Publicado en Libros, Relatos

Cuentos imprescindibles (Antón Chéjov)

Durante el mes de octubre hemos leído este recopilatorio de cuentos de Chéjov en el club de lectura #elsitiodemirecreo. Han sido muchos hilos de Twitter muy interesantes, que traté de resumir en tres entradas anteriores del blog: semana 1, semana 2 y semana 3.

Nuestra aventura rusa finalizó ayer por la tarde, en una sesión que duró 2 horas pero que, de nuevo, podría haberse prolongado mucho más. Como dice Javi, las sesiones con el grupo son lo mejor de todo. Después de hablar con los compañeros tienes una visión distinta (más rica) de lo que has leído.

Chéjov es un mago del lenguaje, pero no es un autor fácil de leer. Por comenzar por lo menos importante, sus relatos no tienen una estructura clásica (introducción, nudo y desenlace) y sus finales no son tan redondos como en otros cuentistas. Todo esto tiene que ver con una intención consciente por parte de Chéjov de presentarte la realidad desnuda, sin decirte expresamente lo que debes opinar de ella; un ejercicio casi periodístico que a algunos nos ha incomodado más que a otros. Hubo quien se sintió verdaderamente cómodo en este formato y quien no acababa de ver inconclusos los relatos: no fue mi caso.

Otro motivo por el que no es fácil leer a Chéjov es el mundo que nos describe y el tono con el que lo hace. Desde luego, por mucho que lo presentaran así algunas revistas de principios del siglo XX, no se puede decir que Chéjov sea un humorista. Sus relatos presentan un mundo cruel y despiadado y, salvo algunas excepciones, no hay mucho espacio para la esperanza. Como dijeron algunos compañeros, entre relato y relato uno necesita parar a respirar.

La sesión dio muchísimo de sí. Tratamos de dar el título de <<personaje más despreciable>> a alguno de los que aparecen por los cuentos, pero no lo conseguimos. Los candidatos eran numerosos y con innumerables méritos para obtenerlo. Hablamos del modo en el que se presenta a la mujer en los relatos: mujeres adulteras, frívolas, que no se saben contener ante las pasiones y mujeres sumisas, sin personalidad propia. Tampoco los hombres quedaban muy bien parados en el relato de Chéjov, aunque los más despreciables son, sin duda, los <<rusos supuestamente respetables>> a los que presenta cínicos, incapaces del menor gesto de empatía y crueles. Hablamos de cómo presenta la Rusia de provincias como un entorno paupérrimo y duro, donde la vida se hace insoportable. De cómo aparece Chéjov tímidamente en algunas ocasiones, hablando de sí mismo. Hablamos de mil temas y nos dejamos otros mil en el bolsillo, porque este libro de relatos es una fuente inagotable de asuntos que tratar.

No sé si seguiré leyendo a Chéjov. Quizá no inmediatamente. Pero me ha gustado descubrirlo acompañada y tengo muchas ganas de ver una representación de su teatro. En cuanto tengamos oportunidad, Javier y yo iremos y os lo contaremos por aquí.

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