Vale, lo admito. Me he dejado llevar por la moda de Halloween. Soy débil y la presión mucha…
Así que pensando pensando he recordado uno de los libros con los que he pasado más miedo en mi vida. Y si, también admito que no me gusta sentir terror y en toda circunstancia evito cualquier situación donde pueda sentir escalofríos, sudores fríos, nervios y/o noches en vela. Pero al igual que hoy, cuando esta novela cayó en mis manos la empecé por la fama que arrastraba su adaptación cinematográfica mas que por los deseos propios de pasar un mal rato. La contraportada sugería que era una novela de misterio con tintes psicológicos. Hasta ahí todo bien. El problema fue descubrir a uno de los personajes más carismáticos y oscuros de la literatura moderna, el Doctor Hannibal Lecter. Porque el libro engancha por él. La persecución de otro asesino en serie es la excusa para situar en el centro de la trama a este psiquiatra tan inteligente como despiadado. Sus diálogos con la otra protanista, Clarice Starling, nos remueven del asiento.
Recuerdo una sensación muy curiosa y aterradora: leer este libro y sentirme observado. Thomas Harris consiguió que su lectura fuera adictiva pero particularmente tensa y abrumadora. No podía dejar de sentir los ojos de Lecter en mí cada vez que desataba sus diálogos tan potentes con Clarice. Por supuesto, como en toda novela de asesinos en serie que se precie, hay lugar para páginas y páginas dedicadas a describir con precisión todas las barbaridades posibles que son capaces de ejecutar unos asesinos tan terribles como los que ocupan este libro. Me imagino que a los amantes de la casquería estos pasajes fueron sus favoritos. Pero en mi caso, lo confieso, tuve que saltarme varios de ellos.
Me quedo con unos diálogos brillantes, un juego de inteligencias fantástico y con la firme convicción de no volver nunca a leer al doctor más sanguinario de la literatura contemporánea.
Palabra.
Un comentario sobre “El silencio de los corderos (Thomas Harris)”