
Esta es la primera vez que una entrada del blog está dedicada a una trilogía. De hecho, he estado dudando si hacer una entrada para cada una de las novelas que la componen, pero he decidido que para poder hablar de esta obra necesito los tres libros a la vez.
Como probablemente todos sabéis, se trata de una novela de misterio, con asesinatos, inspectora y cierta dosis de historia personal que añade interés a la trama: nada que no podamos encontrar en cualquier libro del género. Y, sin embargo, me mantuvo atrapada desde el inicio hasta el final y varios años después de leerla todavía me descubro pensando en ella a menudo. ¿Qué tiene esta trilogía que la hace tan especial?
Creo que el primer ingrediente es la ambientación. Si no conocéis este valle navarro, os aconsejo una visita cuanto antes. Id a pasear por las calles de Elizondo antes de entrar a conocer a Amaia Salazar y disfrutaréis más de la novela. Porque parte de su encanto está, sin duda, en lo que todos sentimos por la orografía navarra. Me mencionan esta trilogía y de algún modo puedo sentir el frío del bosque en la cara, el empedrado del suelo en las plantas de mis pies, el olor a pan recién hecho del obrador de la familia. Todo el amor que siento por el paisaje navarro lo asocié, sin duda, a estos tres libros. El éxito, así, era más sencillo de conseguir.
La historia en sí es entretenida y, desde mi punto de vista, está bien armada. Pero la trilogía de Redondo es, más allá de la trama, una novela de personajes: la dulce Amaia, cuya truculenta biografía explica, sin duda, su carácter; la maravillosa tía Engrasi, el personaje más fuerte de todos y que supone para mí una apuesta clara por el feminismo; el padre, quizá el más humano de todos los personajes, al que queremos y despreciamos a la vez… y, por encima de todo, la sombra de una madre que lo impregna todo.
Por otra parte, el haber ambientado este libro en el Baztam obligó, en cierta medida, a Redondo a presentar algunas pinceladas de componente sobrenatural. En realidad, a mí no hay nada que me moleste más que los autores que recurren a la magia para resolver un misterio de asesinatos. Pero Dolores Redondo no cae en esta fácil solución. El mundo mágico sobrevuela la novela, te roza constantemente el rostro, como una caricia de viento, pero no se presenta como la explicación de los hechos. Y este es otro de los motivos por los que me considero fan de estos libros.
Os traigo hoy, pues, unas cuantas horas de entretenimiento, con una historia coherente, unos personajes sólidos y una ambientación perfecta. Puede que no sea la novela de mi vida. No lo es. Pero le agradezco el escalofrío que todavía siento cuando recuerdo alguno de sus pasajes. Y, más allá de eso, tengo que reconocer que esta historia no deja de tocar algunas teclas importantes: la necesidad de apego que todos tenemos, el dolor de sentirse rechazada por quien debería amarte, la necesidad de entender el pasado para afrontar una vida adulta en plenitud… temas universales que hacen que esta estupenda trama de misterio transcienda más allá de sus asesinatos.