
La verdad es que la de hoy no se si es una reseña de un comic o de un fenómeno mediático y social.
La muerte de Superman surge como intento de reactivar las ventas del primer superheroe de la historia.
Hacia los años 90, el público buscaba historias más maduras, que implicaran personajes con debilidades y errores. Eso dejaba poco espacio para Superman, que siempre se caracterizó por su moral intachable, sus poderes infinitos o sus historias llenas de buenas intenciones.
Como decía, la bajada en las ventas de sus aventuras reunió a una serie de guionistas y editores, los cuales aportaron ideas para relanzar la serie. Y fue la idea más alocada la que ganó. Ya se había visto muertes de súperheroes, y nunca habían supuesto un relanzamiento de sus protagonistas. Con estos antecedentes, la apuesta era muy arriesgada.
Debían crear un enemigo nuevo, sin debilidades, capaz de enfrentarse de poder a poder con Superman, y ser inmune a cualquier debilidad que hubiera derrotado a sus antecesores. El resultado fue un monstruo sin conciencia, que se pasea por toda la historia sin más propósito que destruir todo a su paso.
También debian dejar claro que el resto de los héroes enmascarados no eran rivales para ese nuevo enemigo. Así que la sensación que se creaba era la de total dependencia de Superman.
Con estos ingredientes, se conformaba una historia muy lineal, sin giros ni sorpresas. El final se anticipaba en el título, así que poca emoción dejaba libre.
Como podéis empezar a suponer no nos encontramos ante una gran historia. Lo que ofreció fue una idea que, hasta entonces, el gran público consideraba descabellada: ¿un mundo sin Superman sería posible?

El impacto que causó la obra llegó a los principales noticiarios televisivos mundiales, los periódicos se hicieron eco de su portada, y las muestras de dolor (recordemos que hablamos de un personaje ficticio) se extendieron por todo el mundo.
Esta historia sirvió para escribir su regreso, que se demoró bástante tiempo. El interés creado se aprovechó para intentar que personajes secundarios tuvieran más protagonismo, y así, forzar sus propias aventuras independientes.
Volviendo a la historia original, me quedo con el impacto de su portada y título. Por desgracia, nada de lo que se encuentra dentro de sus páginas me interesa lo más mínimo. Ni su guión, repleto de tópicos, ni sus dibujos, que parecen un desfile de gimnasio, consiguen crear una historia apetecible. Mención aparte merece el climax de la historia, donde el supuesto dramatismo queda desdibujado por lo ridículo de la acción y diálogos.
Solo puedo recomendar este comic por el alcance mediático que tuvo. Quién quiera conocer cuál fue la historia que paró el mundo debe acercarse a sus viñetas. Pero que nadie espere un comic a la altura de Superman.