Publicado en Libros, Novela

La playa de los ahogados (Domingo Villar)

Han sido unos días de altibajos en la lectura de esta novela. Por una parte veníamos del pequeño fiasco con El enigma de la habitación 622. De otra parte, algunos compañeros del club de lectura se la habían leído hacia muy pocas fechas y sus críticas no podían ser mejores. Eran dos buenas razones para que La playa de los ahogados nos fuese a gustar mucho (utilizo el plural pues comenzamos Mamen y yo a leerlo).

Y el comienzo fue muy esperanzador, con unos primeros capítulos muy buenos, donde Villar consigue introducirnos en personajes y un argumento muy atrayente. Sin embargo, pasadas unas páginas, la historia avanzaba a trompicones, con muchas pausas narrativas que, para nosotros, no eran necesarias para la historia.

Tengo que confesar que llegó un momento donde pensé en dejarlo (Mamen lo hizo antes, aburrida por la inacción). Pasaban los capítulos y seguía encontrando muy lenta la narración. Tenía la sensación transitar por un camino embarrado, con mis piernas metidas hasta las rodillas. Me parecía que al terminar un capítulo nada había cambiado.

Por suerte, el último tramo recupera interés. Parecía que Villar me había estado sujetando, haciendo que mis ganas de vivir la historia crecieran exponencialmente al paso de las páginas y, de repente, toda la inercia acumulada durante gran parte del libro, se soltara a la carrera, disfrutando cada capítulo, que se presentaba lleno de sorpresas y nuevas conjeturas.

Y entonces, pude disfrutar de una novela de personajes muy interesantes, de un escritor magnífico, con sentido del humor y capaz de armar una gran historia y con un final lleno de agradables sorpresas.

Este es el segundo libro de una serie que, por desgracia, el fallecimiento de Domingo Villar dejó incompleta. Después de las buenas sensaciones que me dejó su final, estoy seguro que me aventuraré a conocer más al inspector Caldas, el personaje principal de las novelas.