y volviéndolos a dejar de nuevo en la estantería, sin llegar a decidirme. Hasta que me acordé de que había comprado este pequeño libro que prometía un paseo delicioso del brazo de un personaje entrañable. Lo fue.
A esta novela llegué, aunque pueda resultar extraño, por su editorial. Trotalibros es una editorial independiente cuyo objetivo es recuperar clásicos que no se encuentran en español, bien porque nunca se han traducido a nuestra lengua, bien porque ya están descatalogados. Cuenta con canal propio de YouTube, que es donde yo la descubrí. Si os gustan los booktubers, no os lo perdáis: https://youtube.com/c/Trotalibros Este es mi primer libro de la editorial y os aseguro que no será el último.
Adiós, señor Chips es una novela brevísima (creo que me duró poco más de una hora), escrita en los años treinta y recuperada en español en 2021 con una edición maravillosa: desde la calidad de la encuadernación hasta las ilustraciones, pasando por la traducción, es un libro para disfrutar de forma completa.
Pero lo mejor de la novela es, sin lugar a dudas, su personaje principal. Un anciano profesor que ha pasado toda su vida adulta en un colegio de secundaria de Inglaterra. A lo largo de estas pocas páginas lo vemos crecer, personal y profesionalmente, y no podemos evitar entender el cariño que por él sienten todos los que le conocen. No es perfecto, claro, pero ni falta que hace que lo sea. El señor Chips, como le llaman los niños, es sencillamente adorable.
Más allá de su protagonista, yo destacaría también la técnica narrativa. James Hilton nos describe más de medio siglo de la vida de este profesor en unas pocas páginas. Y lo hace pincelada a pincelada, sugiriendo más que contando; dejando que la sucesión de anécdotas vaya creando en la mente del lector una pintura completa. Ya lo veis, yo venía de leer una novela tremenda, que me había dejado la impronta de un Velazquez o un Rembrandt, con sus juegos de luz y sombra, y pasé a leer una novela deliciosa, sutil, amable. Un Monet lleno de color y pinceladas. Recomendada.