Vamos a terminar la semana con una novela sencilla y muy dulce, en apariencia. Detrás de la historia que nos cuentan los distintos narradores de la obra se esconde una radiografía muy dura de la América de mitad de siglo pasado. Un país que se escondía detrás se recetas dulces y bebidas gaseosas. Un pais que arrastraba el racismo, la pobreza, la guerra… Un rosario de vidas que intentaban sobrevivir dentro de un puzzle muy complicado. La historia que nos trae Fannie Flagg consigue que queramos ir de inmediato a conocer el famoso pueblo de Whistle Stop. Sin poder evitarlo nos convertirmos en amigos de casi todos sus habitantes. Sufrimos con ellos, reimos con su felicidad y, de repente, nos encontramos susurrando consejos a cada uno de ellos. Porque la novela, y su autora, nos devuelve la fe en la vida, en las buenas personas. Es una lectura engañosa, que no se confíe el lector. Detrás de las recetas, del humor irónico, hay mucho más de lo que parece. Hay una lectura sosegada, que se disfruta y sufre con tranquilidad. Es un libro para ese rincón especial que nos reservamos para nosotros y nuestra intimidad. Por una vez, y sin que sirva de precedente, me gustó su adaptación cinematográfica. Aunque es mucho mas edulcorada y menos polémica con ciertos aspectos que sí se muestran en la novela. De todas formas, un buen complemento a una novela que remueve el alma.
La de hoy no es una reseña normal. No son unas lineas sobre un álbum, ni tan siquiera sobre un grupo. Hoy os hablo de los recuerdos, de cintas de cassette, originales y grabadas en casa, de coches sin aire acondicionado y viajes interminables. La banda sonora de mi niñez estuvo marcada por el sonido de este grupo del sur, con aires rokeros y música flamenca. Triana fueron pioneros en nuestro país, precursores del rock progresivo que triunfaba en el extranjero con grupos como Pink Floyd. No puedo imaginar cómo pudieron superar las críticas de los puristas del flamenco al oír sus canciones. Si hoy en día Rosalía debe luchar por defender su sonido, hace 40 años debió ser un pequeño infierno. La suerte, y el arte, que tuvieron fue que consiguieron rendir al público ante sus canciones. Sus actuaciones eran seguidas masivamente y sus ventas los llevaron a las listas de los grupos más impórtates del cada año. El de hoy es su primer álbum de los años 80, cuando quisieron virar sus canciones hacia ritmos menos flamencos, con influencias pop. Sin embargo tras vivir las críticas de los defensores del flamenco, en ese momento llegó el turno de sus seguidores, que no entendieron ese cambio. Un giro que muchos grupos de larga trayectoria suelen hacer. Pero bueno, polémicas aparte, el álbum Un encuentro contiene la canción más especial para mí . Un tema que se sigue versionando decadas después. Tu frialdad es una joya de la historia de nuestra música. Una balada muy triste pero que crece a cada instante con la voz del mítico Jesús de la Rosa. El resto del álbum es notable, muy cerca de la altura alcanzada en sus anteriores trabajos, sin embargo, el escarnio sufrido por su giro hizo que no tuvieran la repercusión que se merecian. Pero quién quiera conocer un poquito de un grupo que llenaba estadios, copaba listas de éxitos y, hoy en día, siguen siendo versionados, este trabajo los dejará con la boca abierta de asombro.
Este mes de septiembre hemos leído este libro de relatos de Bradbury. Después de haber leído Fahrenheit 451 y Crónicas marcianas, no dudé, en ningún momento de que se trataba de un libro de ciencia ficción. Pronto nos dimos cuenta, sin embargo, de que es un libro que aúna relatos de todo tipo. La mayoría bastante imaginativos, es cierto, pero no todos de ciencia ficción y alguno incluso podría considerarse realista.
Durante estas semanas, como siempre, hemos compartido impresiones sobre la lectura en la Comunidad de El sitio de mi recreo de Twitter y me he pasado un par de veces por aquí para contarlo. Por si no lo habéis leído, os dejo por aquí los enlaces:
Y el pasado domingo, como todos los meses desde hace ya un año, nos reunimos virtualmente los miembros del club para comentar qué nos había parecido el libro. No hubo medias tintas. A muchos nos había gustado mucho, una vez superado el desconcierto inicial que producen los cuentos (o precisamente por ello); a otros no les había gustado nada, hasta el punto de que no habían podido acabarlo.
Dividimos los cuentos en tres grupos. El primero de ellos se caracterizaba por ser relatos de especial belleza, aunque no todo el mundo estaría de acuerdo con que <<bello>> fuera la palabra adecuada. Son cuentos redondos, muy visuales, con ritmo. No obstante, como algunos llevan cierta denuncia social y tocan temas complicados sin filtro, como la muerte o la soledad, es cierto que su belleza puede ser poco convencional.
El segundo grupo de cuentos son aquellos que nos dejaron pensando. En ocasiones, según una de nuestras compañeras, el modo en el que se plantean los temas es demasiado directo, con un toque de <<libro de autoayuda>> que no acaba de convencer. Otras veces es algo más sutil y profundo a la vez, permitiendo al lector que piense libremente sobre un determinado tema.
Por último, el tercer grupo lo engrosaban cuentos que no nos habían acabado de encajar. Hubo quien llegó a dudar de que realmente fueran del propio Brandbury, pues no tenían los ingredientes que solemos encontrar en sus creaciones.
Las dos horas del encuentro pasaron como siempre, entre risas, descubrimientos y momentos de reflexión. Estuvimos todos de acuerdo en que Bradbury es, ante todo, un espíritu creativo, que juega con nosotros, que esconde un gran sentido del humor y que no se le puede interpretar demasiado en serio ni demasiado literalmente. Para poder disfrutarlo tienes que partir de ahí y, simplemente, dejarte llevar.
Vamos hoy con uno de esos libros que entraron en la lista de los más vendidos, concretamente del año 2004. Una novela de una escritora acostumbrada a acertar con el clic del exito con sus novelas. Un acierto que se cimenta en una historia bien presentada, con antecedentes históricos de peso, de acción trepidante y emoción creciente. No obstante, El Origen Perdido no es su novela más redonda. La primera mitad de su desarrollo queda un tanto larga, con pasajes muy largos que no aportan mucho a la historia. Es a partir de la segunda mitad cuando vemos las características que han convertido a Matilde Asensi en una de las escritoras más vendidas de las ultimas décadas. Es esa mitad cuando descubrimos mundos ocultos, acertijos solucionados de manera brillante, malvados sin ambigüedades y acción física sin tregua ni fin. Y funciona. Y lo hace muy bien. Algo tiene Asensi en su narrativa para coger lo más granado de las herramientas del best seller y aportarle su sello propio. Un estilo que garantiza una lectura absorbente, fluida y que nos proporciona horas de entretenimiento. No es fácil conseguirlo. Si nos fijamos en los miles de lanzamientos editoriales que hay cada año, son muy pocos los que consiguen alcanzar la aprobación del público. Y aún menos quienes repiten entrega tras entrega. Creo que si Matilde Asensi fuera inglesa o norteamericana, su fama nos tendría a todos deslumbrados. Y muchas de sus novelas estarian llenando las salas de los cines. Mucho mérito,muchísimo.
Es uno de los autores con los que inicié mi afición por la novela historica. Creador de la trilogía de Alejandro Magno, La legión perdida y un largo etcétera, cada lanzamiento suyo es un acontecimiento mundial. Si consultan listas de los mejores escritores especialistas en el área, su nombre siempre es uno de los presentes. Palabras mayores. Sus novelas siempre han tenido un componente de intriga y misterio, que se complementan perfectamente con la historia y su fidelidad. Arqueólogo de profesión siempre ha defendido la literatura como medio para amar el mundo clásico. Con la exigencia de ser esclavo de sus palabras ( si una novela no te engancha en las primeras cinco páginas, déjala) en el año 2004 publicó una serie de relatos relacionados con su pasión, la historia, y su profesión, la arqueología. Relatos tan variados como el amor maduro de un Miguel Angel más humano que nunca, o la trama de contrabando internacional con una eapada de oro de fondo. En total 11 relatos independientes y, me temo , dispares en su interés. Para mí, opinión sin mucho peso, los relatos contemporáneos sobre arqueólogia y excavaciones superan en mucho a los que narran episodios muy concretos de la historia. Un diálogo entre Anibal y Escipión puede que tuviera interés, sin embargo el intercambio de ideas tiene más que ver con un análisis a posteriori de la historia que con un encuentro ficticio para contraponer sus visiones e ideas. Más allá de una opinión particular, el libro tiene mas que ver con un ejercicio de estilo, pues en muchas de sus páginas cuesta reconocer el estilo directo del autor. A pesar de esta pequeña objeción, el conjunto de relatos merece la pena. Siempre es instructivo acercarse a la mirada experta de Manfredi. Su experiencia como arqueólogo y narrador consigue que las historias se lean de forma muy fácil. Un buen aperitivo antes de adentrarse en otras obras del autor mucho más ambiciosas.
Estos días he estado leyendo un libro delicioso, muy distinto a todo lo que suelo leer. Se trata del diario del dueño de una enorme librería de viejo de un pueblito escocés, escrito en 2014 y mandado a la imprenta en 2016. Lo adquirí este verano en la librería El estudiet de Benasque, tras un flechazo en toda regla. Más allá del propio contenido (del que os hablo a continuación), la edicion es cuidada, con tapa dura, papel grueso y un lomo de color azul verdoso o verde azulado que llama la atención. Un verdadero capricho para acabar de celebrar nuestro aniversario del club.
Muchos de los que nos leéis habréis sentido, como nosotros, el deseo de montar una librería y pasar allí todas las horas posibles. Todos nos hemos imaginado rodeados de libros, visitados por amantes de la lectura y profesionales dedicados a escribir, editar o distribuir libros. ¿Qué más se puede pedir?
Por eso, un diario como este, que nos permite compartir el día a día del librero durante un año completo, supone la mejor simulación de un sueño hecho realidad. Pero, como dice uno de los cuentos de Bradbury que hemos leído este mes, <<cuidado con lo que sueñas, que se puede convertir en realidad>>.
Efectivamente, durante las más de 350 páginas que dura este diario, podemos comprobar cómo la vida como librero es algo más que disfrutar junto al fuego de la presencia de los libros. El autor, con un sentido del humor muy ácido, nos habla de sus viajes constantes en busca de libros para adquirir, con lo que esto supone de trabajo físico (el viaje, sí, pero también desmantelar bibliotecas enteras, meter los libros en cajas, transportarlos, referenciar los libros y colocarlos en las estanterías); nos habla de los clientes con peticiones imposibles, los que se acercan a la librería con mil necesidades y que no compran nada, los regateos constantes, la relación con sus empleados y, sobre todo, nos habla de dificultades económicas. Y, poco a poco, vamos entendiendo que la realidad de un negocio como este es mucho más compleja de lo que habíamos soñado.
Este libro no cuenta nada, es un simple diario, pero lo cuenta todo. Por tener, tiene hasta un supervillano, que no es otro, claro, que Amazon. Un superenemigo con el que no tiene más remedio que convivir e incluso utilizar para no cerrar la persiana.
Pero por encima de todo este es un libro de libros. El amor por ellos a veces parece diluirse con el día a día, pero en el fondo es lo único que mantiene a flote el deseo de continuar luchando. Y como prueba de este amor bibliófilo, cada mes comienza con una cita de Bookshop Memories, una obra escrita en 1936 por George Orwell, tras una breve experiencia trabajando en una librería. Sin duda, este otro libro también se va a pendientes. Ya os contaré si consigo hacerme con él.
Cuando hace treinta años me asomé al universo que crean estos cuentos de Ana Maria Navales todavía no conocía a Virginia Wolf, ni siquiera intuía de qué estaba hablando la escritora española. No pude recorrer el camino completo, no entendí los guiños, el homenaje. Pero no importó. A pesar de todo, supe reconocer que se me abría un mundo distinto y nuevo y me dejé arrastrar por él.
Los personajes de estos relatos son fundamentalmente artistas o personas que se rodean del mundo de la cultura y las artes. Gente excéntrica, cuyas preocupaciones nunca eran las mismas que las de las personas que me rodeaban a mis 19 años. De sus vidas emanaba una libertad que me embriagaba.
Los temas que recorren estos relatos no son distintos a los que había leído hasta entonces: el amor, la muerte, la locura eran viejos conocidos. Yo ya había leído a Lorca. Pero el modo en el que se tratan aquí era nuevo para mí. Quizá fuera la presencia constante de una voz femenina a la que no estaba acostumbrada, o la ausencia de filtros o metáforas. No sé. Pero treinta años después, cuando veo el libro en la estantería, me vienen a mi recuerdo destellos de un viaje que para mí fue iniciático.
Quizá sea por eso que no me atrevería con una relectura.
Los libros: forman parte de nuestra vida, son compañeros que están a nuestro lado siempre. Pero, aunque hoy son objetos cotidianos que se encuentran al alcance de nuestra mano, no siempre fue así. No fue hasta hace poco más de 500 años cuando un hombre se propuso romper los límites que encorsetaban su publicación. Su idea era crear ediciones masivas, accesibles al público, sin renunciar a la belleza intrínseca del mismo libro.
Comenzó rescatando a los griegos clásicos que no pasaban por su mejor momento. Su acceso apenas llegaba a una porción privilegiada de la población, tan reducida que no tenía mercado en el que crecer. El invento de la imprenta era muy reciente y todavía su difusión era un pálido reflejo en las bibliotecas.
Con este ambiente, Aldo Manuzio se convirtió en un visionario al fundar un nuevo tipo de editorial. Era el germen de los libros de bolsillo. De bolsillos muy grandes eso sí, pero era el comienzo. Poco a poco, sus discípulos lanzarían el formato 10×15, que fue el que triunfó rápidamente. Un libro asequible, que permitía tiradas de 1000 ejemplares y con una edición nunca vista hasta entonces. De sus talleres surgió el que todos los amantes y entendidos del mundo de la literatura han considerado el libro más bello del mundo: El sueño de Polífilo, de Francesco Colonna. El impacto que tuvo fue tal, que todos los grandes pensadores de la época buscaban sus servicios, tanto para editar sus obras como para encargar copias difíciles de encontrar. Apasionado y perfeccionista, tardaba muchísimo tiempo en terminar sus diseños, tanto, que su estabilidad económica estaba siempre al filo de la quiebra. Pero su gran fama consiguió que fuera capaz de salir adelante. Sentó las bases de las editoriales modernas, apostando por innovaciones como dejar márgenes anchos para anotar apuntes, o utilizar papel muy blanco, que no distraía al lector del verdadero protagonista, la palabra. Supo rodearse de un equipo de expertos, cuyo objetivo fue perfeccionar las ediciones, cuidando de todos los detalles. La letra Itálica o Cursiva, tan presente en nuestros días, lleva la firma de su editorial. Aunque se atribuyó a él su invención, hoy sabemos que no fue suya la idea (pese a lo que se creía) sino de un colaborador suyo, que se inspiró en textos manuscritos de Petrarca. Aldo Manuzio: un hombre que tuvo el sueño de hacernos a todos partícipes del maravilloso mundo del libro.
Hace unos días os hablaba de un experimento literario, realizado por Camillieri y un autor del que no había oido hablar. Y me faltó tiempo para buscar un libro de ese escritor y comprobar si su buena fama era merecida o no. Encontré su primera novela que, en realidad, son tres relatos, ambientados en la Italia de la Segunda Guerra Mundial y sus años posteriores. El protagonista absoluto de los tres relatos es el Comisario De Luca. Un policía íntegro, que intenta sobrevivir a un ambiente dramático y muy violento. Porque ahí es donde, para mi, reside la gran fuerza de la obra. Estamos acostumbrados a los más oscuros casos policíacos, pero no tanto a que esos casos esten envueltos en un ambiente de guerra y muerte. La representación de las semanas y meses que siguieron a la liberación de Italia, con la caida del fascismo, consigue dotar a los relatos de un punto de vista sorprendente. No solo hemos de preocuparnos por los sospechosos, también debemos estar atentos con un vecino que podría ser un partisano o un amable anciano que, en realidad, es un acerrimo seguidor de Mussolini. Su acción es frenética y las piezas van encajando con tanta suavidad que el final llega con la sensación de ser inevitable. Como me gusta, no hay giros absurdos o acciones que no correspondan. Todo es fluido, fruto de una exposición perfecta de hechos y las interacciones de los personajes. Una primera aproximación a un escritor muy recomendable. Una lectura amena, donde los amantes del género se sentiran muy a gusto.
Después de año y medio por aquí ya os habéis hecho una idea de lo mucho que nos gusta leer y de lo acostumbrados que estamos de afrontar grandes obras. Y, sin embargo, de vez en cuando hay libros que se nos atragantan y tenemos que dejarlos. En ocasiones se trata, simplemente, de que no es el momento adecuado. Si lo intentamos más adelante podemos con ellas o incluso las llegamos a disfrutar. Otras veces puede ser algo más profundo. Una aparente incompatibilidad con el autor, con el género, con la época o simplemente con esa obra en concreto. Hoy comienzo esta nuev sección con 3 grandes clásicos que se me atragantaron.
No os había hablado nunca de este lado oscuro de la luna. Ahora lo hago por varias razones: para hacer terapia de grupo, para saber que no estoy sola (si es que vosotros no habéis podido tampoco), o para que me animéis a volverlo a intentar. También podéis aprovechar para hablar de vuestros grandes fracasos. No voy a llevar ningún orden especial. Supero el pudor inicial y ¡allá vamos!
1. Guerra y Paz, de León Tolstoi. Mi inmersión en esta novela fue breve (apenas leí una veintena de páginas), fue hace bastante tiempo y no hubo reintentos. Tengo que decir que las historias bélicas no me atraen nada, así que cuando comprobé que el inicio era de la época de paz y tampoco me interesaba (estaban todo el tiempo tomando el té), desistí. Quizá debería darle una oportunidad algún día.
2. Rayuela, de Julio Cortazar. Aquí también se trata de un único intento, hace ya algún tiempo. En esta ocasión comencé la lectura con mucha ilusión, pues estaba convencida de que me iba a gustar. Pero no pude con ella. De algún modo el tono machista que emana del libro me echaba fuera. No podía reconocerme en los protagonistas masculinos por cómo pensaban sobre las mujeres, ni con ellas por cómo parecían ser. No suelo juzgar las obras del pasado con la visión del mundo actual. No es eso. Es, simplemente, que no parece que sea para mí.
3. La Regenta, de Clarín. El primer intento fue hace décadas, cuando me quise leer todas las obras clásicas hispanicas. Lo dejé porque era excesivamente lento. Hace unas semanas escuché a un booktuber que aunque el principio era lento, luego merecía la pena. Lo volví a intentar y, aunque el inicio me gustó mucho más de lo que esperaba (¡qué bien escribe Clarín!), la historia no me ha llegado a interesar y lo he vuelto a dejar en la página 228.
Esto son solo 3 fracasos, pero he tenido muchos más. Esta sección promete aparecer muy a menudo. ¿Se os ha atragantado algún grande a vosotros?