
Tengo un saldo en rojo cuando me refiero a novela negra española. He leído a muy pocos autores y, además, el resultado ha sido muy desigual. El año pasado os hablé de Reina Roja, el best seller de Juan Gómez Jurado. El regusto que me dejó fue un tanto agridulce y volví a refugiarme en mis clásicos, como Montalbano o Wallander.
Pero con La suerte del enano me replanteo mi total ignorancia y cerrazón con la novela de misterio creada en nuestro pais. Descubrí la obra de César Pérez Gellida en mi búsqueda de novelas que puedan ser interesantes para el club de lectura, aunque en el caso particular de esta novela, su candidatura no enamoró a los votantes. Sin embargo, me quedó la sensación de que podía estar ante algo más que un best seller.
¡Y vaya si lo es!
La historia es perfecta, con un ritmo agil pero no superficial. Los personajes, aunque vistos en otras ocasiones presentan singularidades que los hacen memorables. Incluso los malos lo son por razones creíbles y no solo por exigencias del guión. Y, ya para redondear el circulo perfecto, la proximidad y cotidianidad de lo narrado hace que su lectura sea aún mas gratificante.
La trama se desarrolla en Valladolid, donde un robo en el Museo Nacional de Esculturas termina de forma sangrienta. A partir del asesinato acompañaremos a nuestra protagonista, la inspectora Sara Robles, en un juego a vida o muerte que involucra a la mafia rusa, la Interpol y las principales autoridades de arte en España.
Una historia que consigue engancharnos desde el primer capítulo y con un carrusel de personajes que suman intriga y emoción. Las relaciones que se entablan entre ellos consiguen darle aún mas fuerza y credibilidad. Porque eso es lo que le pido a una buena novela negra; que todo sea natural, sin giros artificiales o resoluciones que son consecuencia de un momento de genialidad aislada. Y todo en el argumento de Pérez Gellida suena real, tanto como lo es la sección de sucesos de un informativo diario.
Una maravillosa sorpresa que me reconcilia con mis demonios y silencia mis prejuicios. Caerán más, os lo aseguro.