
Primera semana de lectura con Nada se opone a la noche. Tenía muchas ganas de empezar esta historia autobiográfica, ¡aunque en muchos sitios le habían puesto un matiz de thriller!
Pero no termino de entrar en la historia que nos cuenta Delphine de Vigan. Creo que es por su estilo al escribir. En muchas ocasiones, demasiadas, me encuentro frases redundantes en adjetivos y sinonimos. Y eso impide que esté cogiendo un ritmo de lectura cómodo para mí. Entiendo que es algo que me pasa a mí puesto que el feed back que me llega a través de los compañeros de Twitter es justo el contrario.
Ha hecho que me cueste hasta creer la interminable lista de desgracias que jalonan la vida de la familia. Ha habido varios detalles ( me los guardo para la reunión), donde sigo pensando que es imposible que pudiera ocurrir de la manera descrita por la autora.
Entendiendo que mi cerrazón con la novela proviene de mí, en ocasiones me encontré leyendo en diagonal, he vuelto a releer las páginas. Pero sigo con la misma sensación.
No sé si seré capaz de remontar y conseguir engancharme al argumento. Una historia que parece vomitada como una sucesión de anotaciones, sin cuidado de ofrecer al lector nada más que una serie de hechos, muchas veces de manera breve; una especie de diario íntimo hecho como respuesta a una rabia contenida a la que da salida.
Los compañeros del club siguen animando, con promesa de un final fantástico. A la altura de las expectativas. Ojalá.