Un libro tan, tan bonito que me costó una vida terminarlo. A ver cómo lo explico. De momento, al lector lo he dejado sorprendido o irritado, pero la explicación es sencilla. Hay tanta belleza en sus páginas que muchas de ellas las leía varias veces para recrearme una y otra vez.
Les invito a abrir una página al azar. Estoy seguro de que encontrarán una cita, una pequeña reflexión o una descripción que les golpeará hasta lo más íntimo de su ser.
Escrito con la sensibilidad tan propia de Oriente, salpicado con la prosa más natural e incisiva de occidente, sus capítulos son sucesiones de inspiración e invitaciónes a comenzar un viaje, tanto espiritual como de mochila y mapa.
Su autor, premio Príncipe de Asturias en 2010, unió en la que fue su primera novela dos mundos que desde sus comienzos se han enfrentado con saña. Las luchas de fe, de supremacía sobre el mediterráneo y el odio engendrado por sus consecuencias es narrado por el escritor con un estilo tan bello como crítico. Nada escapa a su análisis y nadie es totalmente inocente o culpable. Es raro encontrar esa neutralidad y es por eso que su literatura es tan apreciada.
La vida y aventuras de León (o Hassan), nos llega en un magnífico retrato del siglo XVI. A caballo entre la biografía, los libros de aventuras y el ensayo histórico, sus capítulos se suceden sin pausa. Magníficamente hilado, conoceremos una vida de aventuras y conocimiento que en muchas ocasiones nos dejará con la boca abierta.
Una puerta para conocer de dónde venimos y, sobre todo, para recordar que delante de nosotros existe otra forma de entender el mundo. Ni mejor ni peor, diferente, y si lo hiciéramos bien, complementaria.