En este repaso a las lecturas del año, llegamos hoy al mejor mes de todos. Tuvimos tiempo de leer nada menos que 11 libros, con un 4,3 puntos sobre 5 de media. Un mes extraordinario en el que no tuvimos ni un fracaso.
Lecturas discretas
Solo dos libros de los 11 tuvieron un 3 sobre 5 y los dos los leí yo. El primero fue una relectura de Mujeres y Poder, de M. Beard, un ensayo feminista bien escrito pero excesivamente breve que te deja con la necesidad de más páginas. Y el segundo fue otro ensayo, aunque disfrazado de novela, de Aramburu. Se trata, como dije en su momento, de una colección de artículos del autor que, como tal colección está muy bien. Lo que no acaba de encajar, y por eso bajó su calificación, es ese intento de hilo argumental que une todos los artículos. Es innecesario y está, creo, mal resuelto.
Grandes libros
Javier: comencé el mes con muchas ganas de entregarme a la autora Anna Gavalda. Después de Juntos, nada más, estaba ilusionado por sumergirme en La amaba. Puede ser que ese ansia hiciera que sus páginas no me transmitieran tanto como la anterior.
Para resarcirme de esa pequeña decepción, hay un valor seguro: Lorenzo Silva. En la última entrega sobre el guardia civil Vila, El mal de Corcira, vuelve a esos orígenes que han dado a su personaje el carisma y su particular visión del mundo. Imprescindible.
Otro tanto ocurre con Santiago Posteguilo, el autor que durante dos grandes trilogías ha reconciliado a muchos lectores con la novela histórica. Con Yo, Julia, hace una apuesta valiente y narra la vida de una mujer que se atrevió a desafiar el patriarcado romano.
Sin proponérmelo, llegué a una de los grandes descubrimientos de este año. Con La verdad sobre el caso Harry Quebert, disfruté muchísimo desde el principio. Una novela redonda en todos los aspectos y con personajes que se quedaron conmigo. Tanto me gustó, que ahora tengo miedo de leer ninguno de los libros de Joél Dicker que me esperan en la estantería. Será un propósito de año nuevo.
Mamen: cinco grandes libros me deparaba agosto, dos de los cuales serían de lo mejor del año. El primero de ellos fue El inquilino, de Cercas, una novela corta ambientada en un Departamento de Lingüística, que me recordó lo importante que es disfrutar de lo que uno tiene. El segundo fue una colección de relatos deliciosos que me acompañaron por los paseos más bonitos del mes de agosto (aquí yacen dragones). El tercero fue la opción novedad de un recién estrenado club de lectura. Me gustó leerlo, aunque creo que le falta desarrollo a una idea tan potente.
Y me quedan por recordar los dos mejores libros de este mes tan bueno. Dos libros que os recomiendo encarecidamente: el primero es un ensayo de Rosa Montero en el que mezcla la experiencia de M. Curie cuando muere su compañero de vida y la de la propia autora, que ha pasado por algo similar. Sinceramente, delicioso. El segundo es un libro imprescindible para entender la actualidad de Afganistán, pero que al mismo tiempo habla de temas universales: Cometas en el cielo.