
Nos quedaba una cita importante con el maestro del relato. Un encuentro mensual con los amig@s del club de lectura El sitio de mi recreo que nos regaló dos horas para diseccionar la lectura de febrero.
No decepcionó el debate en torno a los dieciséis relatos que componen el volumen. La nota general fue muy alta, una de las más altas de todos los encuentros que hemos tenido hasta ahora. Para muchos ha sido el primer acercamiento al autor de clásicos infantiles como Matilda o Charlie y la fábrica de chocolate. Y la verdad es que es imposible relacionar al autor de esos cuentos infantiles con el escritor que fue capaz de sorprender con argumentos y finales tan impresionantes.
Dahl fue un explorador de los peores sentimientos humanos. Su dura experiencia por los orfanatos de su niñez dejaron un poso amargo que explotó a la perfección. Esa clave autobiográfica se deja sentir en muchos de los relatos, dotándolos de una veracidad que los hace aún más escalofriantes. Contaba el propio escritor que él entendía la literatura como una manera cruda de enseñar a los demás la dureza de la vida. Los protagonistas de sus relatos son personas normales, imperfectos, que han ido cayendo en una espiral de degradación. Pero, en absoluto, podríamos decir que hay super villanos o situaciones de ciencia ficción. La vida cotidiana supera, en mucho, a la más febril de las imaginaciones.
Con estos antecedentes, el debate inevitable que se generó al hilo de la noticia de la reescritura de muchos de sus cuentos para que no fuesen ofensivos dio para mucho. En líneas generales, la opinión fue muy parecida, aunque los matices dieron color al debate. Me reservo el sentido de esas opiniones, por respeto a la opinión de cada miembro del club, pero sí quiero destacar la concordia y el respeto de cada uno de ellos. Una alegría.
Por supuesto, tuvimos tiempo para destacar relatos, personajes y comentar lo bien escritos que están. Incluso a aquellos que no parecían haber despertado un interés especial al principio, le dedicamos mucho tiempo de debate, diseccionando sus detalles. Y qué decir de esos finales tan abiertos. No es de extrañar la influencia en la cultura posterior que han tenido sus historias. Una delicia la elección de Roald Dahl y sus relatos y aún mejor tener un grupo tan bueno para disfrutar de su lectura.