Publicado en Libros, Relatos

Las nieves del Kilimanjaro (Ernest Hemingway)

Uno se acerca a Hemingway animado siempre por la leyenda que rodeó a su persona. La imagen de aventurero, vividor y mujeriego, han sido las señas que han perdurado en nuestro imaginario. Por ello es tan difícil disfrutar de sus libros. Uno espera novelas que igualen su figura. Queremos leer aquello que imaginamos del periodista americano que sedujo a las más bellas actrices y fue amigo de toreros.
Sin embargo, sus novelas son relatos sobre sentimientos que, a menudo, llegan de la mano de la decadencia y la ruina. El viejo y el mar trata sobre la soledad y la vejez, por poner el ejemplo de una novela de la cual ya os hemos hablado. Y lo mismo ocurre en el pequeño relato que hoy nos ocupa. Una historia sobre la inminencia de la muerte y las oportunidades perdidas. Hay poco heroismo en ello. Pero hay belleza en cómo lo trata el autor. Sus reflexiones, las palabras que nos llegan, son de una profundidad inmensa, propias de quién ha vivido al máximo, aún sufriendo.
Tiene Hemingway, además, una característica notable en su forma de escribir. Me refiero a los que los expertos han llamado La teoría del Iceberg. Esta forma de escribir consiste en plasmar, únicamente, una pequeña porción de los hechos. El resto, lo que permanece oculto, está insinuado. Ha de ser el lector quién lo busque e identifique.
Por ello, el relato de hoy debería ser leído varias veces. Es necesario para extraer todo lo que nos ofrece.
Nada de lo que he dicho debe apartar al lector de su intención de leer al gran maestro. Justo al contrario. Solo quería advertir de la belleza íntima que hay en sus libros, muy alejada de esa leyenda que nos legó.
Estoy convencido que este pequeño relato es ideal para conocerlo. Es corto, conciso y tiene muchas de las virtudes del ganador del Premio Nobel.