
Cuando este verano celebramos el aniversario del club de lectura haciendo una ruta literaria con Pirineos Literarios, tuvimos la oportunidad de disfrutar, entre montañas, de las palabras de Unamuno declamadas por un actor que sabía bien lo que hacía. El texto que había preparado era un extracto de un ensayo de D. Miguel y nos ayudó a recordar lo oscuro que era este autor en sus artículos. Todo lo contrario que en sus novelas.
Porque si por algo se caracterizan las obras de ficción de este autor es por lo bien que se leen. Unamuno era capaz de presentar de forma fluida los temas filosóficos más complejos. Será por su estilo directo y ágil, por la ironía que sobrevuela todo el texto, por sus personajes, por las situaciones surrealistas que plantea… sea por lo que sea, sin apenas darnos cuenta estamos reflexionando sobre el sentido de la vida, el libre albedrío, la naturaleza de la acción creativa, de la idea de Dios o del amor.
No sé si quedará alguien que no haya leído Niebla, pero si lo hubiera os animo a remediarlo. Las reflexiones de Augusto, un joven niño rico que no acaba de entender bien en qué consiste la vida, nos permiten reevaluar nuestras propias convicciones.