
Hacía mucho tiempo que no leía a Verdon. Tanto que la última vez que leí una de sus novelas ni siquiera habíamos abierto este blog, por lo que esta es la primera vez que os hablo de lo mucho que me gusta este autor.
Casi no me acordaba de lo bien que me sienta pasar unas horas en compañía de Gurney. Entiendo perfectamente a este detective honesto y obsesionado con la verdad. Comparto cada una de sus decisiones, pero también cada una de sus dudas. Gurney es un personaje al que le he cogido mucho cariño a lo largo de los años y volver a pasar con él unas cuantas horas ha sido como recuperar a un viejo amigo.
No solo le entiendo. También le admiro, por su perspicacia, por su tesón y por su valentía. No le importa ser el único que ve las cosas de un modo distinto. No se deja llevar por lo que opinan los demás, ni por las pruebas que parecen demostrar sin dudas una mentira. Se obsesiona por entender todos los detalles, hasta los que no parecen importantes. Y gracias a todo ello descubre la verdad.
He pasado unas horas muy entretenida, acompañando a mi viejo amigo en un nuevo rompecabezas que no parecía fácil de solucionar. Y aunque el final me ha parecido un poco precipitado, quizá lo que me pasa es que nunca me parece que haya llegado el momento de cerrar una buena historia. Afortunadamente, en mi mesilla de noche todavía queda una novela de Gurney esperando. No tardaré en leerla.