
Diciembre es un mes que me gusta aprovechar para disfrutar y dedicarme a lecturas que durante el resto del año no hago. Es el mes de las novelas gráficas. Y aunque podáis pensar que las escojo por su ligereza al leerlas, suelen ser pequeñas joyas que me cuentan historias con mucho más trasfondo que algunos libros.
Este es el caso de Arrugas, de Paco Roca. Una novela gráfica que tuvo su origen en la situación personal del autor, un padre golpeado por la enfermedad, y un hecho que le sucedió en su trabajo: en la presentación de un anuncio comercial le pidieron que retirara de la imagen a dos ancianos; no querían que su marca se asociase a la vejez.
Estos dos hechos impulsaron a Roca a la tarea de crear una de las mejores novelas gráficas de nuestro país. Me imagino que no debe ser nada fácil abstraerse de lo que debió sentir en esos momentos para no caer en el sentimentalismo filial y el elogio absurdo de los beneficios de envejecer.
Por el contrario nos ofreció una historia tierna pero no complaciente, con la suficiente profundidad en sus personajes como para hacerlos sentir nuestros.
Su argumento es sencillo: un hombre de 72 años, con principio de Alzheimer, es ingresado en una residencia. Allí conocerá a Miguel, un pícaro tierno y que descubriremos lleno de humanidad. El viaje que comenzamos con ellos nos llevará a sonreír con su ternura, a emocionarnos con el amor de una pareja que han estado juntos hasta el final y a llorar cuando Emilio, nuestro protagonista, vaya cayendo en el olvido.
Un libro fantástico que huye de la exageración para plasmar una realidad. Todas sus páginas tienen detalles, muy pequeños en ocasiones, que completan secuencias de una creatividad fantástica. Por ejemplo, sus cambios temporales, sus viñetas silenciosas, etc… Todo conforma un conjunto perfecto.
No me extraña que su calidad haya sido refrendada con una lista de premios interminable. Incluso tiene su propia adaptación cinematográfica, aunque como de costumbre creo que no veré; me quedo con sus viñetas y todo lo que me transmitieron. No es poco.
Yo sí he visto la versión cinematográfica, y no me arrepiento de haberlo hecho.
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