
Hacía tiempo que me apetecía leer algo de Sender, autor del que he leído demasiado poco. Por eso, cuando comprobé que este libro me ayudaba a cumplir el reto de lectura que estoy siguiendo, no me lo pensé. Estaba segura de que iba a ser una lectura para disfrutar.
El tema no podía ser más atractivo. Sender relata aquí un acontecimiento histórico del que casi no había oído hablar: la sublevación cantonal de Cartagena el 12 de julio de 1873. La elección era perfecta: disfrutaba del autor aragonés, aprendía algo de historia y cumplía un punto del reto.
No me equivocaba del todo. Mister Witt en el cantón es una gran novela, bien escrita y bien armada. Combina el análisis sociohistorico de un momento concreto de nuestra historia (qué bien muestra el hambre, la miseria, los ideales, los sueños de una vida justa) con un análisis psicológico de los personajes principales ( los celos, el deseo, la virtud, la libertad, la traición, la soledad).
Y pese a todo he de decir que no me ha gustado demasiado. Por un lado, parece que la literatura bélica, en la que se narran las batallas, no me acaba de interesar. Cada vez que comenzaba una escena en la que se describían con todo lujo de detalles los movimientos de las fragatas, me revolvía en mi asiento, incómoda. Además, este libro creo que requiere un conocimiento del contexto histórico que yo no tenía y en no pocas ocasiones me sentía perdida ante los acontecimientos.
No obstante, estas no son las verdaderas razones por la que no he disfrutado del todo esta obra. Los episodios bélicos no son ni tan numerosos ni tan frecuentes y la falta de conocimiento histórico se podía suplir, más que bien, con una lectura atenta de la novela. El problema de fondo ha sido otro.
Me temo que la razón por la que esta novela y yo no hemos hecho buenas migas es emocional. Y es que la novela tiene un protagonista con el que no he empatizado en absoluto. Mr. Witt es un personaje que encarna todos los defectos que no soporto y está omnipresente en toda la obra. Con lo interesantes que son otros personajes, como Paco o su mujer Tadea, que prácticamente no se les da voz, Sender se entretiene con este espíritu gris y mezquino al que desde el inicio ha provocado mi rechazo más absoluto.
No me ha gustado y a pesar de todo os la recomiendo. Seguro que muchos de vosotros la disfrutais como se merece. Dadle una oportunidad y pasad por aquí a contarme si vosotros también habéis sentido deseos de gritar al autor: ¡ ¡olvídate de Mister Witt, y cuéntame el resto!!