Primera semana con Auster, un escritor al que me acercaba con mucho respeto. Cuando elegí su novela como candidata al club de lectura lo hice con un punto de desconfianza. Había leído críticas positivas pero prevalencian las negativas hacia su obra y persona.
Me asustaba ese aura de escritor que se creía más de lo que representaba en el panorama literario mundial. Aunque su nombre ha sonado varias veces como posible candidato al Premio Nobel, no deja de ser notorio el rencor que inspira su prosa.
Pues bien, una semana después de abrir la novela, simplemente puedo decir que estoy encantado. Hasta ahora el libro se está abriendo a mí de forma natural. La forma de escribir de Auster es fluida, y las páginas se van sucediendo vertiginosamente. A esto también ayuda la historia y los personajes. Lo que en principio no deja de parecer un final del camino se ha convertido en el inicio de un bonito viaje. Un trayecto vital acompañado de unos protagonistas llenos de humanidad. Esos personajes no tienen nada heroico, ni digno de alabar. Son encarnaciones de las personas que todos podemos encontrar, son el vecino, el compañero de trabajo,etc…
Poderosos en sus diálogos y mundo interior, la fuerza de la narración es inmensa y nos sentimos tan a gusto como si estuviésemos viviendo la fantasía de Auster.
Cada capítulo es un relato por sí mismo. Y nunca veo el momento de cerrar el libro. Siempre quiero más , y más.
La verdad es que ha sido una grata sorpresa. Grata y, espero, no efimera. Confío en que dure mi sonrisa hasta la última página.
El sitio de mi recreo 