
Ayer, 13 de febrero, cumplía años nuestro protagonista de hoy y con 85 años a sus espaldas, aún se sigue luchando a favor de los débiles y editandose con regularidad en muchísimos países.
Su autor original, Harold Foster, creó un personaje casi tan inmortal como la corte del Rey Arturo, lugar de muchas de las aventuras del príncipe vikingo.
Venía Foster de adaptar otro clásico de la literatura a los cómics como era Tarzán de los monos, pero no se sentía cómodo con la monotonía que se vivía en la jungla. Aunque intentó dibujar escenarios paralelos, fantasiosos hasta extremos delirantes, su febril imaginación no dejaba de desear un personaje que tuviera la capacidad de vivir aventuras a lo largo y ancho de los continentes conocidos.
Cómo decía al principio, Foster indagó en las leyendas arturicas para crear a un joven de noble cuna pero desdichado porvenir, pues le había sido arrebatado una corona que por nacimiento le correspondía y obligado a un destierro que nunca parece tener fin.
Val, nuestro protagonista de hoy, recorre los cuatro puntos cardinales defendiendo los ideales caballerescos, siempre dispuesto a entrar en combate cuando la causa lo requiere (lo que viene siendo un caballero andante de toda la vida). ¿Cómo es posible que aún hoy en día se siga editando unas historias que parecen más que superadas, que incluso podríamos calificar de casposas?
Sin duda aquí es donde el genio de su creador marca la diferencia. Es obvio que en los años 40 las viñetas de El Príncipe eran una novedad y su buena acogida estaba más que justificada. Pero la calidad gráfica de los dibujos, pequeños cuadros que rodeaban a la acción, como el ritmo de los mismos, conseguían legiones enteras de fans. Seguidores que se fueron multiplicando generación tras generación, y veían en cada número dominical a una legión de personajes con muchísima personalidad.
Lo mejor de sus páginas, en mi opinión, son esos dibujos casi estáticos pero de un detalle y belleza sublime. Cuentan que cada uno de ellos podía suponer días enteros para su composición.
No busquen rigor histórico en sus páginas, sino más bien un conglomerado de leyendas y personajes históricos en un cocktail al servicio de una sociedad que buscaba a unos héroes capaces de enfrentarse a la injusticia y la maldad.
Me imagino que muchos de los seguidores de El Capitán Trueno habrán encontrado muchas similitudes entre ambos. No es de extrañar, pues su creador, Ambrós, se basó en El Príncipe Valiente para dar forma a su criatura.
Un príncipe eterno en busca de una corona que nos promete muchos más años de aventuras y entretenimiento. ¡Feliz aniversario!