
José Luis Corral e historia son un binomio que siempre trae buenos libros. No engaña el autor cuando uno lo escoge para viajar en el tiempo. Es un autor honesto y nos ofrece siempre lo mejor de sí mismo y de lo que más domina.
Con El caballero del Templo nos iremos a los últimos momentos de una de las organizaciones más mitificadas de la historia: Los caballeros Templarios. Una orden que acumuló demasiado poder como para que los monarcas europeos, que ansiaban las riquezas de aquellos, permitieran su prósperidad.
La historia nos lleva hasta un hombre, deudor del pasado familiar, que ordenado Templario, se embarca en la defensa del último gran bastión que le quedaba a la cristiandad en Tierra Santa.
Lo mejor de sus páginas es la recreación de la vida de los Templarios, sus costumbres cuando no estaban guerreando y el altísimo grado de disciplina que imponían a sus miembros.
El tono épico de ciertas partes apoya la tensión de unos capítulos que se suceden rápidamente aunque en ciertas ocasiones la trama queda un tanto pueril.
Hay un caballero andante, honesto y sin tacha, al que se contrapone el personaje más interesante de la novela; Roger de Flor fue un mercenario, señor de los míticos Almogavares, que tuvo conexiones con los Templarios y estuvo a punto de cambiar la historia conocida de occidente. La lucha de estas dos corrientes de pasión ecplisa todo lo demás y sube el voltaje de una acción sin pausa.
No busquen retratos psicológicos profundos o una prosa bella. Lo que ofrece, y lo hace muy bien, es un marco histórico exacto, con una trama de fondo que es muy entretenida.
Una lectura de las llamadas ligeras pero que sin embargo esconde dentro mucho conocimiento histórico, rigor y emoción.
La novela histórica necesita a autores como Corral que saben conjugar el entretenimiento con la pasión por el conocimiento.