
Ha pasado una semana de lectura. Uma semana que empezó con los peores augurios sobre el clásico de Pym. Nadie cuestionaba su estilo, pues su lectura es ágil y sencilla. Pero había una pregunta que sobrevolaba el club de lectura: ¿hacia dónde quería llevarnos su autora?
Es la primera novela que leo de la autora. Una escritora resucitada por los mejores dramaturgos y críticos ingleses, que la reividicaban después de muchos años de olvido. Las referencias que me movieron a proponerla hablaban de un fino sentido del humor y una ironía a la altura de los mejores escritores de las Islas.
Y quizá, esas dos cualidades están presentes de manera tan sutil que apenas las hemos percibido. Aunque, y aquí intervengo sin salvavidas, arriesgando críticas hacía mi osadía, nos falta conocimiento sobre la sociedad inglesa de la época
Me explico mejor para intentar disipar esos ojos abiertos hasta límites inspechados.
Estamos hablando de una sociedad muy conservadora, donde la monarquía, la iglesia y la familia eran los pilares de la vida cotidiana de la mayoría de las personas, en particular de las mujeres. Y, por tanto, el papel de ellas seguía siendo muy secundario, o mejor dicho, intrascendente.
Barbara Pym, al igual que su idolatrada Jane Austin, denuncia a través de diálogos en apariencia intrascendentes y, sobre todo, de pasajes cotidianos en apariencia aburridos, un estilo de vida absurdo y que estaba en clara decadencia.
Quizá, es mi opinión. Pero a través de ese filtro que he puesto, todo comienza a cobrar sentido. Quizá no sea una historia hilarante, o con una clara intención irónica, pero sus tres protagonistas cobran, al fin, sentido en la historia.
Vamos a por la segunda semana, esperando seguir entendiendo una forma de escribir muy ajena a mí, pero llena de calidad.