Esta Semana Santa aprovechamos el desconfinamiento perimetral de Zaragoza y subimos al Pirineo. Al llegar a Ainsa nos topamos con esta pequeña librería llamada La General y no pudimos evitar entrar a echar un vistazo.
Los más atentos ya habréis visto en una de las fotos la sorpresa con la que me encontré en el interior. Mi segundo apellido no es demasiado frecuente y, aunque no me consta que mi familia proceda de Ainsa, me hizo ilusión que un Chéliz fuera el fundador de este establecimiento.
Aunque, si os soy sincera, os diré que no me hacía falta este guiño de la casualidad para sentirme como en casa. Esta libreria tiene el encanto de los pequeños santuarios de libros. Destaco especialmente su buena selección de novelas gráficas. Sin duda es un lugar al que no dejaré de volver.
Ojalá encontremos siempre pequeñas librerías supervivientes allá donde vayamos. Porque para oxigenarnos, nada mejor que un libro como complemento de la naturaleza.