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El primer editor de la historia

Los libros: forman parte de nuestra vida, son compañeros que están a nuestro lado siempre. Pero, aunque hoy son objetos cotidianos que se encuentran al alcance de nuestra mano, no siempre fue así.
No fue hasta hace poco más de 500 años cuando un hombre se propuso romper los límites que encorsetaban su publicación. Su idea era crear ediciones masivas, accesibles al público, sin renunciar a la belleza intrínseca del mismo libro.

Comenzó rescatando a los griegos clásicos que no pasaban por su mejor momento. Su acceso apenas llegaba a una porción privilegiada de la población, tan reducida que no tenía mercado en el que crecer.
El invento de la imprenta era muy reciente y todavía su difusión era un pálido reflejo en las bibliotecas.

Con este ambiente, Aldo Manuzio se convirtió en un visionario al fundar un nuevo tipo de editorial. Era el germen de los libros de bolsillo. De bolsillos muy grandes eso sí, pero era el comienzo. Poco a poco, sus discípulos lanzarían el formato 10×15, que fue el que triunfó rápidamente. Un libro asequible, que permitía tiradas de 1000 ejemplares y con una edición nunca vista hasta entonces.
De sus talleres surgió el que todos los amantes y entendidos del mundo de la literatura han considerado el libro más bello del mundo: El sueño de Polífilo, de Francesco Colonna.
El impacto que tuvo fue tal, que todos los grandes pensadores de la época buscaban sus servicios, tanto para editar sus obras como para encargar copias difíciles de encontrar.
Apasionado y perfeccionista, tardaba muchísimo tiempo en terminar sus diseños, tanto, que su estabilidad económica estaba siempre al filo de la quiebra. Pero su gran fama consiguió que fuera capaz de salir adelante.
Sentó las bases de las editoriales modernas, apostando por innovaciones como dejar márgenes anchos para anotar apuntes, o utilizar papel muy blanco, que no distraía al lector del verdadero protagonista, la palabra. Supo rodearse de un equipo de expertos, cuyo objetivo fue perfeccionar las ediciones, cuidando de todos los detalles.
La letra Itálica o Cursiva, tan presente en nuestros días, lleva la firma de su editorial. Aunque se atribuyó a él su invención, hoy sabemos que no fue suya la idea (pese a lo que se creía) sino de un colaborador suyo, que se inspiró en textos manuscritos de Petrarca.
Aldo Manuzio: un hombre que tuvo el sueño de hacernos a todos partícipes del maravilloso mundo del libro.