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Las diez reglas de las novelas de misterio

Hace unas semanas Mamen me pidió que escuchara un fragmento de un podcast que ella suele seguir. Su autor es Antonio Fábregas y el podcast se titula El Racionalista Omnívoro. Si os gusta la lingüística y queréis informaros y formaros, ni lo dudéis, es el sitio ideal. Mi interés, el que pensó Mamen que podía serlo, se centró en la parte final de un capítulo, donde Fábregas habla sobre las 20 reglas para escribir una novela de misterio. Nos habla de la figura de S.S. Van Dine, escritor norteamericano que en 1928 publicó las 20 reglas que debían cumplir este tipo de novelas. Nos cuenta Fábregas de la existencia de otra lista con diez reglas, abanderadas por los británicos. Como él cuenta y explica muy bien la lista de Van Dine, quería acercaros la lista que nació en la edad dorada de las novelas de misterio, los felices años 20 y, deprimentes, años 30. Novelas que no describían asesinatos truculentos ni, tan siquiera, se recreaba en escenas sangrientas o llenas de violencia.

Este Decálogo, o mejor dicho, estos Diez Mandamientos (ahora veréis porqué) fue obra del clérigo católico Ronald A. Knox. Formaba parte del Detection club, que es la asociación donde se reúnen los escritores británicos de novelas policiales y de misterio. Como curiosidad, es la asociación más antigua de su genero y siguen reuniéndose hoy en día. Formaron parte de este club escritoras como Ágatha Christie, Margaret Cole o escritores como G.K. Chesterton o Anthony Berkeley. Todos ellos tenían en común haber creado un detective que aparecía repetidamente en sus relatos. El objetivo inicial del club era reunirse periódicamente para intercambiar ideas, ayudarse mutuamente y, si llegaba la ocasión, escribir conjuntamente alguna obra. La más famosa es El almirante flotante, donde los catorce miembros fundadores se enfrentaron a un reto apasionante: resolver un misterio, cada uno con su estilo e imaginación. Quién tenga curiosidad por saber quién lo resolvió mejor que no dude en acercarse a sus páginas. Pocas veces se juntan en un volumen catorce autoras y autores de esa calidad.

Este selecto club tenía un juramento para ingresar en sus filas:

“¿Prometes que tus detectives investigarán de verdad los crímenes presentados ante ellos usando el ingenio con el que te guste dotarlos y no confiando ni haciendo uso de la Divina Revelación, la intuición Femenina, las Supercherías, las Trampas, la Coincidencia o la Acción De Dios?”

Toda una declaración de intenciones.

No contento con ese juramento, Knox quiso darle su toque británico a la reglas que había escrito Van Dine y publicó su Decálogo para historias de detectives.

1. El criminal debe ser alguien mencionado en la parte inicial de la historia pero no debe ser alguien del que el lector conozca sus pensamientos.

2. Los agentes sobrenaturales o preternaturales están descartados por rutina.

3. No se permite más de una habitación secreta o pasadizo.

4. No puede usarse ningún veneno no descubierto hasta ahora, ni ningún dispositivo que necesite una larga explicación científica al final.

5. Ningún chino debe figurar en la historia.

6. Ningún accidente debe ayudar jamás al detective, no debe tener una intuición inexplicable que resulte ser cierta.

7. El detective no debe cometer el crimen.

8. El detective no debe tropezar con ninguna prueba que no sea mostrada instantáneamente para la inspección del lector.

9. El estúpido amigo del detective no debe ocultar ningún pensamiento que se le pase por la cabeza y su inteligencia debe estar ligeramente por debajo de la del lector medio.

10. Los hermanos gemelos y los dobles, en general, no deben aparecer a menos que hayamos sido preparados para ello.

Por supuesto, incluso algunos de los miembros del Detection club se saltaron a la torera algunas de las reglas. Para algunos de ellos no fue más que la loca ocurrencia del momento. Otros, sin embargo, defendían y defienden que el ingenio debe ser la única arma con el que cuente el detective. Sí que hay una característica que recoge a todos las escritoras y escritores del club: sus novelas transcurren en amables paisajes de la campiña inglesa, donde el buen tiempo y el buen humor general apenas es perturbado por la aparición del crimen. Es justo lo contrario a lo que sucedía al otro lado del Océano Atlantico, donde los autores nos sumergían en un ambiente oscuro y pesimista.

Quien se acerque al podcast de Antonio Fábregas descubrirá que las reglas detalladas por Knox están incluidas entre las que escribió Van Dine, pero ya se sabe que la rivalidad entre americanos y británicos no conoce fronteras, ni géneros.