
He descubierto en Ander Izagirre a un creador de historias fantástico. Un escritor que narra con el punto justo de emoción un mundo lleno de pasión. Que fuera parte de ese mundo le ha dado la mesura, por un lado, y el conocimiento, por otro, para llevarnos página tras página, hacia la meta. Y lo hace de manera deliciosa, dosificando las alegrías y penas de un deporte que solo gusta cuando sus protagonistas sufren. No hay mayor épica que coronar uno de los grandes puertos del Tour de Francia. De la misma manera que no hay mayor decepción que ver a tu ídolo poniendo pie a tierra para subir al coche del equipo y abandonar el sueño que ha hipotecado cada día de los últimos meses.
En Plomo en los bolsillos vamos a descubrir esas pequeñas grandes historias que han hecho de esa carrera la más seguida y mitificada. Lo haremos de la mano de los grandes, como Coppi, Merckx o el propio Indurain. Y también conoceremos a muchos ciclistas que nunca traspasaron la barrera de la fama pero que sin su esfuerzo y entrega no podría entenderse el mundo de locos que sigue siendo cada edición de la carrera.
Quién sea seguidor del ciclismo disfrutará de sus paisajes, de las gestas que se narran, de conocer aún más sobre esa forma de entender la sobremesa de cada julio. Para quién se acerque por primera vez a una bicicleta y un gran puerto de montaña encontrará unos capítulos llenos de personas que lo dieron todo por su afición. Es complicado no sufrir cuando Izaguirre nos cuenta el dolor de cada pedalada, o ser felices al acabar un capítulo de final glorioso.
Un libro muy grande, pues grandes fueron sus protagonistas y sus gestas. Y grande es este autor que libro tras libro sigue proporcionándome veladas de emoción.
Solo por ser capaz de haber imaginado ese delicioso subtitulo ya merece toda nuestra atención.