
Ayer era para mi, a priori, un encuentro difícil. Quien siga el blog sabrá las dificultades que me he encontrado para acabar el libro de este mes en el club. Para quienes no lo recuerden, os dejo los enlaces a las dos entradas:
Decía que a priori se presentaba difícil, puesto que me tocaba moderar el debate y no me sentía capaz de aportar nada positivo.
Sin embargo, una vez mas, los compañeros del club me demostraron la buena pasta de la que están hechos. A pesar de las diferentes posturas sobre la obra y la autora, el clima cordial y positivo se mantuvo durante las dos horas que estuvimos. No puedo decir que sus argumentos me convencieran, pero sí puedo afirmar que comprendí su postura.
La nota en general fue alta, casi todo el mundo le otorgó por encima de 4 (sobre 5), únicamente Mamen, Jorge y yo le dimos una puntuación más baja. Aunque esa nota alta no significó que todos estuvieran de acuerdo en el estilo o que entendieran el objetivo de la autora. Y es que a todos nos costó mucho leer sus páginas, llegando, algunos, a tener que dejar tiempo entre lectura y lectura. Hubo quien comparó su lectura con el visionado de la película La Naranja Mecánica.
Quienes no somos aficionados a la autoficcion habríamos preferido que Delphine nos contara la historia de su familia de otra forma, más novelada, con menos tono de diario y un estilo menos sobrio. Nos parecía que se trataba de un simple acto de catarsis de De Vigan, sin pensar en el lector. Nuestros compañeros nos recordaron que en el país de origen de la escritora, Francia, la autoficcion es un género muy desarrollado, y simplemente ella y sus editores pensaron que el tono elegido era el más adecuado. Es posible. Pero como dijo alguien, deberían haber advertido, como si fuera una medicina, de los efectos secundarios que su lectura provocaba. Atención: libro de autoficción con historia dura. No consumir en estados carenciales de salud mental.

También hubo discrepancia sobre si todo lo que nos cuenta es cierto o si adornó los hechos con más y más desgracias. Quizá tampoco importe demasiado. Lo interesante de esta obra es que, con independencia de si nos convence el modo en el que lo cuenta, trata temas universales: la familia (disfuncional), los problemas de comunicación, la crueldad y cómo sobrevivir a ella… y sobre todo, el suicidio y los problemas de salud mental.
Un encuentro de dos horas da para hablar de muchas cosas. Repasamos el carácter de algunos personajes y las relaciones que tenían entre ellos. Casi todos vieron en el libro un acto de amor de la autora hacia su madre, a la que desea comprender y perdonar (otros no vimos eso en absoluto salvo quizá en el final del libro, que es lo mejor de la novela).
En fin, como he dicho al principio, no ha sido mi mejor mes de lectura. Me quedo con la despedida: sonrisas plenas y sorpresa de Mamen. El buen rollo sigue imperando. El jugo que sacamos a cada libro es asombroso y nunca dejamos de aprender sobre las opiniones del grupo.
Y solo por eso, merece la pena.