Esta semana hemos acabado de leer los relatos de Chéjov y ya nos estamos preparando para el encuentro del día 31. Estoy segura de que, igual que el mes pasado, será una sesión deliciosa y que disfrutaré y aprenderé de mis compañeros de lectura a partes iguales.
Os hablo un poco ahora de los últimos relatos de este volumen:
La grosella nos animó a hablar de la felicidad. De lo difícil que es definirla y de lo variable que es, también. Parece que cada uno la encuentra en un lugar distinto. Podríamos pensar que es lo más importante y que todos deberíamos ponerla en el centro de nuestros objetivos, pero ¡cuántas vidas se han ido sin tenerla en cuenta! Y es que la evolución nos ha hecho de tal modo que la felicidad individual se nos olvida. Nuestros genes pueden ser nuestros peores enemigos…
Más allá del tema, este relato destaca por su falta de estructura. Chéjov en estado puro. Es como si se paseara con una cámara al hombro y te enseñara un trocito de grabación elegido aleatoriamente. Sin introducción, nudo y desenlace. A mí, personalmente, no me gustan los relatos de este modo. Será que no me acaba de convencer del todo el realismo crudo.
Del amor es uno de los relatos más románticos (y tristes) del libro. Sus personajes renuncian al amor y tienen mil y una buenas razones para ello. Es lo decente, lo racional, lo mejor. Pero ¿merece la pena?
Un ángel es, para mí, un relato redondo. El personaje protagonista es increíble. Pero, más allá de su historia personal, me deja pensando: cuántas veces ocurre que ser un ángel o un cero a la izquierda depende completamente de con quién compartes tu vida.
La nueva dacha es una triste historia de frustración. Nos habla de aquellas ocasiones en las que intentamos llevarnos bien con los demás, crear un espacio de colaboración y felicidad pero no nos dejan. Y es que para que una relación sea posible, se ha de construir por ambas partes. Si solo uno construye, es imposible.
Por asuntos de servicio es, junto a Muzhiks, el relato más triste del libro. No creo que sea casualidad que ambos se ambienten en la zona rural de la Rusia de provincias. Un cuento sin estructura (como la grosella) y desesperanzado, nos dejó el ánimo por los suelos.
Menos mal que el editor se había reservado lo mejor para el final. La dama del perrito es sencillamente delicioso. Un relato más tradicional (con inicio, nudo y desenlace) que, a pesar de contar una historia difícil, deja la puerta abierta a la esperanza. Pese a los problemas, existe una oportunidad de amar y ser felices.
Es fantástico que el libro acabe con este relato porque nos permite terminar con un sabor de boca agradable. Qué bien escribe Chéjov, qué duros son muchos de sus cuentos, cuánto me ha gustado descubrir a este autor. Volveré a él antes o después. No tengo ninguna duda.


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